Dentro de la rara, aberrante confusión política anglo-estadounidense con la que despertó el mundo este viernes, tiene perfecta lógica que Donald Trump haya estado en el Reino Unido farfullando sobre el Brexit, el voto trascendental de aquella nación insular para abandonar la Unión Europea.
“Me parece que veo un gran paralelo, la gente realmente ve un paralelo realmente grande”, balbuceó el presunto candidato presidencial republicano en un campo de golf de su marca, en Escocia, luciendo su ya emblemática gorra “Hagamos a Estados Unidos grande otra vez”. El magnate se refería a la semejanza entre su campaña anti-establishment y la triunfal campaña “Salir” del Reino Unido. “La gente quiere recuperar su país”, afirmó.
¿Acaso Brexit significa que Trump tiene posibilidades de ganar? ¿Es posible que la clase política de Estados Unidos subestime la política de resentimiento y anti-globalización que simboliza Trump, como han hecho sus homólogos de Gran Bretaña?
Sin duda es tentador comparar los dos movimientos. Ambos surgieron en los últimos años y fueron descartados por las clases dirigentes políticas. Tanto la campaña Salir como el avasallador Trump han sido impelidos por una mezcla explosiva de rencores hacia la inmigración, el comercio y el sentimiento de que la soberanía nacional es lo mejor. Cada cual ha lamentado lo que considera un colapso de fronteras, el cual está permitiendo lo que percibe como una inmigración irrestricta. Y en ambos lados del Atlántico, elestablishment se aferró a la esperanza de que la campaña Trump y el impulso de Brexit terminarían por disiparse.
En términos demográficos, las campañas Trump y Salir guardan una extraña semejanza. Cada cual estaba dominada por votantes blancos de clase obrera y votantes mayores (quienes de sí muestran una preferencia blanca, porque el país era mucho más blanco cuando nacieron). Los británicos que optaron por Permanecer fueron votantes urbanos de nivel social superior, como también lo son los estadounidenses anti-Trump. El jueves, los londinenses cosmopolitas alcanzaron una victoria sesgando la elección casi 60-40 a favor de Permanecer, mas fueron superados por el resto de Inglaterra y Gales, que votaron aproximadamente 60-40 por Salir.
Escocia e Irlanda del Norte emitieron votos decididos para quedarse en el Reino Unido, pero como sus poblaciones son mucho más reducidas, sus votos no bastaron para mantener a la nación en la Unión Europea. Recordemos que Escocia estuvo a punto de abandonar al Reino Unido en su consulta de 2014; así que ahora es muy posible que decida separarse, ya que su población es decididamente pro-UE. Por otra parte, tanto en Belfast (Irlanda del Norte) como en Dublín (en el estado independiente de Irlanda; ambos controlados por Gran Bretaña) se habla sobre la posible unificación de la isla irlandesa; o por lo menos, se ha planteado la necesidad de fortificar la frontera abierta entre el norte y el sur.
Pese a que Trump habla de paralelos entre su improbable surgimiento y el triunfo de la campaña Salir en el Reino Unido, hay algunas diferencias bastante grandes. Y Trump se las vería negras para imponerse en Estados Unidos.
Primero, mientras que Gran Bretaña votó por una acción, un concepto –dejemos Europa-, Estados Unidos está eligiendo a un presidente, un comandante en jefe. Eso significa que Trump será juzgado por todas sus fortalezas y defectos individuales: sus comentarios sobres las mujeres y las minorías, sus negocios cuestionables, y sus insultos descabellados y ruines.
Segundo, Gran Bretaña celebró una votación directa de mayoría. En Estados Unidos, hay un Colegio Electoral, lo que representa un obstáculo más difícil para Trump. Tal vez pueda reunir grandes mayorías en los estados rojos republicanos como Alabama o Wyoming, pero los estados decisivos importantes están muy competidos. El Colegio Electoral tiende a amplificar las mayorías. En la elección presidencial de 2012, Barack Obama consiguió 51.1 por ciento del voto popular, contra 47.2 por ciento para Mitt Romney, un margen parecido para la victoria de Salir en el Reino Unido (los votos restantes en Estados Unidos fueron para partidos menores).
Sin embargo, el resultado del Colegio Electoral fue 332-206. Desde 1992, 18 estados y el Distrito de Columbia han votado por los demócratas, y su cuenta electoral es de 242 votos, muy cerca de los 270 necesarios para la victoria. Eso no significa que Trump no pueda ganar, pero para ello, no solo tendrá que romper ese muro, sino hacerlo polvo. Para conseguir la Casa Blanca necesitaría una victoria importante en los estados decisivos como Pensilvania, Ohio, Michigan y Virginia, y además, conservar todos los estados de Romney. Es posible, pero será una tarea muy difícil; mucho más de la que emprendió la campaña Salir en Gran Bretaña.
Tercero, Estados Unidos tiene más diversidad que el Reino Unido. La población negra representa 13.7 del total, y la población hispana compone casi 17 por ciento, mientras que los estadounidenses de ascendencia asiática suman 5.6 por ciento de la población. En el Reino Unido, las personas de ascendencia asiática –el grupo de minoría más numeroso- constituyen apenas 7 por ciento de la población, mientras que los negros representan alrededor de 3 por ciento. El resto de las minorías componen solo 1 por ciento del total.
En otras palabras, el fondo de votantes blancos de Trump en Estados Unidos es mucho, mucho más pequeño que el fondo de votantes blancos de Salir en el Reino Unido. Debido a que la población estadounidense ha cambiado drásticamente, el 59 por ciento de votos blancos que consiguió Romney fue equivalente al que George H. W. Bush obtuvo en 1988, pero como el voto blanco como participación del total ha caído de manera acelerada, Romney perdió una elección que Bush ganó fácilmente. Romney obtuvo un porcentaje mayor del voto blanco que Ronald Reagan en 1980 y aún así, perdió. Repito, Estados Unidos se ha vuelto no blanco más aceleradamente que Gran Bretaña.
Por último, el otro problema de Trump es que Gran Bretaña votó primero y los resultados no pintan muy bien. El viernes, tras el voto de Salir, los mercados se desplomaron. Y aun cuando se estabilicen, Gran Bretaña podría pasar por unos seis meses bastante accidentados mientras la campaña Salir se regodea en su “independencia”, a la vez que el Reino Unido –irónicamente- tiene que rogar a la Unión Europea para que le ofrezca buenas condiciones comerciales. La campaña Salir podría ser aleccionadora para los estadounidenses –y los europeos- en los próximos meses. Y Trump podría ganar pese a todo. Pero eso será muy difícil.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek