Así como en México existe un Triángulo Dorado, California cuenta con un Triángulo Esmeralda. Aquí se trata de tres estados colindantes —Chihuahua, Sinaloa y Durango— dedicados al cultivo ilegal de la marihuana y amapola para extraer la heroína.
Pero el Triángulo Esmeralda es una región donde la industria delcannabis sí es legal. Se compone por tres condados —Humboldt, Trinity y Mendocino—, y concentra el 50% de todos los plantíos de marihuana medicinal en California.
No hay datos oficiales sobre el número de granjas de marihuana en California. Hezekiah Allen, director de la Asociación de Productores de Marihuana en California, calcula que existen unas 50 mil.
Y aunque el negocio de la marihuana medicinal se permite desde 1996 en California, a menudo se opera de forma clandestina. El Triángulo Esmeralda atrae un nuevo flujo migratorio de gente que encontró una oportunidad de empleo.
Les llaman trimmigrants en alusión al verbo trim, que significa recortar en inglés. Y eso hacen. Podar las partes de la planta que no se consumen.
Si en 1849, California sufrió de la fiebre amarilla en búsqueda del oro, la fiebre de esta época bien podría ser verde. Y esta bonanza podría dispararse a partir del 8 de noviembre.
Ese mes, California votará para regularizar la marihuana con uso recreativo, lo que anticipa un crecimiento económico a partir de su venta autorizada.
¿Las repercusiones se verán del lado mexicano? Es un hecho. Hoy las oportunidades muestran que la realidad ha superado a las leyes.
Estas son algunas. Mexicanos que cruzan al norte para trimear y la hierba medicinal que viaja de contrabando al sur.
También la operación de centros telefónicos de contacto o call centers que desde Tijuana, encuestan a norteamericanos para conocer lo que opinan sobre el uso lúdico de la droga.
Todas estas son realidades que se han adelantado al marco legal que existe en ambos lados de la frontera.
Y cuando una ley interfiere con la economía, es cuestión de tiempo para que alguien ajuste las tuercas.
Las ventas de marihuana medicinal en California del año pasado, fueron calculadas en 2 mil 700 millones de dólares.
Son datos de las empresas Arc View y New Frontier, dedicadas a investigar el mercado de la marihuana, y citados en un artículo del diario The New York Times.
Esos niveles de producción requieren de fuerza laboral y el campo norteamericano parece tener una adicción a la mano de obra mexicana.
Dos veces al año, viajeros del mundo llegan precisamente al Triángulo Esmeralda para trabajar en los campos de marihuana. Le llaman el sueño americano verde, porque cientos de personas acuden a estas granjas para trabajar sin permiso legal.
Este fenómeno laboral se da al norte de San Francisco, a 40 minutos del pueblo más cercano. En las montañas, sin ningún tipo de comunicación, se reúnen mexicanos, franceses, australianos, dominicanos y más extranjeros para trimear.
“Trimear es cortar la planta. Dejarla bien bonita”, cuenta Daniel, uno de 22 personas que trabaja para un huerto en Humboldt.
Entre los mexicanos hay muchos de Baja California y Daniel es uno de ellos.
A Daniel lo recomendó un amigo que ya trimeaba, y él invitó después a su amiga Laura, una chica en sus veintes. Ambos nombres son ficticios, porque así lo han pedido.
Cada uno invierte unos 200 dólares en su viaje desde Tijuana hasta Humboldt.
La temporada de octubre demanda jornadas de 12 horas sin día de descanso, durante dos meses y medio.
También hay otra época que llaman “pretemporada” que apenas dura tres semanas.
A los novatos se les ofrece primero un mes de prueba, aunque la relación laboral puede interrumpirse en cualquier momento si algo no funciona. Hay quienes no consiguen quedarse ni dos días.
“A los jefes les importa mucho el tipo de personas que van”, dice Laura. “Buscan un perfil específico. Alguien que pueda llevarse bien con todos, que sean amables y que no sea demasiado feliz”.
Las personas demasiado felices son las primeras en cansarse de sus condiciones laborales.
“De repente no se pueden bañar a diario o no tienen las comodidades que tendrían en otro lugar, y no es como que puedes tomar tu descanso cada semana. Es uno cada dos semanas o cada tres”, dice Laura.
Y cuando el jornalero es conflictivo, no produce lo suficiente o actúa de forma ventajosa, es despedido.
Cada jornalero debe entregar una libra (o 453 gramos) como mínimo por día.
Cada libra cosechada se paga a 150 dólares, que son netos. Los trimmigants no gastan en alojamiento porque acampan al aire libre. Tampoco en servicios o alimentos, porque esos los cubre el patrón.
Al terminar la temporada, los trimmigrants reciben una remuneración aproximada de 10 mil 500 dólares, o 199 mil 500 pesos al tipo de cambio actual.
Y porque Laura y Daniel viven en Tijuana, es un esfuerzo que les da para vivir cómodamente hasta que inicia la siguiente temporada.
Lo que ganan equivale al sueldo del presidente municipal de Tijuana en el mismo periodo.
El negocio de la marihuana en California paga bien, porque se gana mejor. California genera casi la mitad de todos los ingresos por consumo legal de marihuana en Estados Unidos.
Pero los trimmigrants no son los únicos beneficiados con su uso medicinal de este lado de la frontera.
Y si California legaliza el uso recreativo de esta droga, el comercio legal podría abrirse todavía más.
En Tijuana, por ejemplo, labora José Andere, vicepresidente ejecutivo de American Survey Company (ASC) y Vox Centrix, con 10 años de experiencia en Call Centers.
Realizan encuestas de mercado, principalmente para Estados Unidos y México, sobre temas legales, políticos, médicos y de consumo.
Entre ellas, encuestas sobre marihuana y uso de otras drogas para clientes en Estados Unidos.
En los últimos cinco años, han hecho un aproximado de 10 estudios sobre el consumo del cannabis. El más reciente, concluyó a finales de septiembre y para esto, entrevistaron a mil personas de California.
También han trabajado de la mano en estados donde el uso lúdico de la marihuana ya es legal, como Colorado.
Intentan descubrir cómo impacta la legalización entre adultos y millennials.
Y dice que el sector más interesado en conocer la opinión general sobre la marihuana en Estados Unidos, es el político.
En México, una de las figuras públicas más interesadas en entrar al negocio, es justamente un expresidente: Vicente Fox.
A través del Centro Fox, organizó en 2013 el “Simposium EEUU-México sobre Legalización y Uso Médico de Cannabis”. Abiertamente se ha dicho interesado en penetrar el mercado, tan pronto como este se legalice en México.
El primer paso, rumbo a la aceptación de la marihuana en México, podría ser justamente la legalización en California. La iniciativa que lo plantea es “Adult Use of Marijuana Act” (AUMA), conocida como la Proposición 64.
En 2010, un acta similar —la Prop 19—, logró llegar a la boleta aunque no se aprobó.
53% votó en contra.
En aquella ocasión su mayor opositor fue el grupo de agricultores del Triángulo Esmeralda porque aquella propuesta afectaba sus ganancias. El porcentaje de impuestos que incluía les parecía muy alto.
En la proposición que está en juego, se propone gravar a los agricultores con 9.25 dólares cada onza de flor, y 2.75 dólares la de hojas. Además, el consumidor final tendrá que pagar otro 15%.
Las encuestas apuntan que esta vez la iniciativa sí pasará, con un 63% de aprobación según la Universidad de California en Berkeley.
Si esto se cumple, California será el primer vecino de México en hacer legal su consumo, y Baja California absorberá parte del impacto.
Julio Ernesto Guerrero Moncada, académico de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) cree que impactará culturalmente y en la seguridad pública del estado.
Primero porque somos una región con un intercambio cultural permanente y segundo, porque probablemente un mayor porcentaje de la marihuana mexicana se quede en casa.
Tijuana es una de las plazas más codiciadas por el narcotráfico mexicano por tener la frontera más transitada de México hacia los Estados Unidos.
En 2015, la Procuraduría General de la República (PGR) decomisó 95 toneladas de marihuana en Tijuana, y este año van 47.
Hasta hoy, el consumo de marihuana medicinal en California no ha frenado la venta de marihuana mexicana, o ‘mexa’, en Estados Unidos.
Pero Guerrero, quien está adscrito a la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas de UABC, cree que el consumo de marihuana mexicana caerá en California a partir de la legalización.
Tal vez en México también suceda, porque en esta región el narcotráfico es un problema de dos vías y también se trafica de norte a sur.
A la marihuana que cruza de California a México le llaman “marihuana sin sangre”, porque no pasa por los cárteles de la droga.
La marihuana medicinal que se vende en Tijuana cuesta más que la ‘mexa’, pero tiene demanda porque es de mejor calidad y hay variedad.
Frank es un joven de 26 años de edad que pide usar un seudónimo pues cruza marihuana medicinal de San Diego a Tijuana para un grupo selecto de amistades y familiares.
Ha fumado cannabis desde los 17 años. Y cuando supo que tramitar el permiso médico era tan fácil como llenar un cuestionario en línea y pagar, dejó de comprar “mota” mexicana.
“A los 10 minutos me mandaron un PDF de aprobación”.
Daniel también traficó de norte a sur, incluso antes de ser trimmigrant, pues la demanda no es nueva. Dice que los perros policía no detectan la hierba porque no es de interés para el Estado. Ha cruzado hasta una libra de marihuana a pie.
De acuerdo a la PGR, la marihuana medicinal que cruza de norte a sur proviene de estadounidenses que olvidan que la cargan o que desconocen las leyes mexicanas.
En lo que va del año, han decomisado menos de medio kilo de cannabis que intentaba traficarse a México.
Por su volumen y porque es de procedencia legal, no hay mayor repercusión que el decomiso. Pero en general, la percepción que se tiene sobre el consumo de marihuana está cambiando en el mundo, dice el académico.
Hay contenidos difundidos por los medios de comunicación que promueven su uso recreativo y que contribuyen a transformar el paradigma. Películas, series de televisión, documentales y artículos periodísticos, son solo algunos.
Guerrero atribuye este proceso de aceptación, al uso médico de la marihuana, porque esta detonó la idea de que no es dañina.
“Cuando empiezas a reflexionar que algo puede curarte y que está siendo criminalizado, empiezas a cuestionar la validez de esa ley”, dice.
En Estados Unidos, 25 estados permiten la marihuana lúdica o medicinal, mientras Canadá permite su uso médico desde el 2001 y ya se alista para legalizarla con fines recreativos en 2017. Mientras tanto, en México se rechaza de ambas formas.
La iniciativa más reciente al respecto fue propuesta por el actual presidente de México, Enrique Peña Nieto. De ser aprobada, reformaría la ley de salud pública y el código penal para autorizar el uso de medicamentos elaborados a base de marihuana. Además, permitiría la investigación clínica y el traslado de hasta 28 gramos de la flor. Lo que no autoriza, es su cultivo, de modo que tendría que importarse.
En palabras del propio presidente, esta iniciativa permitiría una transición de la prohibición a la prevención y regulación de esta droga.
En agosto de 2015, un juez federal autorizó que ingresara al país la primera dosis de un aceite de cannabis, llamado Charlotte’s Web. La lucha legal la iniciaron los padres de Grace Elizalde, una niña de ocho años con síndrome de Lennox-Gastaut (LGS), que sufría unas 400 convulsiones epilépticas al día. La marihuana es lo único que alivia un poco sus convulsiones.
Poco después, en noviembre de ese mismo año, un amparo concedido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) autorizó el uso recreativo de marihuana a cuatro adultos. Tras el fallo, explicaron que únicamente buscaban debilitar el origen de la política prohibicionista. Ninguno de ellos consume y tampoco les interesa cultivarlo.
A la fecha, solo Grace puede consumir Charlotte’s Web, porque este aceite contiene tetrahidrocannabinol (THC), que no es legal en México.
Pero existe un aceite alternativo para quienes requieren del tratamiento. Se llama Real Scientific Hemp Oil-X (RSHO-X), y a diferencia del Charlotte’s Web, carece del THC, el psicoactivo que produce la famosa sensación de “viaje”. México prefiere evitar ese efecto, por eso lo prohíbe.
En cambio, el CBD tiene propiedades que tratan la epilepsia y enfermedades neurodegenerativas. Además de eliminar algunas células cancerígenas.
Y aunque el CBD es legal, no puede ingresar a México sin previa autorización de la Cofepris.
La primera y única marca autorizada para distribuir el RSHO-X en México, es Hemp Meds, una empresa con sede en San Diego que ayuda con el trámite de importación.
A la cabeza de este negocio se encuentra el Dr. Stuart Titus, CEO de Medical Marijuana Inc., la empresa matriz de Hemp Meds.
Titus dice que su acercamiento a México se dio a través de abogados que representaban a pacientes.
El gobierno mexicano dijo que si lograban desarrollar un aceite libre de THC, podrían venderlo en México, y así lo hicieron.
La primera paciente en recibir el RSHO-X, fue una niña veracruzana de 11 años, de nombre Alina Maldonado, en febrero de 2016.
Su interés, dice, ha sido expandirse a más países latinoamericanos desde que iniciaron con Brasil en 2014.
Actualmente, mantienen contratos con agricultores en siete países europeos y grupos que hacen la extracción del aceite.
Lo que sigue, según Titus, es llevar la producción y fórmula final a México. Contratar representantes de ventas, instalaciones para almacenamiento y envíos, así como fabricantes en este país.
“Pienso que con este programa podemos demostrar un buen tramo de crecimiento económico”, dice Titus.
Parte de su estrategia comercial, es brindar asistencia legal a personas que desean adquirir su producto. También cuentan con una lista de doctores que ya han prescrito su aceite.
Así como Hemp Meds, la Fundación Por Grace cuenta con un registro de nueve neurólogos mexicanos que ya recetan tratamientos a base de marihuana. Hemp Meds no está autorizado para detallar cuántos pacientes tiene, pero solo en junio les aprobaron 22 nuevos.
Aunque el CBD es legal, los pacientes deben tramitar el permiso porque México sigue sensible en cuanto al origen de la marihuana que se utiliza en estos medicamentos. Para Cofepris, es una forma de garantizar que los ingredientes no provienen del crimen organizado.
En Baja California, Violeta Villavicencio, residente de Tecate, recuerda que la marihuana era un tema incómodo, aunque cambió cuando nació Gala, su segunda hija, una niña con epilepsia que padece daño cerebral e hipotiroidismo. Sufre hasta siete convulsiones al día. No puede hablar, ni caminar.
A sus 6 añitos, Gala toma tres pastillas y media, más una dosis de jarabe diario. Sufre de insomnio y requiere de otro medicamento para dormir. Además en invierno debe someterse a un tratamiento de inhalaciones.
Los padres de Gala han buscado alternativas que ayuden a mejorar su calidad de vida y evitar daños a largo plazo. Temen que el consumo prolongado de medicamentos pueda sumarle otras dolencias, pero dejar de medicarse no es opción.
Gala nunca pasa más de tres meses sin complicaciones. Una semana antes de la entrevista, estuvo hospitalizada.
Cuando una persona está confinada a los fármacos de por vida, lo que sí debería ser opción, dice Violeta, son las opciones naturales. Su interés se posa específicamente en el aceite de CBD.
A la fecha, Violeta Villavicencio no ha conocido ningún especialista que prescriba el aceite de cannabis en Baja California. El primero, está cerca de llegar a la región en las siguientes semanas.
El pediatra de Gala, un médico interesado en los tratamientos con marihuana, contactó a Violeta para darle la buena nueva.
“Encontré a un colega” le dijo. “Un amigo que viene de la Ciudad de México, pero que ya tiene un paciente bajo tratamiento de CBD y viene a trabajar a Tijuana”.
Será entonces el primer neurólogo, no solo en Baja California, sino en todo el noroeste de México que recete una opción a base de marihuana.
Y mientras ella pelea por tener acceso al cannabis, otros luchan para dejarlo.
En México, aunque ilegal, la realidad es que obtener marihuana es cada vez más fácil. Su legalización en Estados Unidos, ha abaratado a la droga mexicana.
En un cuarto, al fondo de un centro de rehabilitación resguardado con rejas y candados, trabaja José Ramón Arreola Valera, director del área de menores de edad en CIRAD #3, uno de cinco anexos dedicados a rehabilitar niños y adultos que abusan de inhalantes, cristal, marihuana y heroína, principalmente.
El anexo se divide en dos áreas que separan a menores y adultos, pero en cada espacio, mujeres y hombres conviven libremente.
Los más chicos tienen 13 años. De 63 pacientes, 42 son hombres y 21 son mujeres. Pero no importa la edad, ni el género. De los internos, un 90% comenzó su historia de adicciones con la marihuana.
A la “mota”, como al alcohol y al tabaco, se les llama drogas de inicio porque pueden ser puerta a sustancias más fuertes.
Entre los jóvenes de CIRAD, 10 están internos por uso exclusivo de marihuana, incluyendo medicinal. Pero solo “por prevención”, según Ramón.
Estados Unidos reconoce que la marihuana puede llegar a ser adictiva, aunque no es frecuente. Un estudio citado por el Instituto Nacional de Salud, sugiere que solo un 30% desarrolla dependencia. La edad influye, pues cuatro de cada siete “adictos” comenzaron a fumar antes de los 18 años.
Así le sucedió a Jonathan, quien comenzó a drogarse con marihuana cuando tenía 11 años de edad. Hoy por iniciativa propia, intenta dejar la adicción y sus peligros.
Su caso tiene relación con un cártel de Tijuana y por ello pide un seudónimo.
“Al día me podía fumar hasta 10 gallos de mota”, dice mientras usa las manos para explicar las dimensiones de cada cigarro: una cuarta de largo, cada uno con el grosor de un plumón.
Después migró al cristal, y para seguir consumiendo, se integró al negocio.
“Estuve viviendo con un traficante que trabajaba para el cártel de La Rana aquí en Tijuana. Llegué a acuchillar personas, a andar tumbando, asaltar”. Si un cliente no pagaba, Jonathan lo desaparecía.
Pero no él no culpa a la marihuana, de su destino.
“Hay personas que no son malandros, pero usan marihuana medicinal. [El problema es] cuando te involucras con pandillas. Ahí ya cambió mi estilo de vida”.
No es el único que percibe la marihuana medicinal con otros ojos. Una encuesta nacional, publicada en 2016 por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, encontró que solo un 31% de los ciudadanos aprueba el consumo de marihuana, aunque el número aumenta si a la misma población se les pregunta sobre su uso médico. Un 73% dijo estar de acuerdo.
En opinión del académico Guerrero Moncada, y ante las medidas que están adoptando países más desarrollados, México no debería quedarse atrás. Los tiempos cambian y la prohibición no ha sido eficaz.
Por la cercanía entre México y Estados Unidos, Guerrero predice que una decisión a favor en California, obligará a que México adopte una postura, “que difícilmente será contraria” a la del país vecino del norte.
“Esto va a forzar a que se retome el debate en México”, dice.
A Violeta Villavicencio, la mamá de Gala, no le importa lo que pase con la marihuana en California. Ella lo que quiere es poder conseguirla de forma legal en su país natal.
Amistades del norte le ofrecen cruzar el aceite que necesita su hija, pero esto no le satisface. Es riesgoso, pues requiere de una valoración médica. Además, correría el riesgo de ser arrestada, o de perder a Gala.
“Estamos tratando de hacer las cosas bien. Queremos este respaldo médico y legal y queremos que la gente entienda que tenemos derechos, la facultad de exigir”, dice Violeta.
Los hechos demuestran que la marihuana medicinal en California abrió más la puerta al consumo en México, que todas las consultas, movilizaciones y propuestas en este país.
Con la votación que pudiera aprobar su uso recreativo en el estado dorado, la pregunta no es si repercutirá en Baja California y el resto del país, sino cómo evolucionarán esas consecuencias.
Ya se vivió en California con la fiebre del oro en el siglo XIX: la bonanza del metal impactó en el bolsillo de migrantes mexicanos y nativos de San Francisco. La historia del estado dorado, quizá se repita.