Durante el invierno de 2015,
un fuerte ciclón llevó vientos cálidos llenos de humedad al Océano Ártico, de
tal magnitud quea
pesar de que las bajas presiones duraron sólo unos días, derritió una extensa
área de mar helado e impidió que se recuperara la superficie normal en el resto
del invierno. Los científicos no están seguros de que esté relacionado con el
cambio climático, pero sí de que estos fenómenos se repetirán en el futuro.
Siempre era en verano cuando se hablaba de mínimos
históricos de la zona helada del Ártico, de cómo se ampliaba el deshielo, de si
se podía navegar por aquellos helados parajes. Pero todo mundo estaba seguro
–los científicos, al menos– que el casquete polar se recuperaba robándole agua
al océano en cuanto llegaba el invierno, en especial los meses de diciembre y
enero, cuando no hay ni un rayo de sol que toque el hielo.
El año pasado no fue así, la temporada invernal fue la
más cálida en la zona desde 1880, y la extensión de la banquisa, la menor desde
que se tienen datos. Los científicos saben del fenómeno llamado amplificación
ártica; un aumento de temperatura por culpa del cambio climático que ahí es
superior a la media global. Aseguran que lo del año pasado fue extraordinario,
y consideran que un ciclón pudo provocarlo.
“Normalmente, durante los meses de invierno, la
superficie del océano y el hielo marino pierden calor hacia la atmósfera
formándose el mar de hielo. Sin embargo, una tormenta especialmente cálida
respecto a las condiciones normales provocó que la atmósfera transfiriera
grandes cantidades de calor a la superficie, lo que derritió el mar de hielo”, señala
Linette Boisvert, investigadora de la NASA. “Nunca es algo bueno que se derrita
el hielo en los meses invernales, cuando se supone que debería estar congelándose
y creciendo”, agrega.
De acuerdo a los datos procedentes de la misión AIRS,
a bordo del satélite AQUA, el 28 de diciembre de 2015 se formó una profunda
depresión atmosférica al noroeste de las Azores; rozó las Islas Británicas y
pasó por Islandia, y luego se instaló entre los mares de Barents y Kara, que
bañan la parte occidental del norte siberiano. Estos ciclones son habituales en
el invierno ártico.
En este caso, el pico que se registró el 4 de enero fue
tan cálido y húmedo que elevó la temperatura de la zona unos 10 grados por
encima de la media de la última década en invierno; hubo áreas y momentos donde
la elevación térmica fue de 20 grados. Con lo que unos
170 mil kilómetros cuadrados del mar helado se desheló y se redujo casi en 10
centímetros el grosor medio, que es de 64 centímetros en esas fechas.
“Las temperaturas de diciembre de 2015 eran normales,
incluso algo más frías, pero a comienzos de enero, después de que el ciclón
perturbara la zona, las temperaturas del aire fueron las más cálidas desde que
se tienen registros y esta calidez se mantuvo en febrero, lo que provocó que el
máximo de mar helado invernal marcara mínimos en una amplia zona del Ártico”, comenta
Boisvert.