La noticia difundida el pasado martes 12 de abril por
L’Osservatore Romano, diario oficial de la Santa Sede, no fue sorpresiva.
Ya se había filtrado en Roma desde hace cinco semanas por
el vaticanista Sandro Magister en la revista L’espresso: el papa Francisco
había decidido designar a Christophe Pierre como Nuncio apostólico en Estados
Unidos para relevar en el cargo a Carlo María Vigano, quien se jubila por
motivos de edad.
Así, monseñor Pierre deja la representación diplomática en
México, cargo que había ocupado desde el 22 de marzo de 2007. El cambio se
preveía, ya que es práctica común en la diplomacia vaticana la constante
renovación de sus representantes en otros países.
En su nuevo encargo, el diplomático francés tendrá entre
sus principales responsabilidades tender puentes en la relación entre Estados
Unidos y Cuba, luego de que el papa Francisco ha sido mediador en el
descongelamiento y una de las prioridades de su agenda internacional es acabar
con los últimos remanentes de la Guerra Fría.
Es un hecho que Christophe Pierre desempeñará ese papel de
manera por demás eficaz, ya que durante cuatro años, de 1986 a 1989, trabajó en
la Nunciatura Apostólica en Cuba. De manera que su designación como embajador
en Estados Unidos no es fortuita.
SU LEGADO: LA LIBERTAD RELIGIOSA
Del 4 al 8 de abril, durante la 101 Asamblea Plenaria de
la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Pierre advirtió a los 120 obispos
que este organismo “debe ser cada vez menos una institución administrativa,
para ser principalmente pastoral”.
El mensaje, que guarda plena congruencia con el del papa
Francisco durante su visita a México del 12 al 17 de febrero pasados, no es
nuevo en el diplomático.
Al participar en la Asamblea General de la CEM en
noviembre de 2013, el nuncio los invitó a discernir sobre la persona del obispo
a la luz del nuevo pontificado de Francisco. Pierre los invitó a “ser pastores
con el olor de las ovejas (…) No seamos hombres con la psicología de
príncipes. Hombres ambiciosos. ¡Esto es un escándalo! ¿Existe un adulterio
espiritual? No sé, piénselo ustedes”.
“Estamos llamados a ser pobres, a despojarnos de nosotros
mismos, y por esto debemos aprender a estar con los pobres, a compartir con
quien carece de lo necesario. ¡Eviten el escándalo de ser obispos de
aeropuerto! ¡Permanezcan con su rebaño!”.
Antes, en marzo de 2012, en la víspera de que Benedicto
XVI estuviera en suelo mexicano, el nuncio dejó en claro que su labor principal
era promover la obra misionera de la Iglesia y el diálogo con las autoridades
civiles.
“El Papa y los obispos han pedido a la Iglesia en todos
los niveles (…) favorecer un encuentro efectivo y vivo con Cristo y ser más
misionera, de modo que su mensaje tenga una verdadera incidencia en la realidad
social.
“Por mi parte, me esfuerzo por hacer que mi trabajo vaya
en esa dirección. Tengo también conciencia de la importancia de mi papel con
las autoridades civiles y políticas. Para mí la palabra maestra es
precisamente: diálogo, con paciencia y sin cansancio, para disminuir los
prejuicios y favorecer la mutua comprensión”.
Esta visita se dio en el marco de las reformas al artículo
24 constitucional en materia de libertad religiosa cuyo objetivo era eliminar
las restricciones que le impedían a la Iglesia católica impartir educación
religiosa en las escuelas públicas, intervenir en política y poseer medios de
comunicación.
De hecho, esta reforma puede ser considerada como uno de
los principales legados de Christophe Pierre en México. En ese entonces dijo
estar “muy consciente de la historia” del país, marcada por “luchas y
confrontaciones” entre la Iglesia y el Estado.
“No podemos ser prisioneros de la historia”, argumentó en
favor de los cambios a la Carta Magna, y dijo que para construir una verdadera
sociedad democrática “no debería partirse del miedo de que el clero o la
Iglesia tomen el poder o ejerzan poder político. En la actualidad esto, en mi
opinión, nace más del prejuicio que de una amenaza real”.
Monseñor Pierre aclaró que la jerarquía no pretendía
“obtener privilegios” con los cambios legislativos. “La libertad religiosa es
un derecho de todos los ciudadanos, sin excepción, y no una concesión otorgada
por el Estado”.
Al final, el artículo 24 quedó en los siguientes términos:
“Toda persona tienen derecho a la libertad de convicciones
éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su
agrado. Esta libertad incluye el derecho a participar, individual o
colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones
o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta
penados por la ley. Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de
esta libertad con fines políticos, de proselitismo o de propaganda política”.
Más allá de esa reforma, durante su desempeño como nuncio
en México, Christophe Pierre mantuvo un perfil mediático bajo, evitó ser
protagónico y no compitió con los liderazgos tradicionales de la Iglesia.
Eso sí: recorrió varias veces el país. Asistía a la
inauguración de parroquias rurales, a la ordenación de diáconos y sacerdotes,
visitaba diócesis que enfrentaban conflictos y acudía a las fiestas patronales.
Incluso, ofició una misa, a finales de diciembre de 2014,
en la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, en memoria de los 43
estudiantes desaparecidos.
A decir de quienes lo acompañaban, no sólo establecía
contacto con las estructuras religiosas locales, sino con la feligresía. Lo
suyo es el contacto pastoral, lo que le ganó liderazgo entre los obispos
mexicanos, pero también desencuentros.
¿QUIÉN MAL ACONSEJÓ AL PAPA?
Su actividad no estuvo exenta de críticas y generó
desencuentros entre los viejos liderazgos de la CEM. Uno que es público fue el
que protagonizó con el cardenal Norberto Rivera Carrera quien, a través del
semanario Desde la Fe, lo acusó de “mal aconsejar” al papa Francisco durante su
visita a nuestro país en febrero pasado.
En el editorial “Un episcopado a la altura”, hay
un reproche por el “regaño” que el Santo Padre lanzó a los obispos en su visita
a México y se pregunta directamente: “¿Quién mal aconsejó al Sumo Pontífice?”.
Cuestionado sobre el tema, monseñor Pierre manifestó: “Yo
no tengo opinión de eso, la única opinión que tengo es que he podido ver a lo
largo de los días lo que la llegada del Papa ha sido para mí y muchas personas:
una buena noticia. Yo me quedo con esto”.
Al insistírsele sobre un eventual conflicto con el
arzobispo primado de México, reiteró: “Yo no me meto en eso, pero lo que puedo
destacar es lo que el Papa nos dijo, donde nos invita a todos para que, a
partir de la riqueza que tenemos, busquemos el cambio, porque sí hay muchos
problemas”, y agregó que la sociedad y los gobiernos deben construir esa
transformación.
Luego de que trascendiera que Rivera Carrera fue relegado
de la organización de la visita papal, Christophe Pierre reiteró su balance:
“Su visita fue un acontecimiento para la sociedad mexicana, pero claro que las
cosas siguen como antes porque el Papa no ha venido para resolver los problemas
de México, pero muchas personas se dejaron tocar del corazón con un deseo de
cambiar”.
En sentido autocrítico, reconoció que a la Iglesia y a la
sociedad “nos ha faltado humanidad, transmisión de valores, la espiritualidad,
la oración. En cada familia hay problemas, por eso debemos estar atentos y
seguir el mensaje de Jesús y tenemos la capacidad de construir una nueva
sociedad, pero sí estoy de acuerdo con que nos falta mucho”.
Lo cierto es que uno de los pendientes que deja es el
relevo de Norberto Rivera en la Arquidiócesis Primada de México, ya que el
próximo año cumple 75 años y tendrá que presentar al Papa su renuncia por edad.
Hasta el momento se desconoce quién podrá suceder a
Christophe Pierre en la representación diplomática de México. Lo cierto es que
su salida deja un gran hueco.
MI ENCUENTRO CON EL NUNCIO
La sorpresiva renuncia del papa Benedicto XVI, el 11 de
febrero de 2013, efectiva a partir del 28 de febrero, me permitió entrevistar
al nuncio Christophe Pierre en esas fechas, y descubrir en él a un hombre
sabio, consciente de la trascendencia de esa decisión y de los retos que
enfrentaría el nuevo Vicario de Cristo.
En esa conversación que tuve en exclusiva para el
Informativo 40 Noche hablamos de los problemas que enfrentaría el nuevo Papa.
“Son los problemas de la evangelización, del encuentro con los hombres y las
mujeres de hoy y en contextos culturales muy complejos, muy diversos, pero la
misión de la Iglesia es la evangelización. Evangelización es transmitir”.
—Han surgido muchas
interpretaciones, quisiera la de usted, monseñor, sobre las causas de esta
renuncia, que lo hace en medio de traiciones y mentiras.
—No, yo pienso que es una dramatización que yo no puedo
leer. Yo pienso que el Santo Padre va a cumplir 86 años y físicamente se puede
notar que es un hombre frágil, que ha tenido varios problemas de salud que son
ahora permanentes, y entonces él siente que el ejercicio de su misión se
encuentra limitado.
“No puede caminar como antes, la tensión y la preocupación
del Pontificado es inmensa y él tiene que estar al tanto de muchos problemas,
viajar. Para él los viajes son un gran problema porque la diferencia de
horario, la tensión del viaje, los discursos permanentes”.
Le pregunté si por esta decisión, Joseph Ratzinger podía
ser considerado un Papa moderno, revolucionario y vanguardista. “Todas esas
palabras necesitan ser interpretadas. Yo pienso que es un Papa atento, un Papa
como una centinela, ¿no? La centinela de Dios que busca un poco las
constancias.
“Yo pienso que todos los verdaderos actores en el mundo de
hoy son personas que tienen creatividad, siempre en relación con la tradición.
Entonces yo pienso que si usted quiere hablar de modernidad, de revolucionario,
yo pienso que el hombre sabio sabe interpretar y actuar de manera siempre
conforme a una tradición.
“Porque son los dos aspectos de la historia, si uno olvida
uno de esos aspectos, el pasado, sin interpretar el mundo de hoy, se equivoca;
pero si interpreta y si actúa sin referirse a una historia de la tradición,
también se equivoca”.
Me dijo que no tenía elementos para afirmar que la
decisión de la renuncia la tomó precisamente durante su visita a México, del 23
al 25 de marzo de 2012, a las ciudades de Guanajuato, León y Silao. Visita que,
por cierto, él organizó y en la cual lo acompañó muy de cerca. “Bueno, eso lo
estoy leyendo en los periódicos, yo no tengo evidencia de esto, yo pienso que
no es así”.
Y por último, sin saber aún el nombre del sucesor, la
pregunté sobre la posibilidad de que pudiera visitar México. “Como ustedes
saben, le toca a la Iglesia, a los obispos, invitar al Santo Padre. Ciertamente
lo van a hacer. Pero, también, le toca al gobierno. Yo no tengo duda de que lo
van a hacer, pero hay que tener un poco de paciencia. El Papa todavía no ha
sido nombrado.
“Pero sí, es deseo de los mexicanos, sin duda, conocer al
nuevo Papa. Por el momento, la invitación es conservar la calma y la oración.
Necesitamos de un buen Papa, santo, una persona capaz de guiar a nuestra
Iglesia en el futuro inmediato, y por eso necesitamos de mucha oración.
Necesitamos un hombre bien preparado, de oración, capaz de ayudarnos a
reconocer la voluntad de Dios y de hacerla en nuestro día a día”.
Finalmente, la decisión de los obispos cayó en el papa
Francisco. Y como me lo adelantó en 2013, el Pontífice visitó México del 12 al
17 de febrero pasados.
¿QUIÉN ES CHRISTOPHE PIERRE?
Oriundo de Rennes, Francia, donde nació en 1946,
Christophe Pierre fue ordenado sacerdote en 1970. Realizó estudios en la
Universidad Lateranense y en la Pontificia Academia Eclesiástica, donde la
Santa Sede prepara a sus cuadros diplomáticos. Tiene una maestría en Teología y
un doctorado en Derecho Canónico.
Trabajó en las representaciones diplomáticas de Nueva
Zelanda, Mozambique, Zimbabwe, Cuba y Brasil, así como en la Misión Permanente
de la Santa Sede ante la ONU, en Ginebra, Suiza.
Antes de ser nuncio apostólico en México, ocupó el mismo
cargo en Haití de 1995 a 1999; y en Uganda, de 1999 al 2007.
Fue el quinto representante de El Vaticano en México desde
que se reanudaron las relaciones diplomáticas con la Santa Sede, en 1992. Los
anteriores nuncios fueron: Girolamo Prigione (de 1992 a 1997); Justo Mullor (de
1997 a 2000); Leonardo Sandri (de mayo a septiembre de 2000), y Giuseppe
Bertello (de 2001 a 2007).
