BRUSELAS, BÉLGICA.— La noche del martes 1 de diciembre pasado, Arsène van Nierop recibió una llamada en su casa de La Haya. Al teléfono, del otro lado, la voz del embajador de los Países Bajos en México, Dolf Hogewoning, le informaba que el asesino de su hija Hester finalmente había sido condenado a prisión. La holandesa escuchó la noticia serenamente. Entonces respiró, diecisiete largos años de intentar lograr justicia llegaban a su fin.
Las visitas a la oficina del Ministerio del Exterior holandés, a juzgados mexicanos, al Parlamento Europeo, las reuniones de alto nivel que tuvieron lugar en Holanda y en México y hasta la intervención de los reyes neerlandeses habían logrado que Roberto Flores, un hombre de ahora 52 años, que fue detenido en la frontera en enero de 2014, fuera condenado por asesinar en 1998 a Hester van Nierop, de veintiocho años, en Ciudad Juárez.
Durante todo este tiempo, la mujer bajita de tez blanca y ojos siempre melancólicos ha visto y vivido en carne propia las vicisitudes y complejidades del sistema de justicia mexicano. Al mismo tiempo, ha acompañado desde la fundación que lleva el nombre de su hija el calvario y la frustración que han pasado otras madres de mujeres que han sido también ultimadas en la ciudad fronteriza con El Paso, Texas.
Arsène también vivió el asesinato de activistas como Josefina Reyes, Susana Chávez y la recordada Marisela Escobedo, quien fue atacada en 2008 mientras protestaba por el asesinato de su hija, Rubí Marisol Frayre.
En 2012, Arsène también conoció en Holanda que en la Cámara de Senadores de México se lograba una histórica modificación en materia penal que creaba el delito de feminicidio, para el cual se aprobaron sanciones de cuarenta y hasta sesenta años de prisión a quien “prive de la vida a una mujer o menor de edad por razones de género o bajo circunstancias que expresen relaciones de poder, misoginia, discriminación y odio”.
Al cuestionarle si la reciente sentencia por el asesinato de su hija no la considera débil, Van Nierop asegura que para ella 35 años es mucho tiempo: “Aquí en Holanda es mucho. Es relevante la condena”, dice a Newsweek en Español, “pero para mí es más importante que él no vuelva a hacer algo malo a alguien más, no tanto el tiempo que pasará en la cárcel”.
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“QUIERO SEGUIR TRABAJANDO A FAVOR DE LAS MUJERES QUE HAN SIDO VÍCTIMAS DE FEMINICIDIOS EN MÉXICO. SIN DUDA SE HAN DADO PASOS IMPORTANTES”. FOTO: DAVID POLO /CUARTOSCURO
En 1998 la holandesa Hester van Nierop pensó que Tijuana no sería un buen lugar para terminar sus vacaciones en México, lo creyó un lugar poco atractivo, incluso feo. Tomó su guía de viaje y decidió que Ciudad Juárez sería el punto final de su recorrido por nuestro país para luego ir a trabajar a Estados Unidos. Esto último ya no sucedió. Hester fue encontrada muerta el 19 de septiembre de ese año en un cuarto de hotel de esa ciudad fronteriza.
Apenas unas semanas atrás, Hester acababa de terminar de estudiar arquitectura con excelentes notas. En ese momento decidió que quería estar fuera de Holanda por ocho meses. Entonces planeó un viaje por México para visitar a su hermana, quien se encontraba en el estado de Nayarit trabajando como voluntaria en un centro tortuguero. Sus padres quisieron acompañar a la chica al principio de su recorrido y así pasar unos días en familia.
Antes del viaje, la chica rubia de corta estatura, de carácter alegre y siempre escandalosa —según recuerda su madre—, ya había investigado algunos trabajos como practicante en varios despachos de arquitectura en Estados Unidos. “Quería, como cualquier chica de su edad, ganar experiencia en lo que había estudiado. No quería casarse…”, cuenta Arsène.
Tras pasar unos días junto a sus hijas en la playa y recorrer juntos la Sierra Tarahumara en Chihuahua, Arsène y su esposo Roeland se despidieron de Hester para regresar a Holanda. La chica continuó sola el viaje a la ciudad fronteriza, la cual le serviría de puente a Estados Unidos y en la que pretendía pasar sólo una noche.
Sin embargo, el domingo 20 de septiembre la pareja holandesa recibió una llamada en su casa que les informaba que el cuerpo de la chica había sido encontrado en Juárez sin vida debajo de la cama de la habitación 121 del hotel Plaza, ubicado en la transitada calle Ugarte, un territorio de hoteles que sirven para el comercio sexual y que pertenecen a una deteriorada zona de cantinas y bares que fueron en algún momento el deleite del turismo fronterizo.
El cuerpo de Hester había sido hallado desnudo con huellas de violación y tortura por una empleada de limpieza. Según reportó el grupo especial para la investigación de homicidios de mujeres en aquel momento, la joven había fallecido doce horas antes de ser encontrada en el lugar por asfixia.
Un día después del hallazgo, la recepcionista del Plaza colaboró para realizar el retrato hablado del sujeto que llegó la noche anterior junto a Hester al hotel: era un hombre de alrededor de 35 años de edad y tipo atlético, tez blanca, cabello castaño ondulado, largo, ojos rasgados, nariz recta, 1.76 metros de estatura. Tenía una cicatriz en la mejilla derecha, huellas de acné en el rostro, una oreja malformada y un tatuaje.
El sujeto se registró bajo el nombre de “Roberto Flores”. Desafortunadamente, jamás se supo la causa por la que Hester acompañó a su asesino al Plaza.
“Mi hija estuvo en un pequeño bar esa noche, quizá su asesino puso algo en su copa de vino para que fuera con él al hotel, pero ¿si así fuera, si incluso Hester hubiera consumido drogas? Entonces pensé: ¿esa era una razón para matarla? Claro que no”, sostiene.
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La historia de la holandesa Hester van Nierop devino en un eslabón más en la cadena de más de seiscientos feminicidios sin resolver que ha hecho que Juárez sea calificada como la segunda ciudad más peligrosa del mundo. Así, el calvario de sus padres por encontrar al asesino de su hija se convirtió en un infierno.
El vacío de investigaciones del 11 de diciembre del 2000 hasta el 3 de mayo del 2003 por parte de la Fiscalía muestra las inconsistencias y la desidia de las autoridades por capturar al presunto asesino de su hija, identificado por las autoridades desde ese diciembre de 1998. Fue hasta febrero de 2004 cuando un juez giró una orden de aprehensión en contra del sospechoso, de nombre Roberto Flores, alias Ramiro Adame López, hecho que se logró diez años después.
Durante los diecisiete años, las autoridades mexicanas se cansaron de prometer que llevarían acabo las investigaciones correspondientes, pero cada que llegaba un nuevo procurador a Chihuahua iniciaban una nueva investigación. “Llevaron a cabo cuatro, cinco o más investigaciones”, comenta. Fue hasta 2011 cuando Flores fue incluido en la lista de la Interpol”, comenta.
Para ello, un agente holandés agregado a la embajada de ese país en Washington y que ha dado seguimiento al caso de Hester van Nierop, solicitó a Interpol México que se le proporcionaran los diferentes alias de Flores. El policía viajó a Juárez varias veces, pero la petición fue rechazada por las autoridades argumentando que no era posible proporcionarle esa información.
Sin embargo, “durante el primer viaje que el agente realizó a la Ciudad de México, la mujer que estaba a cargo de proporcionar los datos dijo que iban a hacerlo, pero no fue así”, asegura Arsène. “Flores es bien conocido por las autoridades de Estados Unidos y México, ha estado detenido en ambos países”. No obstante, tras viajar por segunda ocasión de Washington a la capital mexicana logró que se le entregaran los cinco nombres falsos que Flores utiliza. “Esto muestra la estupidez de las autoridades mexicanas”, afirmó por entonces la madre de la víctima.
ARSÈNE NUNCA dejó de buscar justicia para el asesinato de su hija y otras mujeres que han sido víctimas de la violencia en Juárez. A la derecha, la detención de Ramiro Adama López por el homicidio de Hester. FOTO: CUARTOSCURO
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Arsène van Nierop asegura que no tiene ningún resentimiento con México. Todo lo contrario, manifiesta que este verano la Fundación Hester acaba de cumplir diez años de trabajar a favor de las mujeres víctimas de violencia en México.
“Ahora voy a tomar un descanso —dice—, pero quiero seguir trabajando a favor de las mujeres que han sido víctimas de feminicidios en México. Sin duda se han dado pasos importantes”.
La Fundación apoya la labor del centro de crisis Casa Amiga en Ciudad Juárez ofreciendo ayuda psíquica, jurídica, educativa y social a mujeres mexicanas e informando sobre la prevención de la violencia. En Holanda y Europa la Fundación Hester informa a las autoridades y los medios sobre la situación de violencia que sufren las mujeres y niñas en Ciudad Juárez.