Los
menús tienen tipografía grande, las boutiques venden ropa holgada, las zapaterías
no exponen tacones sino pantuflas en las vitrinas y los ancianos se desplazan
en carritos de golf a lo largo de las sendas que bordean las calles y avenidas.
Estamos
en The Villages, una ciudad poblada por cabezas grises y sin policías a simple
vista. Desarrollada especialmente para jubilados en el centro de Florida, se ha
convertido en el mayor bastión republicano de este estado del sureste de
Estados Unidos.
En el
estacionamiento de cada casa se ve al menos un carrito de golf, muchas veces
decorado con calcomanías a favor del candidato republicano Donald Trump.
“Son
personas que trabajaron duro, ahorraron su dinero, tienen sentimientos muy
fuertes sobre las oportunidades que les dio este gran país y esos son los
valores que trajeron” al emigrar a The Villages atraídos por el clima
cálido, cuenta John Calandro.
Muy
dispuestos a charlar -tienen tiempo- los residentes reciben a la prensa con los
brazos abiertos. Calandro lleva a la agencia de noticias AFP a dar un paseo en su carrito de golf,
que dice en su parte trasera “Veteranos por Trump”.
Mientras
señala iglesias y campos de golf, Calandro asegura que ningún habitante de The
Villages -foco migratorio de jubilados de todo Estados Unidos, sobre todo del
frío norte-, ha nacido ahí.
“Es
emocionante hablar con gente de todo el país y ver que compartimos los mismos
valores”, comenta este veterano de Vietnam y presidente del partido
republicano local. “Somos fuertes creyentes del capitalismo”.
“Realmente
es una comunidad de gente con valores similares”, confirma Marina Woolcock,
atraída desde Nueva York por el estilo de vida y el buen clima. Ahora preside
la federación local de mujeres republicanas.
Al
caer la tarde, una pequeña feria se instala en el centro de The Villages y los
ancianos bailan country en línea en la plaza. Otros permanecen sentados,
mirando la escena con una sonrisa. Muchos llevan gorras o ropa con motivos
republicanos.
Campo de batalla
“Es
una zona tradicionalmente muy conservadora”, dice Ann Boyd, una maestra
jubilada que trabaja en la campaña demócrata local. “Si miras un mapa de
Florida, hay un enorme punto rojo justo donde está The Villages”.
Pero
Boyd lamenta que se siente marginada y en ocasiones es sujeto de provocaciones
de parte de los republicanos. No iría a la plaza a bailar con su camiseta demócrata,
por ejemplo.
“Normalmente
tenemos bajo perfil, porque ellos asumen que todo el mundo
piensa como ellos, pero no es el caso”, dijo.
Según
la División de Elecciones de Florida, 53 por ciento de los inscritos para votar en el
condado de Sumter -con 118 mil habitantes- están afiliados al partido
Republicano.
Por
eso este electorado es el último recurso de Trump en su atribulada campaña por
la Casa Blanca.
“Trump
tiene pocas posibilidades de ganar la elección. Su única posibilidad es a
través de Florida”, dice Joseph Uscinski, profesor asociado de
ciencias políticas de la Universidad de Miami.
“Y
para ganar Florida, tiene que contar con los votantes más ancianos, que a
diferencia de los votantes jóvenes son los que más probablemente votarán por
él”, señaló.
Florida
es uno de los campos de batalla más importantes en las elecciones del 8 de
noviembre. Con 20.2 millones de habitantes (17.3 por ciento de ellos mayores de 65 años),
es el tercer estado más poblado del país.
Pero
lo que lo vuelve clave, además de su tamaño, es su oscilación entre una y otra
tendencia con muy pequeño margen entre ambos candidatos.
Su
complejidad electoral reside en su falta de homogeneidad. Básicamente, el sur
es demócrata, el norte es republicano y el centro, foco migratorio de
puertorriqueños demócratas y jubilados republicanos, es el verdadero campo de
batalla.
Según
Real Clear Politics, al 21 de octubre la demócrata Hillary Clinton tenía 3.8
puntos de ventaja sobre Trump en Florida, una diferencia que aún podría darse vuelta.
Y, si se da vuelta, podría definir los resultados nacionales.
Todos
recuerdan con desasosiego el aún cuestionado recuento de votos en Florida que
envió a George W. Bush a la presidencia en el año 2000 sobre Al Gore con una
diferencia de unos 500 sufragios.