PARÍS, FRANCIA.— Tres semanas después de los atentados terroristas del 13 de noviembre, París es ahora el centro de otra batalla: la que se ha emprendido en todo el mundo en contra del cambio climático. Limitar el alza de la temperatura del planeta a 2 grados centígrados se ha convertido en una urgencia que requiere una acción coordinada a escala internacional.
Con ese objetivo, desde el 30 de noviembre pasado, la vigesimaprimera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), más comúnmente llamada COP21, reúne a las delegaciones de 195 países.
Una cumbre que se convirtió también en un reto para una capital aún dolida por la ola terrorista que costó la vida a 130 personas. Los sitios de la masacre, en el distrito 10 y 11 de la capital francesa, todavía están repletos de flores y velas, el estado de urgencia que decretó el gobierno francés es palpable a través del número creciente de militares armados que patrullan en las calles así como en las marcadas medidas de seguridad en todos los accesos a lugares públicos.
El sitio mismo de la COP21, situado en la localidad de Le Bourget, en la periferia noreste de la capital francesa, está resguardado por 2800 elementos de la policía y la gendarmería. El acceso de las 40 000 personas que lo van a frecuentar hasta el próximo 11 de diciembre se efectúa bajo múltiples controles.
Al margen de este bullicio, Luis Alberto Moreno Mejía, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), charló con Newsweek en Español sobre sus expectativas en relación a la COP21. La entrevista se efectuó en el pequeño y encantador hotel parisino en el que reside durante su participación en esta cumbre, situado en la avenida Kleber, esa que une a la plaza del Trocadero con la glorieta del Arco del Triunfo. El lugar está lejos de Le Bourget y de los sitios de los atentados, pero las medidas de seguridad son las mismas, los militares igual recorren las calles y nadie evita el control de bolsos a la entrada de los edificios.
Más allá de ese contexto de alta seguridad, en especial porque la cumbre de París se encuentra en un momento decisivo de la lucha contra el cambio climático, el presidente del BID estima que esta cumbre será histórica.
Desde hace años se busca un compromiso universal para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, todos esos gases como el dióxido de carbono o el metano que calientan la atmósfera. Fracasó en su primer intento en Copenhague, en 2009. Sin embargo, ante el actual apremio climático la COP21 podría finalmente concluirse el próximo 11 de diciembre por la firma de un acuerdo.
LA IMPORTANCIA DE LA COP21: “Los jefes de Estado llegaron al principio y eso ayudó a crear un clima de compromiso”, opina el presidente del BID. FOTO: JEAN-FRANÇOIS ROLLINGER
En ese sentido, la presencia de 150 jefes de Estado y de gobierno para inaugurar esta cumbre se consideró como una señal de su voluntad política para alcanzar ese acuerdo.
“Los jefes de Estado llegaron al principio y eso ayudó a crear un clima de compromiso”, opina el presidente del BID.
Pero, aunque el acuerdo se firme, todavía quedarán muchas interrogantes, en particular financieras y, desde ese punto de vista, Moreno Mejía lamenta que a esta cumbre no asistan los ministros de Hacienda de los países involucrados.
“Esa voz de los ministros de Hacienda, que serían los que se ocuparían más del financiamiento, sin duda alguna falta”, estima.
En ese sentido también queda por ver si se cumplirá la promesa inicial de los países desarrollados de contribuir con 100 000 millones de dólares para ayudar a los países emergentes en sus procesos de mitigación y adaptación al cambio climático.
El presidente del BID también deplora que la cumbre no dé mayor voz a los bancos multilaterales, principales vías de financiamiento para un cambio climático que no deje de lado el desarrollo.
“Si detrás de todo este esfuerzo ambiental no hay un esfuerzo de desarrollo en los países, pues difícilmente se podrá hacer algo para efecto del cambio climático”, aseguró.
Estas instituciones, a las que señala plenamente comprometidas con los temas ambientalistas, son en su opinión los mejores vectores para llevar a cabo la gran revolución ecológica que se pretende poner en marcha en la COP21.
—Se habla en París de una cumbre decisiva, ¿qué tan optimista es en relación con la firma de un acuerdo para luchar contra el cambio climático el próximo 11 de diciembre?
—Es una cumbre que será histórica porque producirá un acuerdo. Primero por los tiempos, porque todos los delegados y países participantes son cada vez más conscientes de los riesgos que existen de no hacer nada. Segundo, porque el gobierno francés ha ido acomodando la necesidad de los distintos países: lo hizo con los países africanos y ha estado trabajando distintas ideas con los países del G7. Uno se imagina que sí habrá un acuerdo. La gran pregunta es qué tan ambicioso será ese acuerdo y que tanta fuerza se va a poner en el lenguaje para que su implementación sea regla para las partes. Ahí está todo el arte de lo que pasará aquí en estas dos semanas. Pero el mundo sin duda alguna es hoy mucho más consciente del inmenso riesgo de no hacer nada.
FOTO: JEAN-FRANÇOIS ROLLINGER
—Se sabe que Estados Unidos no quiere un acuerdo vinculante. En ese sentido, ¿qué peso puede tener el acuerdo que se firme?
—Obviamente que el hecho de no ser vinculante genera problemas y el hecho de que se convierta en un tratado plantea problemas al gobierno del presidente Obama que, estoy seguro, quisiera avanzar en este tema. Existe una mayoría republicana en el Congreso (estadounidense) que no estaría dispuesta a aprobar este tipo de tratado. Hay que encontrar la manera de que sea vinculante sin que sea un tratado, como lo ha dicho el propio canciller francés, Laurent Fabius.
—Esta cumbre se da en un contexto de alta seguridad por la reciente ola terrorista en Francia. ¿Se puede temer que imperativos como la lucha contra el terrorismo le roben recursos financieros a la lucha contra el cambio climático?
—Con todos los problemas de refugiados y de seguridad se generan gastos grandes que los gobiernos europeos van a tener que asumir. Son situaciones que ponen una presión muy importante sobre el presupuesto que, sin duda, tendrá como efecto que la ayuda al desarrollo disminuya. Sin embargo, el gran reto de balancear las necesidades de los países emergentes con las de los países desarrollados es que, independientemente de saber de quién fue la culpa, vivimos en un mundo que es propiedad de todos. Un país como Costa Rica está encaminado a tener cero emisiones en el año 2021 porque las está mitigando a través de programas como el de reforestación. Pero, ¿qué beneficio saca un país como Costa Rica que hace todas las tareas correspondientes si el resto del mundo no cumple? Al final, tiene los mismos efectos en términos de cambios en el clima, de huracanes, de inundaciones, todo lo que hemos estado viendo en nuestros países con fenómenos como el Niño o la Niña.
—Mucho del financiamiento para cambio climático pasa por los bancos de desarrollo, ¿qué participación tienen los bancos en las negociaciones?
—La OCDE reconoce que en 2014 una tercera parte de los financiamientos para el cambio climático proviene de los bancos multilaterales. Todavía no estamos en la cifra de los 100 000 millones de dólares, que es la meta de financiamiento pactada en Copenhague para 2020 y en adelante, pero indiscutiblemente las instituciones que más pueden hacer para reforzar estos financiamientos son los bancos multilaterales.
“Todos los bancos hemos elevado el nivel de ambición del financiamiento para cambio climático y prácticamente todos estamos doblando, en los siguientes cinco años, nuestro propósito de financiar mucho más el proyecto de cambio climático. Obviamente se podrá hacer más y mejor en la medida en que tengamos más recursos para hacerlo. Pero esta negociación pasa por los ministerios de medioambiente y las cancillerías de los países involucrados. Los temas de financiamiento los llevan los ministros de Hacienda que aquí no están presentes. De tal manera que esa voz de los ministros de Hacienda, que serían los que se ocuparían más del financiamiento, sin duda alguna falta. Ojalá saliendo de París haya una capacidad de tenerlo en cuenta, pues en la COP21 no se van a resolver todos los problemas. Habrá un acuerdo, pero ya se anuncian revisiones quinquenales. Diría que ese deberá ser uno de los elementos fundamentales para lo que aquí se acuerde y se traduzca en realidad. Obviamente esa realidad tiene que ir acompañada de financiamiento”.
“Si detrás de todo este esfuerzo ambiental no hay un esfuerzo de desarrollo en los países, pues difícilmente se podrá hacer algo para efecto del cambio climático”.
—¿Cuál será entonces la transcendencia de esta COP21?
—Aquí han estado los jefes de Estado, a diferencia de Copenhague, que fue una reunión histórica por su disfuncionalidad. Aquí los jefes de Estado llegaron al principio y eso ayudó a crear un clima de compromiso y permitió que los negociadores tengan un mandato para buscar un acuerdo.
—El BID ha aumentado sus financiamientos en temas climáticos, ¿cómo se compagina esto con el proyecto inicial del BID de luchar contra la pobreza?
—Es un punto importante. Es difícil excluir la lucha contra la pobreza y la manera de mitigar, de cambiar nuestras economías para que se adapten más al cambio climático. Son dos visiones de un mismo problema. Si detrás de todo este esfuerzo ambiental no hay un esfuerzo de desarrollo en los países, pues difícilmente se podrá hacer algo para efecto del cambio climático. Eso tiene que ver con la manera de realizar nuestros proyectos energéticos, los de energía renovable, los de eficiencia energética, la manera de construir la infraestructura del futuro teniendo precisamente en cuenta la necesidad del cambio climático.
—¿Los proyectos relacionados con el cambio climático pueden favorecer el desarrollo?
—Lo deberían favorecer. Creo que el éxito al encarar estos problemas en países emergentes depende de que, al hacer el tipo de inversiones que en otros países generaron emisiones, ahora estas se hagan mejor y de manera distinta. Es el reto que tenemos hacia adelante y confío en que se puede hacer.
—¿Cómo percibe la posibilidad de los países latinoamericanos para cumplir con los compromisos climáticos?
—Por una parte, es necesario precisar que a la fecha prácticamente todos los países de América Latina han hecho compromisos de reducción de emisiones, eso de entrada es muy importante. De hecho lo han hecho la mayoría de los países del mundo, el 94 por ciento de los países que hoy tienen emisiones de carbono han hecho compromisos. Eso es un gran avance para la cumbre de París y facilita una negociación. Obviamente hay distintos grados de desarrollo en los países latinoamericanos y dentro de los países latinoamericanos. No hay duda de que los problemas de mayor subdesarrollo existen en la Latinoamérica profunda, en las zonas rurales, zonas con falta de acceso a servicios básicos. Es ahí, en la medida en la que se haga inversión pública, en donde la inversión se puede hacer de una forma más sostenible para efectos de cambios climáticos.
—¿Tiene confianza en contar con todos los recursos necesarios para estos proyectos climáticos?
—Esperamos que así sea. Hemos sido capaces de movilizar fondos. Por ejemplo, en México en estos días anunciamos bonos verdes con un proyecto en el que el BID pone 400 millones de dólares y 600 millones de dólares provienen de cofinanciamiento del gobierno chino y de terceros, entre ellos el Fondo Verde para el Clima. Inicialmente es algo que se hará en México, luego se aplicará en otros países. Está enfocado a ayudar a la reconversión de las pymes. Imaginemos changarros que utilizan aire acondicionado, tienen una planta eléctrica, estos dispositivos se pueden reconvertir a unidades de refrigeración o electricidad más amigables con el medioambiente, con menos generación de emisiones. Ese es el tipo de proyectos, sean con el sector público o privado, que tenemos que ir haciendo. Pero para que eso se pueda hacer se requiere que el Fondo Verde cuente con los recursos de manera que podamos movilizarlos. Esa es la capacidad sui géneris que tiene un banco multilateral. Puede asesorar a los gobiernos para prepararse en estos propósitos, puede tomar recursos de distintas fuentes, y ponerlos al servicio de un financiamiento público o privado.

EL PRESIDENTE DE FRANCIA, François Hollande, se presenta con los líderes mundiales durante la inauguración de la Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático 2015 en Le Bourget, el pasado 30 de noviembre. Más de 150 líderes mundiales han asistido a la magna reunión.FOTO: JACKY NAEGELEN/AFP
—Está por iniciar un fondo para el sector privado, ¿qué tanto estará destinado a temas de clima?
—Vamos a iniciar integrando todas las operaciones del sector privado del banco en una sola entidad, en el mes de enero. Pero nuestro compromiso es con las actividades del banco, sean del sector público o privado, hay espacio para ambas. Uno de los grandes temas en cuestión de financiamiento al cambio climático se refiere a la capacidad de atraer recursos privados hacia este tipo de proyectos. Para ello lo importante es tener el tipo de garantías que inviten al sector privado a asumir más riesgos en financiamiento para temas de cambio climático.
—América Latina está hoy en recesión, ¿la urgencia climática llegó en mal momento?
—Nunca hay un momento perfecto, ciertamente hay un ciclo económico a la baja más pronunciado en países emergentes. Este año, América Latina va a contraer su economía, pero buena parte se debe a la contracción que tendrán Brasil, Venezuela, Argentina. Si se eliminan a esos países el resto de la región está creciendo en torno a un 2.5 por ciento o un 3 por ciento, de tal manera que los crecimientos no son iguales en todos los países, pero indiscutiblemente en una época de vacas flacas es más difícil y es un mayor reto. Pero hay que tener en cuenta que es una mirada a largo plazo. Estos acuerdos y sus consecuencias serán un trabajo que no se resolverá en un año. Espero que el año próximo no tengamos una contracción como la que habrá este año en América Latina, sin embargo, tampoco será un crecimiento muy alto. El año entrante los países que han crecido en 2015 van a estar con crecimientos muy parecidos, y los que se contrajeron no se contraerán tanto el próximo año.
“Los problemas de mayor subdesarrollo existen la Latinoamérica profunda”. FOTO: JEAN-FRANÇOIS ROLLINGER
—¿Cuál es la disposición del BID para trabajar con el nuevo gobierno argentino?
—Tuve oportunidad, estando aquí en la Cumbre de la COP21, de hablar con el presidente electo y con su ministro de Hacienda y, sí tenemos toda la intención de trabajar con Argentina como el banco siempre lo ha hecho. Pero estamos empezando apenas el diálogo, no puedo anticipar más.
—Parece cada vez más realista la firma de un acuerdo de paz en Colombia. Como colombiano, ¿cuál es su sentimiento al respecto?
—Obviamente como colombiano he hecho parte de una generación que nunca ha visto un día de paz en Colombia y ver que se silencien las armas en Colombia, que volvamos a la convivencia, es algo que debemos celebrar. Es verdad que se está avanzando en las negociaciones y espero que terminen el año entrante como lo ha señalado el presidente Santos, y creo que para la región será muy importante porque es el último conflicto de los que iniciaron con la Guerra Fría y que por cuestiones de narcotráfico y situaciones especiales estuvo vivo más de la cuenta. Colombia tiene además muchos años peleando contra cárteles de la droga. Lo ha hecho con éxito, pero el tema no está desterrado del todo, sigue peleando contra la producción de coca en el país y es una batalla que los colombianos van a seguir encarando con fuerza.