Donald Trump habla incesantemente de China en sus eventos de campaña, y no de una buena manera. El Huffington Post incluso compiló un video de YouTube de Trump diciendo la palabra “China”. Dura tres minutos completos.
Trump dice de China: “Están robándose nuestros empleos; nos están venciendo en todo; ellos están ganando, nosotros, perdiendo”. Él dice: “China nos estafa en el comercio. Ellos devalúan su moneda y matan a nuestras compañías”. Y él advierte: “Estamos tan atados con China y Asia que sus mercados ahora están controlando al mercado de EE UU”.
Trump incluso culpa a China de fabricar el movimiento del cambio climático mundial para robarse empleos estadounidenses, declarando en un tuit de noviembre: “El concepto del calentamiento global fue creado por y para los chinos con el fin de hacer no competitiva a la manufactura de EE UU”.
Él ha propuesto ordenar una tarifa de 45 por ciento a todos los artículos chinos que entren a Estados Unidos.
Así, uno pensaría que todo esto haría a Trump extremadamente impopular en China, ¿verdad?
Error.
La Associated Press reportó el fin de semana pasado:
Aun cuando los funcionarios chinos y los medios de comunicación locales han denunciado las amenazas de Trump de una represalia económica, muchos observadores chinos ven un aspecto positivo en el enfoque de él en los problemas económicos en vez de la casi total exclusión de derechos humanos y libertades políticas. Ello parece hacerlo una alternativa atractiva a su posible rival, Hillary Clinton, quien es considerada como mucho más crítica del sistema comunista de China.
Muchos chinos también se sentirán aliviados de que Trump se enfoque tan incansablemente en el papel de China en la economía de EE UU, en vez de en el autoritario sistema político del país, su historial de derechos humanos o sus políticas hacia Tíbet y la región noroeste de Sinkiang
El cuestionamiento de Trump a los compromisos militares de EE UU en el extranjero también es una música dulce a los oídos de los nacionalistas chinos quienes quieren que China domine en Asia y desafíe el dominio de EE UU en el resto del mundo. La oposición de él al tratado comercial de la Sociedad Transpacífica, el cual excluye a China y busca compensar la influencia china, también le viene bien a Beijing, aun cuando él también ha criticado la construcción de islas artificiales chinas en el Mar de la China Meridional…
En contraste, muchos chinos tienen recelos con respecto a Clinton que se remontan a un discurso que ella dio en una conferencia de la ONU en Beijing en 1995 que se enfocó tremendamente en los derechos humanos, para desagrado de los anfitriones…
Como ex secretaria de estado de Barack Obama, Clinton es asociada estrechamente con el “giro” de Washington hacia Asia que incluye un aumento en la presencia militar de EE UU en la región. Beijing ha sido fuertemente crítica del cambio de política, el cual en gran medida fue visto como motivado por las aseveraciones robustas de China sobre sus reivindicaciones marítimas en el Mar de la china Meridional.
En otras palabras, los chinos ven como una fanfarronada el que Trump hable duramente del comercio. Como le dijo un profesor chino de la Universidad de Nankín a AP: los chinos se han “acostumbrado a que los candidatos estadounidenses hagan declaraciones fuertes sobre su país durante las elecciones, sólo para moderar sus posturas al asumir el cargo”.
Pero él y su falta total de interés en la democracia y los derechos humanos, y su deseo de retirar los compromisos militares de EE UU en Asia, son vistos como reales.
Así, a pesar de sus ataques a China, Trump en realidad es el candidato preferido de la elite china, porque él es visto como el candidato que más posiblemente les permita salirse con la suya, tanto en las represiones políticas en casa como en la expansión de su hegemonía por toda la región del Pacífico Asiático.