Es descrito como un verdadero palacio aéreo. Cuenta con 370 metros cuadrados de espacio útil, el equivalente a un edificio de tres pisos. En su interior hay instalaciones médicas, incluida una mesa de operaciones que puede funcionar en cualquier momento. Una “suite” con vestidor privado, gimnasio, baño, duchas y una oficina.
Tiene servicio de internet, computadoras, pantallas de televisión, redes de datos y salas de teleconferencias. Medidas de defensa para hacer frente a cualquier ataque y para interferir radares enemigos. Se trata de una fortaleza aérea símbolo del poder de todo un país.
No, no se equivoque. No le he descrito el avión Boeing 787-9 Dreamliner, la nueva adquisición de la Fuerza Aérea Mexicana al servicio del presidente de la república. Ese retrato corresponde al “Air Force One”, la emblemática aeronave del mandatario de Estados Unidos.
El aparato azul y blanco que, en palabras del historiador Robert Dorr a The New York Times, “da una idea de poder, pero también transmite categoría, estilo y propósito. Es excitante verlo llegar. La gente se emociona. Lo aman”.
Sin embargo, el avión “José María Morelos” no le pide nada. Será el que sustituya a partir de este 18 de diciembre al TP01, el “Presidente Juárez”, que ha brindado servicio a Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Este Boeing 757-225 será “jubilado”, pues en los últimos años ha presentado fallas que podrían poner en riesgo la vida de sus tripulantes.
Su tecnología es obsoleta, lo que restringe su operación ante los nuevos estándares internacionales, al grado de que no se le ha permitido aterrizar en los aeropuertos de Tokio, París y Roma debido a que es ruidoso y contamina. En estos casos ha sido desviado a aeropuertos militares.
Además, no tiene capacidad para realizar vuelos transcontinentales. Para viajar a Europa tiene que hacer escalas técnicas en los aeropuertos de Gander o Halifax, en Canadá; y para volar a Asia, requiere cargar combustible en la base Anchorage, de Alaska.
Cuando el presidente Peña Nieto viajó a los funerales de Nelson Mandela, en Johhanesburgo, Sudáfrica, tuvo que realizar dos escalas: en la Guyana Francesa y Costa de Marfil.
Quienes cubren la fuente presidencial relatan experiencias desafortunadas a bordo del avión. En marzo pasado, luego de una visita de Estado al Reino Unido, en el trayecto de regreso a México desde Escocia, perdió una válvula en pleno vuelo, por lo que tuvo que volar bajo en el trayecto de Canadá a la Ciudad de México.
El 10 de abril, al llegar a Panamá, donde el presidente Peña Nieto participó en la Cumbre de las Américas, el avión aterrizó sin contratiempos, pero ya no se movió de la plataforma de desembarco, por lo que tuvo que ser remolcado. Esto provocó que los siguientes arribos se demoraran hasta treinta minutos, entre ellos, el del mandatario cubano, Raúl Castro.
En abril de 2013, durante el vuelo de regreso de Puerto Príncipe, Haití, el TP-01 fue impactado por un rayo en pleno vuelo. El incidente no pasó de un susto, pero el avión fue enviado a Estados Unidos para recibir mantenimiento por casi tres meses.
Por estas fallas, los altos costos de mantenimiento y porque dejó de ser funcional, el TP01 “Presidente Juárez” ya no trasladará al mandatario mexicano y a su comitiva, y será remplazado por el Air Force 1… versión México.
EL ROLLS-ROYCE DE LOS AVIONES
El Dreamliner 787-9, considerado el Rolls-Royce de los aviones, mide 63 metros de largo por 16 metros de altura y su costo es de 6769 millones 996 888 pesos.
En uso comercial, tiene capacidad para 290 pasajeros, doble pasillo, un rango aproximado de vuelo de más de 15 000 kilómetros sin reabastecimiento de combustible (equivalentes a la distancia entre la Ciudad de México y Tokio, Japón), y un peso de 250 toneladas al despegue.
La empresa The Boeing Company presume su eficiencia en el consumo de combustible y autonomía “sin precedentes”, con una vida útil de veinticinco años. Se adquirió mediante adjudicación directa con un arrendamiento financiero a través de Banobras y terminará de pagarse hasta el año 2027, pues al contratarse se estableció un plan a quince años.
Según la Secretaría de Hacienda, la aeronave costará 637.1 millones de pesos y el equipamiento, 560.7 millones (sistemas de seguridad avanzados y comunicación satelital), que suman 1197.8 millones de pesos.
Además de ese monto se deben cubrir cuotas anuales por arrendamiento de unos 500 millones de pesos, desde 2012, cuando se cerró la operación, y hasta 2027. Los costos de operación y mantenimiento que ascienden a 45 millones de pesos están incluidos en el monto total de la inversión de 6769 millones.
A todas esas cifras hay que agregar el presupuesto destinado al lugar donde será resguardado y que asciende a 977.7 millones de pesos. El hangar presidencial, ubicado a un costado de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, tuvo que ser remodelado.
El gobierno federal explicó que el hangar presidencial, inaugurado en 1974, necesitaba una modernización “impostergable” por el tamaño y características tecnológicas del Dreamliner, y para dar cabida a seis helicópteros.
El proyecto de remodelación contempla la ampliación de los hangares existentes; la demolición y construcción de áreas de almacenamiento; así como la edificación de un inmueble para el alojamiento del personal de la Coordinación General de Transportes Aéreos Presidenciales (CGTAP), y la ampliación del comedor.
De la misma forma, se dará más espacio a las áreas de administración; se reubicarán las áreas de adiestramiento y acondicionamiento físico, y se edificará un estacionamiento con 520 cajones.
Sin embargo, esta obra sólo servirá para los próximos cinco años debido a que el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), cuya inauguración está contemplada para octubre de 2020, tendrá espacios para resguardar las aeronaves que utiliza el Ejecutivo Federal.
LA TURBULENCIA QUE CASI PROVOCA UN ATERRIZAJE FORZOSO
Los altos costos del nuevo avión presidencial y de las adecuaciones al hangar donde será resguardado generaron una polémica que casi provocó que la nave saliera de la pista aun antes de despegar.
Las críticas hicieron que el presidente Peña Nieto girara instrucciones a la Secretaría de Hacienda para analizar la posibilidad de vender el Dreamliner antes de su vuelo inaugural.
Los análisis de la dependencia concluyeron que esto implicaría una pérdida superior a los 30 millones de dólares debido a las adaptaciones hechas a la aeronave, por lo que la idea fue descartada.
Así, el Boeing 787-9 se sumará a la flota de la Dirección General de Transporte Aéreo Presidencial, a cargo del Estado Mayor, compuesta por nueve aeronaves. La más grande es el TP01 “Presidente Juárez”, seguido por un Boeing 737-300 (TP02) y un Boeing 737-322 (TP03).
Hay otras seis aeronaves que dan directamente servicio al Ejecutivo: dos aviones Gulfstream III, dos Learjet 35 y 36, un Turbocomander 69 y un Gulfstream Aerospece G450. Además de seis helicópteros Súper Puma y dos Puma.
El Dreamliner 787-9 “José María Morelos y Pavón” alzará el vuelo en 2016 con las cuatro visitas de Estado que el presidente Peña Nieto tiene contempladas a Alemania, Dinamarca, Noruega y los Países Bajos. Con estos viajes, el Air Force 1 versión mexicana probará si vale lo que cuesta.