Mark Ruffalo, nominado al Mejor Actor Secundario, también pensó en sabotearla, pero al final decidió asistir en apoyo a las víctimas de abusos de religiosos. Pero, ¿imaginarías la tensión en la sala si Ruffalo, uno de los nominados más importantes, hubiera participado en el boicot? ¿Qué tal si hubiera ganado y no estuviera presente para recibir el premio? Habría sido un gesto poderoso, por no decirlo de otra manera.
Todo esto recuerda la época en que Marlon Brando saboteó los Óscares, en 1973, cuando también fue nominado y no meramente para un papel secundario en un reparto cualquiera. De eso nada. Aquel año la Academia honraba la cinta “El Padrino”, de Francis Ford Coppola; y con ella, la interpretación de Brando en el papel de Vito Corleone, una de las actuaciones más icónicas de todos los tiempos.
Brando sabía perfectamente que ganaría el premio al Mejor Actor, y por ello saboteó la ceremonia para protestar por la forma como Hollywood trataba a los nativos americanos. En su representación se presentó una activista nativa americana llamada Sacheen Littlefeather quien, cuando llamaron a Brando, subió al escenario con atuendo tradicional y se negó a recibir la estatuilla que le ofreció Roger Moore. La mujer explicó que Brandon, “muy lamentablemente, no podía aceptar ese premio generoso, y la razón de ello era… el tratamiento que reciben actualmente los indios americanos por parte de la industria del cine y la televisión, con las repeticiones de sus películas, y también por los acontecimientos recientes en Wounded Knee”.
La abuchearon.
Más tarde, ese mismo año, Brandon tuvo una entrevista con Dick Cavett. El entrevistador veterano se sentía muy intimidado en presencia del actor, y ambos lo sabían. Luego de unos minutos de charla incómoda, Cavett reunió el valor para preguntar lo que todos anhelaban saber. Mientras Brandon tomaba un sorbo de su taza, el reportero dijo: “Si pudieras repetir la noche de los Premios de la Academia, ¿cambiarías algo?”.
Después de una larga pausa, Brandon respondió que no, que nada cambiaría. “Sentí que había una oportunidad”, agregó. “Como el indio americano no ha podido hacerse escuchar en momento alguno a lo largo de la historia de Estados Unidos, me pareció que esa era una oportunidad maravillosa para expresar su opinión ante 85 millones de personas. Sentí que tenía el derecho de hacerlo, en vista de lo que Hollywood le ha hecho”.
Y prosiguió detallando el tratamiento que Hollywood ha dado a las minorías:
No creo que el público se haya dado cuenta de lo que la industria del cine ha causado al indio americano, y de hecho, a todos los grupos étnicos. A todas las minorías. A todos los no blancos. El público, simplemente, no se da cuenta. Dio por sentado que es así como se representará a las personas, y que esos clichés, simplemente, van a perpetuarse. De modo que, cuando alguien hace cualquier tipo de protesta y dice, ‘No, por favor, no presenten así a los chinos”… En esta red puedes ver representaciones absurdas de la conducta humana. El criado filipino lascivo, el japonés ladino, o el loco, o el amarillo del Vietcong. El negro idiota, el indio estúpido. La lista es interminable, y la gente no entiende lo profundo sufrimiento que experimentan estas personas al verse representadas así; no los adultos, quienes ya se han acostumbrado a ese tipo de dolor y presión, sino los niños. Los niños indios, al verse representados como salvajes, horribles, violentos, traicioneros, borrachos, crecen con una imagen negativa de su identidad, y eso persiste toda su vida.
En 2016, es conveniente señalar que Hollywood ha mejorado mucho desde 1973. Lo ha hecho, sí. Pero, ¿cuánta de esa mejoría es real? ¿Cuánta marginación de las minorías ha sido envuelta en un paquete más agradable para los ejecutivos de los estudios de Hollywood y el público que asiste a las salas de proyección? Lo que Brandon dijo en 1973 sigue siendo cierto en la actualidad: la gente no se da cuenta de lo que la industria cinematográfica hace con las minorías.
A principios de esta semana, el crítico de cine del New York Times, Wesley Morris –quien casualmente es negro- respondió a la iracunda andanada resultante de las nominaciones del Óscar en The Bill Simmons Podcast. Morris sugirió que el problema no es, necesariamente, la Academia, sino que las películas de negros que no recibieron nominaciones no fueron promovidas como “películas de Óscar” por los estudios que las produjeron. “A pesar de que ‘Straight Outta Compton’ se estrenó en pleno verano y generó montones de dinero, parece que Universal no supo si debía presentar esta cinta a la consideración de los votantes del Óscar”, dijo. “Por desgracia, así funciona este proceso. En la mayoría de los casos, no puedes convertirte, orgánicamente, en parte de la conversación de los Óscares. Necesitas que un estudio te ponga enfrente de los votantes de la Academia”.
En parte, la razón de que estas películas no fueran sometidas al juicio de la Academia, agrega Morris, es el “racismo institucional, en términos de lo que la gente de esta ciudad considera una ‘película de Óscar’”.
Continuó: “Uno de los factores que dañó a ‘Creed’ es que la Academia está acostumbrada a percibir a los negros de cierta manera, y Hollywood está acostumbrada a percibir a los negros de cierta manera. ¿Y si ‘Creed’ tratara de un esclavo fugitivo que termina boxeando? ¿O si ‘Creed’ tratara del hijo de un mayordomo que termina boxeando?”.
Ice Cube se hizo eco de este sentir cuando habló del desaire para “Straight Outta Compton” como candidata para la Mejor Película, en The Angie Martinez Show en Power 105.1 FM. “Tal vez debimos poner un esclavo en ‘Straight Outta Compton’”, dijo. “Creo que metimos la pata en eso. Metimos la pata en eso. Solo hizo falta un esclavo para que los miembros de la Academia nos reconocieran como una verdadera película de negros”.
Entonces, ¿cuánto ha cambiado en realidad? Parece que la única diferencia entre 1973 y 2016, es que la manera como las minorías son representadas –la forma como la industria les permite participar- se ha vuelto menos vulgar, con un racismo menos explícito.
Otro argumento muy astuto que Brandon hizo en la entrevista con Cavett es que la lucha de los marginados es “bloque por bloque”. En efecto, hasta ahora hemos hablado de los actores negros, pero ¿qué hay de las otras minorías? ¿Por qué necesitamos esperar a que ocurra una injusticia especialmente notable contra algún actor asiático, para que su lucha llegue hasta Twitter? ¿Por qué tenemos que ver “Master of None” de Aziz Ansari para reflexionar en las dificultades de los actores indios? ¿Por qué todo está tan segmentado? George Clooney hizo un breve intento de abordar el tema en una declaración reciente paraVariety, acerca de la falta de diversidad en los Óscares. “Por cierto, hablamos de afro-estadounidenses”, dijo. “Para los hispanos, es mucho peor. Necesitamos mejorar esto. Antes lo hacíamos mejor”. Por desgracia para los hispanos, asiáticos, indios, las mujeres y todos los otros grupos de minoría, el bloquedu jour es la comunidad negra. Todos los demás tendrán que esperar su turno.
Sin embargo, ¿cómo aprovechan los profesionales del entretenimiento negros la atención que hoy recibe su bloque particular? Cuando Cavett mencionó a Brandon cuán perturbador fue que abuchearan a Littlefeather en el escenario, Brandon respondió que hacían falta vigilancia y trastornar el orden establecido para lograr un cambio, y que la comunidad negra siempre se había destacado por exigir justicia.
La abuchearon porque pensaron, ‘Este momento es sacrosanto, y estás arruinando nuestra fantasía con esta intrusión de realidad’. Supongo que fui cruel al pedirle que hiciera eso, pero había mucho en juego, y es un tema que nadie en la industria cinematográfica jamás habría abordado por su cuenta, a menos que se viera forzado a hacerlo. Los negros han provocado cambios, simplemente porque están furiosos. Han protestado a gritos, y amenazado, y hecho mucho ruido. Pero si hubieran callado y pensado, ‘Bueno, quienes están en el negocio del cine poco a poco tendrán más sabiduría y nos harán justicia’, jamás habrían llegado a donde están. Tenemos que estar muy agradecidos de que los negros hayan sido tan insistentes para lograr que su imagen cambiara.
Eso podemos verlo hoy en los comentarios de Spike Lee y Jada Pinkett Smith, y todos los demás que se han manifestado desde el anuncio de las nominaciones. Mark Ruffalo casi saboteó la ceremonia, pero decidió no hacerlo, y con buena razón. No obstante, Mark Ruffalo y “Spotlight” ciertamente no tienen el peso de Marlon Brandon y “El Padrino”. Pero ¿qué tal si Leonardo DiCaprio decidiera sabotear la premiación cuando parece casi seguro de alcanzar su muy ambicionado primer Óscar?
Por supuesto, nadie tiene el derecho de pedir a DiCaprio –o cualquiera- que sabotee o se manifieste sobre el tema, pero es interesante pensar en las posibilidades. Después de todo, para que haya un cambio real en Hollywood, este no podrá gestarse bloque a bloque, o a través de una publicación Instagram de Spike Lee; será necesario que surja de una manera que el sistema no está acostumbrando a enfrentar. Alguien tendrá que abandonar su zona de seguridad y, como hiciera Brandon en 1973, introducir a la fuerza un poco de realidad en la fantasía.