Fue
un 22 de junio de 1986 cuando el futbol cambió la forma en la que tenía que ser
analizado y disfrutado.
Era
el Mundial de México, el Estadio Azteca recibía el partido por los Cuartos de
Final que enfrentaba a dos países que cuatro años antes habían tenido otro
enfrentamiento, pero en el terreno de lo violento, con la Guerra de las
Malvinas.
Diego
Armando Maradona, entonces con 26 años de edad y cuya zurda ya era propiedad de
la gente del Nápoles, llegó al partido con la firme convicción de hacer algo
grande, si no ¿qué caso tenía jugar una Copa del Mundo?
“Si era por los argentinos, teníamos
que salir con una ametralladora cada uno y matar a Shilton, a Stevens, a
Butcher, a Fenwick, a Sanson, a Steven, a Hodge, a Reid, a Hoddle, a Beardsley,
a Lineker. Pero nosotros nos alejamos de ese quilombo. Ellos eran sólo nuestros
rivales. Lo que yo sí quería era tirarles sombreros, caños, bailarlos, hacerles
un gol con la mano y hacerles otro más, el segundo, que fuera el gol más grande
de la historia”, así inicia Diego el Capítulo VII del libro México 86. Mi
Mundial. Mi Verdad. Así ganamos la Copa.
Maradona estaba acompañado por Jorge
Valdano, Neri Pumpido, Oscar Ruggeri, Julio Olarticoechea, Ricardo Giusti,
Oscar Enrique, Jorge Burruchaga, José Cuciuffo, José Luis Brown y Sergio
Batista. Todos, salvo Valdano y quizá Ruggeri, no eran jugadores estelares o
cuyo apellido pudiera imponer.
Argentina venía de superar 1-0 a la rocosa
selección uruguaya en Octavos de Final, mientras que Inglaterra superó
claramente 3-0 a Paraguay en la misma instancia. Maradona sabía que el medio
campo de Inglaterra era de respeto, siempre con un 4-4-2, en la que Glenn
Hoddle, Peter Reid, Trevor teven y Steve Hodge, formaban un diamante de primer
nivel.
El juego se mantuvo 0-0 durante la primera
mitad, apenas 6 minutos después de iniciado el segundo lapso Maradona cazó un
pase de Hodge al portero Shilton, Maradona saltó e impacto la pelota con la
mano, el réfer, el juez de línea, los aficionados, nadie sabía que había
pasado, sólo Maradona que fue celebrar.
“Decidí lo que los jueces no quisieron”.
Se le llamó “La Mano de Dios”, que hay que
decirlo con todas sus letras, fue una trampa, una trampa que redefinió la forma
en la que tenía que satanizarse o aplaudir a un jugador.
Minutos después, al 55`, Maradona escaló al
olimpo del futbol, dejó de ser terrenal para convertirse en un mago con poderes
diferentes a los de cualquier futbolista promedio. Maradona no quería dejar
duda respecto a su talento y entonces tomó la pelota a la mitad del campo…
“La va a tocar para Diego, ahí la tiene
Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el
genio del fútbol mundial, deja el tendal y va a tocar para Burruchaga… ¡Siempre
Maradona! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta… Gooooool…
Gooooool… ¡Quiero llorar! ¡Dios Santo, viva el fútbol! ¡Golaaazooo!
¡Diegoooool! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme… Maradona, en una corrida
memorable, en la jugada de todos los tiempos… Barrilete cósmico… ¿De qué
planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un
puño apretado gritando por Argentina? Argentina 2 – Inglaterra 0. Diegol,
Diegol, Diego Armando Maradona… Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona,
por estas lágrimas, por este Argentina 2 – Inglaterra 0”.
Fue la narración del cronista uruguayo
Vìctor Hugo Morales, sí, un hombre de la nación a la que Argentina había
eliminado recientemente, se le entregó a Maradona al igual que las 114 mil
personas que estaban en el Estadio Azteca y millones más que lo vieron por
televisión.
Maradona hizo pedazos al equipo inglés, hizo
pedazos lo que se conocía como un gol e hizo pedazos las gargantas de los
aficionados que sabían acababan de presenciar el mejor tanto de la historia del
futbol.
Gary Lineker, estrella inglesa del momento
y que marcó el único gol de Inglaterra, habló de los goles, del infierno y la
ascensión de Maradona a la inmortalidad.
“Yo le echo la culpa al referí y al asistente,
no a Maradona. Y el segundo gol fue la primera y única vez en toda mi carrera
que tuve ganas de aplaudir un gol de rival”.
Maradona estaba listo para cumplir su
destino en el futbol, Bélgica y Alemania fueron los otros europeos que
sucumbieron ante Diego y su Argentina; lo que hizo con su vida después se mide
con las reglas de los humanos, porque lo que se creó el 22 de junio de 1986
únicamente puede ser juzgado con la conciencia divina de los enamorados al
futbol.