Pero también es importante analizar el mensaje mismo. Las afirmaciones de ISIS no son caídas del cielo. Por muy desagradables que puedan resultar, están enmarcadas en narrativas y debates religiosos sobre el Islam que datan de hace siglos.
Un vistazo a la publicación en línea de ISIS,Dabiq, revela argumentos fundamentados en el wahabismo, rama fundamentalista de la secta sunita. Hay invocaciones del fundador Ibn Taimaya, “Sheik al Islam” y referencias de Ibn Abbas, Ibn Masood, Ibn al-Qayyim, Ibn Hajar, Muhammad Ibn Abdil-Wahhab, Bukhari y Sahih Muslim, eruditos musulmanes que reúnen, interpretan o narran elhadiz (las palabras del profeta). Y el mensaje principal es claro: “Mata a cualquiera que cambie su religión [Sahīh al-Bukhārī]”.
Por consiguiente, decir que ISIS no tiene relación con el Islam es una afirmación ingenua, incluso deliberadamente displicente, pues ignora las interpretaciones del Islam que ISIS presenta en sus vídeos, declaraciones y demás comunicados.
Por otra parte, argumentar que ISIS es enteramente islámico, también es simplista. Me refiero a considerar que el grupo representa a todos los musulmanes, así como las lecturas e interpretaciones diversas y opuestas del Islam en todo el mundo. Eso, claramente, no es verdad.
Adherirse a cualquiera de esas explicaciones, polares y fáciles, de lo que representa ISIS no solucionará el problema. Para entender a ISIS y trastocar sus narrativas, necesitamos considerar algunos temas controversiales en los que concuerda la mayoría de las diversas sectas del Islam.
Lectura selectiva
Por ejemplo, ISIS invocó elsabi –término árabe para esclavizar a las mujeres- cuando secuestró mujeres yazidí en noroeste de Irak, en agosto de 2014, argumentando que su acción era justificable porque los yazidíes son “infieles”.
Al informar sobre lo ocurrido con aquellas mujeres, los medios árabes evitaron iniciar un debate sobre elsabi. Se hicieron muchas preguntas sobre la justificación de llamar infieles a los yazidí, pero muy pocas sobre la justificación de la práctica delsabi.
Más tarde, el tema delsabi volvió a surgir entre los eruditos musulmanes, quienes suelen estar de acuerdo en que la práctica existía antes del Islam y continuó durante las primeras etapas de la religión. El debate versó en la justificación del renacimiento delsabi como práctica en la eventualidad de que se creara un califato, cosa que argumentaría ISIS.
Algunos eruditos musulmanes trataron de disputar ese argumento socavando la legitimidad de ISIS y su califato autoproclamado. Algunos incluso llegaron a puntualizar quesabi no es legítimo en nuestra era, pero solo fueron unos pocos y no lograron ofrecer una contra-narrativa sólida a la de ISIS.
La exigencia de ISIS de que los cristianos deben convertirse al Islam o pagar lajizya, un impuesto cobrado a los no musulmanes a cambio de protección y servicios, también ha causado conflictos.
En una carta abierta al líder Abu Bakr al-Baghdadi, 120 eruditos sunitas criticaron la forma como ISIS estaba interpretando el Islam, mas no respondieron, eficazmente, a sus afirmaciones. Por el contrario, sus comentarios sobre si lajizya aún era aplicable en el mundo moderno fueron confusos y contradictorios.
Primero describieron a los cristianos como “árabes” y “amigos” que no debían estar sujetos a lajizya, pero luego dividieron el impuesto en dos categorías: uno para grupos que hicieran la guerra contra los musulmanes y el otro –descrito como semejante alzakat (un impuesto que pagan los musulmanes)- gravado a los cristianos que no hicieran la guerra. Al tratar de establecer la ilegitimidad de lajizya, los eruditos no pudieron ofrecer un argumento religioso coherente en su contra.
Hay muchos otros casos problemáticos que derivan de las actividades de ISIS. Por ejemplo, ¿está permitido matar a los ateos o apóstatas, como sugieren algunas interpretaciones extremas del Islam?
Un debate sincero
El problema no tiene una solución mágica ni inmediata. Una lectura integral, constructiva y crítica delfiqh islámico (la comprensión humana de la leySharia) y la historia, en todas sus etapas, requiere de un esfuerzo colectivo enorme. Y el esfuerzo debe incluir a los gobiernos, las autoridades religiosas y otras instituciones, como la academia y los medios.
Dicho esfuerzo debe iniciar cambiando los mensajes religiosos que incitan al odio o la violencia. Y debe incluir los canales de televisión que apoyan las divisiones sectarias y étnicas. No solo los que transmiten desde países árabes, sino también desde países occidentales, sobre todo Estados Unidos y Gran Bretaña.
Dado que el conflicto político fustiga el conflicto religioso y sectario –a menudo apoyando y financiando voces extremistas que comunican el mensaje de odio entre musulmanes y más allá de ellos-, será difícil alcanzar este objetivo a corto plazo. No obstante, es necesario tomar medidas que preparen el camino hacia la meta final.
Algunas personas ya están recurriendo a la creatividad para modificar el lenguaje y la narrativa extremista con programas de comedia y factuales. Y esos esfuerzos suelen enfatizar la humanidad sobre la religión o la etnicidad.
También podemos encontrar este tipo de mensajes en textos religiosos, aunque los extremistas acostumbran pasarlos por alto. Tomemos el caso de este verso coránico: “No existe obligación en la religión”; o estehadiz del profeta Mahoma: “Religión es como tratas a los otros”; y la máxima de Ali Ibn Abi Talib, primo del profeta Mahoma, “Hay dos tipos de personas: tus hermanos en la religión o tus contrapartes humanas”.
Necesitamos escuchar estos mensajes y usarlos para confrontar la violencia. Será un largo viaje, pero vale cada uno de nuestros esfuerzos. Si derrotamos a ISIS, pero no hacemos una relectura sincera y crítica del Islam, simplemente vendrá otro grupo para reemplazarlo.
Como ha demostrado el debate de los eruditos islámicos, ha sido difícil establecer el consenso de que, aunque elsabi y lajizya se consideraron válidos alguna vez, han dejado de ser legítimos. Sin embargo, esa misma dificultad refuerza la necesidad de emprender la tarea.