La presidenta de Brasil Dilma Roussef pidió este lunes rapidez al Congreso para resolver su juicio político y dijo confiar en el vicepresidente Michel Temer, cuyo enigmático silencio despierta dudas sobre su apoyo a la mandataria.
Este lunes, una comisión especial de diputados iba a empezar a analizar el impeachment, pero a última hora el presidente de la Cámara Eduardo Cunha aplazó la instalación hasta el martes, por lo que esta coincidirá con la sesión del consejo de ética de la Cámara, que puede decidir investigar a Cunha por ocultar cuentas en Suiza vinculadas presuntamente a la corrupción descubierta en la estatal Petrobras.
Si bien el gobierno cree tener votos suficientes para salvar a Rousseff, se han encendido luces de alarma: el vicepresidente Temer no ha dicho ni una palabra desde que Cunha dio luz verde al impeachment de la presidenta, a la que deberá sustituir si es apartada del cargo.
El mutismo de Temer, líder del poderoso partido PMDB de centro, desata especulaciones sobre su posicionamiento en relación al impeachment, aunque Rousseff aprovechó el silencio para decir ste lunes que aún tiene confianza en Temer, con quien fue electa en 2010 y 2014.
“Siempre fue extremadamente correcto conmigo. No tengo por qué desconfiar de él ni un milímetro”, afirmó en una rueda de prensa la mandataria brasileña.
En un movimiento extraño, uno de los hombres de más confianza de Temer, el ministro de Aviación Civil, Eliseu Padilha, renunció este lunes al cargo invocando “razones familiares”, pero se sabe que Padilha es considerado un hábil negociador en el Congreso y se cree que operará a favor de la destitución de la mandataria.
“Es una pérdida muy grande”, había dicho el sábado el ministro de Comunicación Social Edinho Silva, cuando la dimisión de Padilha era un secreto a voces. “Es un eximio articulador político con rara habilidad”, añadió.
La alianza que sustenta el gobierno de Rousseff está encabezada por el PT y el PMDB, pero este partido tiene corrientes opositoras al gobierno. El propio Cunha, que dio vía libre a la solicitud de juicio político, es del PMDB y tiene influencia sobre la bancada.
Rousseff no quiere que pase el tiempo
Proceso en marcha
Los partidarios del juicio político calculan que en plena recesión, pérdidas de empleo, inflación en aumento y escándalos de corrupción que no paran de ser investigados, la opinión pública posiblemente se volcará a las calles y terminará presionando a los legisladores a pronunciarse contra la mandataria.
La economía está “como un tren descarrilado”, dijo el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, en una reunión con sindicalistas afines a los que pidió que moderasen sus reclamos a su sucesora.
Rousseff tiene una popularidad de apenas 10% once meses después de haber ganado con 54 millones de votos un segundo mandato de cuatro años.
Tras cuatro años de crecimiento débil y estancamiento, en 2015 la economía se desmoronó y terminó de destaparse una gigantesca red de corrupción en Petrobras que llevó a la cárcel a decenas de políticos allegados al gobierno, empresarios y banqueros; y si bien las investigaciones no han implicado directamente a Rousseff, aún continúan.
Con información de AFP.