Nadie duda que París sea la ciudad más visitada del mundo, y la que
más evoca al amor. Por desgracia, las recientes tragedias han hecho que la
actividad turística vaya a la baja. Hace pocos días, el periódico Libération
publicó en portada un titular inquietante: “Turismo, estado de emergencia”.
Es cierto, los datos tras los
atentados terroristas de 2015 y de este año (232 muertos en los tres ataques
más importantes) son en verdad preocupantes: una drástica reducción de
turistas asiáticos (hasta menos de 46.2 por ciento de japoneses) y 750 millones de
euros (poco más de 830 millones de dólares) perdidos en el primer semestre de
este año en la capital. Las reservas hoteleras han caído en este tiempo 10 por
ciento en todo el país.
Ante esa realidad poco alentadora, el
Ayuntamiento de la capital francesa ha diseñado un plan para reforzar la oferta
para lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT), e incluir la
organización de un evento anual en favor de las culturas LGBT y acoger los Gay Games de 2018. El esfuerzo se
centra en elevar el atractivo de la ciudad y generar una nueva oferta que pueda
funcionar como un imán para los homosexuales, bisexuales y transgénero, muchos
de ellos con una alta capacidad adquisitiva.
Para un país que todavía muestra
cierta resistencia a la apertura, se vuelve un imperativo no sólo entre las
nuevas medidas a tomar, sino ya como parte de la cultura intrínseca. Un ejemplo
abarca la idea completa: el pequeño folleto del plan municipal ha elegido para
su campaña una foto explícita de una pareja gay.
La intención es ambiciosa y no se
limita, se trata de mejorar una de las ciudades más monumentales y bellas del
mundo, “que si bien no parece tarea fácil, aún hay margen”, asegura
Jean-François Martins, responsable municipal de Turismo. Dice que las nuevas
tecnologías pueden favorecer el turismo rompiendo, por ejemplo, la barrera del
idioma, o poniendo en contacto al visitante con los auténticos parisinos del
distrito en el que se alojen. También, añade, el lavado de cara de algunos
barrios, como Le Marais, o la zona de Pigalle.
Para París y su provincia, el
turismo es la primera industria: 47 millones de visitantes al año y 524 mil
empleos. El plan municipal se inició antes de los atentados, pero la realidad
es que mientras el sector crece en el mundo a un ritmo de 5 por ciento, en
París lo hace sólo a 2 por ciento. Ahora sí, todos a París, sin distingos ni
restricciones.