Interesante la entrevista que el recién nombrado secretario
de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, concedió al periódico La Jornada, el
principal diario de izquierda en el país. Empezando por el medio, la entrevista
es relevante, pero mayormente lo son las posturas que en ella se fijaron. En
síntesis, el maestro Nuño dejó en claro que cuenta con todo el poder del
presidente para volver tangible la reforma educativa, que van por todo. Para
lograrlo, aclaró que utilizará dos vehículos: la transformación política y la
ingeniería financiera.
Sobre lo primero, comentó que la reforma educativa, en el
fondo, es una reforma política que transforma las relaciones políticas dentro
del sistema educativo para lograr que la educación quede al servicio de las
escuelas y ya no del sindicato y de la burocracia. La verdad es que suena de
maravilla, pero dado el tamaño y, vistas la historia y la complejidad que el
tema educativo tiene en el país, el tópico posee los alcances de una revolución
en el sector. Pero bueno, qué bien que digan que sí le van a entrar, porque
para eso está el Estado, además de que es el único que tiene la fuerza para sí
poder.
El secretario también dejó ver que el sindicato ya está
arriba del barco para acompañarlo en el viaje, lo que desde luego es positivo y
útil, pero jamás gratuito. Ya luego conoceremos los costos.
Sobre lo financiero, se nos informó que se hará una
emisión de Bonos por 50,000 millones de pesos, a efecto de levantar recursos
para fortalecer la infraestructura educativa, para invertir y mejorar las
condiciones de las escuelas mexicanas. Igual es una intención muy positiva,
pues la precariedad de miles de centros escolares es tan manifiesta como
deplorable, inviable para una educación de incluso mínima calidad.
El diseño financiero fue bastante presumido, pues consiste
en realizar dicha emisión, pero sin comprometer el flujo del gobierno federal,
sino dejando en garantía los recursos contenidos en los Fondos de Aportaciones
Múltiples (FAM), una bolsa en donde cada año, la federación y los estados
depositan dinero para estos fines de mejoramiento de la infraestructura
educativa, entre otros. El objetivo consiste en gastar hoy el dinero que ya se
tiene legalmente asegurado recibir en los próximos años, algo que financieramente
puede ser viable y también recomendable como palanca de desarrollo.
El riesgo de dicha transacción no es financiero, pues
gracias al esquema de coordinación fiscal, el del FAM es un dinero que ya
existe y sobre el que se tiene la certeza de que seguirá existiendo en el
futuro. De igual forma, el levantamiento de los recursos será del todo
transparente, pues los bonos tienen que emitirse a través de la Bolsa Mexicana
de Valores, lo que garantiza certidumbre.
Empero, el riesgo del diseño sí es de carácter político,
pues el diablo está en la aplicación de los recursos, en lo que se haga con el
dinero una vez disponible. Si esos recursos no se utilizan de forma adecuada,
ya sea por cuestión electoral, corrupción, o simplemente por ineficiencia y
falta de planeación, el daño será tremendo, pues no sólo nos afectará en tiempo
presente, sino que se generará un descomunal costo de oportunidad a futuro,
porque los recursos a recibir ya estarán gastados y comprometidos para pagar
los intereses y el capital de los Bonos. Vaya, es una de esas ventanas de
oportunidad que sólo se abren una vez cada muchos años.
Con este proyecto político y educativo que irá sobre
rueditas financieras, la administración del presidente Peña Nieto tiene una
oportunidad histórica; sí, otra más; de incidir significativamente y cambiar la
realidad de muchas escuelas mexicanas de aquí a 2018. Si bien todo gobierno es
multitemático, debemos de reconocer que si se logra esta empresa, alcanzará
para demostrar que las reformas sí son aplicables y que sí se puede tener
esperanza en ellas. Y bueno, ya de pasada, igual alcanzaría como eje rector de
la campaña presidencial.
No obstante y de igual manera, si el emprendimiento
termina en fiasco, este gobierno habría terminado de desgraciar a la educación,
lo que no es menor, y menos con la verdad y responsabilidad históricas que ello
implicaría. Al secretario Nuño ya le dieron el poder político y ahora le van a
entregar el poder financiero; ahora ya sólo falta que nos demuestre que sí
tiene la estatura para dirigir ese tamaño de barco.
Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una
alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado le corresponde a usted.