CON LA RECAPTURA DE JOAQUÍN GUZMÁN, EL CHAPO, se cierra el periodo más agudo de la crisis política que ha enfrentado el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto desde los hechos ocurridos en el municipio de Iguala, Guerrero, el año pasado y donde fueron asesinados 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa.
Crisis que el propio gobierno federal interpretó como un problema estrictamente local y que fue creciendo hasta alcanzar dimensiones internacionales. A los hechos de Ayoztinapa se sumó el escándalo por la llamada Casa Blanca (una propiedad de su esposa, la primera dama), adquirida en circunstancias sospechosas, y que sembraron en la opinión pública la duda sobre un posible conflicto de intereses; con uno de los mayores contratista del gobierno federal y todo el mandato del ahora presidente durante su gestión al frente del Estado de México.
Pronto, lo que parecía un mero problema de comunicación se convirtió en una crisis de legitimidad, que arrastró la propia imagen presidencial y la de su gobierno entero. Con una economía de números mediocres, múltiples escándalos por casos de abuso de poder y uso de recursos públicos parafines privados, la crisis alcanzó dimensiones catastróficas cuando el 18 de julio pasado se fugó, de una cárcel de máxima seguridad, el narcotraficante más poderoso del país, Joaquín Guzmán Loera.
Ni siquiera el triunfo del Partido Revolucionario Institucional en las elecciones intermedias y la consecuente mayoría legislativa en la Cámara de Diputados sirvieron de salvavidaspara un gobierno en plena caída. La fuga del Chapo exhibió la incapacidad del gobierno en su conjunto pero, específicamente, de las instituciones de seguridad pública y los órganos de inteligencia para llevar a cabo sus tareas.
Por esas razones, la recaptura del narcotraficante más buscado representa un punto de inflexión en la espiral de la crisis del gobierno. En medio de tantos fracasos y sinsabores, la reaprehensión del capo de Sinaloa puede ser también una nueva etapa para que el propio presidente relance su administración.
Además de las muchas lecturas que tendrá el caso en los próximos días, y sobre el futuro del narcotraficante en México o en Estados Unidos, hay una vertiente inevitable: la recaptura del Chapo será una ficha importante en el tablero sucesorio hacia el 2018. El secretario de Gobernación,Miguel Ángel Osorio Chong, podría adelantarse a sus rivales de las secretarías de Hacienda (Luis Videgaray), Educación (Aurelio Nuño) y Desarrollo Social (José Antonio Meade) en la búsqueda de la candidatura del PRI a la Presidencia dela República en 2018. El llamado Grupo Hidalgo, donde se encontraba el propio exprocurador general de la República, Jesús Murillo Karam, fue el gran derrotado por la crisis política 2014-2015, y tras la captura del capo más famoso del mundo, podría retomar energía para enfrentar el tramo final de la carrera presidencial.