
El
mundo actual no presenta una imagen alentadora; ya pasó un año desde la muerte
del pequeño Alan Kurdi, en el Mediterráneo, y la situación en esos lares no
cambian ni un milímetro, ni allá ni en muchas otras naciones. La beneficencia es,
en situaciones así, la indicada para aliviar los peores efectos de las crisis
humanitarias; la que llega a complementar los servicios públicos de atención de
la salud, la educación, la vivienda y la protección de la infancia. La que
palia tanto pesar.
La
Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resoluciónA/RES/67/105, decidió darle reconocimiento al papel que desempeña la caridad a la
hora de mitigar el sufrimiento humano, así como el de las organizaciones de
beneficencia y el de los particulares. Motivo suficiente para designar el 5 de
septiembre, que es el aniversario de la muerte de la Madre Teresa de Calcuta, como
Día Internacional de la Beneficencia.
Hoy, las
Naciones Unidas invitan a todos los estados miembros, las organizaciones del
sistema de las Naciones Unidas y las demás organizaciones internacionales y
regionales, a la sociedad civil, incluidas las organizaciones no
gubernamentales y los particulares, a celebrar la fecha con actividades
educativas y de concienciación.
La
beneficencia, como las nociones de voluntariado y filantropía, constituye una
verdadera vinculación social y contribuye a la creación de sociedades
inclusivas y más resistentes. La beneficencia ayuda a la promoción de la
cultura, la ciencia, el deporte y la protección del patrimonio cultural y
natural. También promueve los derechos de los marginados y de los
desfavorecidos y difunde el mensaje de la humanidad en situaciones de
conflicto.
La
fecha se eligió en recuerdo de la Madre Teresa de Calcuta, monja y misionera y
ahora santa, quien dedicó su vida a ayudar a los indigentes; durante 45 años
ejerció su ministerio entre pobres, enfermos, huérfanos y moribundos, al tiempo
que dirigía el desarrollo de las Misioneras de la Caridad, que se extendieron
por la India y luego por otros países, ampliación que incluyó la creación de
hospicios y residencias para los más pobres y las personas sin hogar.
Sería muy
bueno que cada 5 de septiembre tuviera la gente un verdadero motivo de
celebración; festejar menos sufrimiento, hambre, enfermedades, guerras en el
mundo. Sería bueno.