Desde su creación hace 20 años, la
Fundación para la Vigilancia de Internet (IWF, por sus siglas en inglés) ha eliminado de la red más de 280 mil páginas
que muestran abusos sexuales a niños.
Para cumplir con esa labor, sus
empleados tienen que ver cada una de esas páginas. “En un día vemos cosas mucho
peores de las que la mayor parte de las personas verá a lo largo de su vida”, dice
Peter, uno de los miembros del equipo de 12 analistas de la IWF. “Saber que estoy haciendo algo que hace una
diferencia y que ayuda a estos niños es lo que me impulsa para seguir
adelante en este trabajo”.
El equipo del IWF reparte su tiempo
entre gestionar centenares de denuncias del público y navegar por internet para
rastrear cientos de imágenes cada día; una vez que dan con ellas, son bloqueadas a
través de un sistema que las marca con una especie de huella digital única y
las incorpora a la lista especial con el fin de hacerlas desaparecer
permanentemente de internet.
“Intento
recopilar los detalles lo más rápido posible sin demorarme en ello”, comenta
Darcy, una ex analista forense que lleva tres años trabajando con la IWF; cree que es
más fácil si sabe con anticipación que va a pasar todo el día buscando nuevas
imágenes, pues eso le permite “prepararse mentalmente”.
La organización tiene una
política que obliga a los analistas a tomarse 10 minutos de descanso por cada
hora de trabajo y
también dispone de un servicio gratuito de asistencia. Según Darcy, ambas cosas
también les ayudan a sobrellevar el trabajo.
Gran parte del contenido que
ven es extremo, gráfico y desgarrador. Por ejemplo, de las casi 125 mil 500 imágenes de abuso sexual contra
niños que han sido marcadas por el IWF, dos
tercios muestran violaciones o torturas sexuales. Unas 3 mil afectan a
bebés o a niños menores de dos años de edad. Mientras mira los videos, Darcy
intenta hacerlo con el audio apagado.
“A menos que sea necesario, escuchar lo que está
diciendo el niño o el criminal, es difícil y yo, además, intento no ver los
videos de principio o fin, sino que voy adelantando rápidamente”, explica.
“Tienes
que tener una cierta mentalidad para hacer el trabajo y luego tener la
capacidad de desprenderte de todo lo que viste”, indica Peter. Pero no siempre
es fácil. “Llega un punto en el que ya
has visto suficiente. Entonces, yo simplemente me levanto y me alejo de
mi escritorio”.
El 21 de octubre de 1993, la IWF recibió su primera
denuncia telefónica. Dos décadas más tarde, en la lista de miembros de esta
organización no gubernamental hay grandes proveedores de servicios de internet
y gigantes tecnológicos como Google o Facebook.
Los analistas de IWF han ayudado a analizar casi 700
mil denuncias, de las cuales más de 280 mil llevaron a la identificación de
imágenes de abuso sexual contra niños. También han identificado unas 125 mil
imágenes con la huella digital única para incluirlas en la lista del contenido
bloqueado. Cada cuatro minutos, un analista marca una nueva imagen para
incorporarla en esa lista.
Quizá es difícil entender qué motiva a gente como
Darcy o Peter a pasarse el tiempo rodeados de imágenes perturbadoras de abusos
infantiles. Peter trata de explicarlo:
“Poco después de unirme al IWF, identifiqué una imagen
que parecía reciente. La imagen era de una niña en edad escolar en su
dormitorio. Me fijé en la decoración y en su ropa”. Todo el equipo empezó a
buscar para intentar determinar de dónde era ella. “A los pocos días la policía
llamó para informar que la habían rescatado y que estaba a salvo. No puedo
expresar lo bien que nos sentimos todos al escuchar esa noticia”.