Manuel Clouthier
Carrillo, candidato independiente a diputado federal por Culiacán (Sinaloa), dibuja
sobre una hoja un eje cartesiano y una curva similar a la letra J. “¡Aquí está México!”, exclama,
mientras marca un punto con una pluma en el lugar donde el gráfico comienza a
ascender.
Lo
que esboza Clouthier es una representación del teorema Marshall-Lerner, más
conocido como J Curve, que se utiliza
en economía, pero que también se ha aplicado para explicar la relación entre la
estabilidad de un país, el autoritarismo y las libertades. “Estamos un en un
momento crítico. El PRI vuelve a emplear viejos métodos de control. La J Curve nos muestra que si regresamos a
esas prácticas –más autoritarismo– el país perderá estabilidad y libertad. El
PRI no se da cuenta de que no está gobernando el mismo país. Antes México era
un niño. Ahora es un adolescente. Se ha demostrado que los métodos de control no
funcionan con los adolescentes. Por eso estas elecciones son cruciales”.
Junto
con la campaña de Jaime Rodríguez,“El Bronco” a la gubernatura de Nuevo León, la
de Clouthier parece la única de la nueva vía, las candidaturas independientes,
con posibilidades reales de victoria (algunas encuestan lo sitúan en segundo
lugar detrás del candidato del PRI, pero él asegura: “No sé de qué encuestas
hablas. Las que yo tengo me dan todas por ganador, otra cosa es que gane”).
El
hijo de Maquío, el candidato presidencial panista a las elecciones de 1988, se siente
cómodo en ese papel de Llanero Solitario. En 1993 dejó la militancia del PAN
para dedicarse a los negocios familiares y al periodismo –fue director general
de El Noroeste, el periódico más
importante de Sinaloa, durante 12 años–, regresó a la política en 2007 y dos
años después fue diputado federal por el PAN (aunque no militante). En 2012
rompió vínculos con el partido que lideró su padre y publicó, emulando a Emile
Zolá, un artículo titulado Yo Acuso
en el que criticaba las prácticas autoritarias de la dirigencia. “Yo no hago
política para lamer botas”, dice ahora con tono rudo, sentado en la terraza de
su oficina. “Yo he criticado al PAN. Perdieron una oportunidad. El gobierno les
cambió más a ellos que ellos al gobierno. Se volvieron una imitación del PRI. Y
Alejandra (se dirige a la fotógrafa) como yo siempre le digo a las niñas. ¿Qué
prefieres: una imitación o un original?”.
Su
antepenúltima intentona política fue presentarse como candidato independiente a
la Presidencia de la República en 2012, pero el Tribunal Electoral le denegó el
permiso. “Hemos creado un monstruo”, dijo sobre la institución. Dice haber
rechazado cuatro ofertas para alinearse con algún partido para las
presidenciales. La penúltima etapa fue enrolarse en el proyecto de Andrés
Manuel López Obrador como fiscal anticorrupción: “Le dije que sí en ese momento
porque podía decidir yo y si aceptaba después él iba a decidir. Tenía dos
condiciones: que formaría mi propio equipo y que trataría con él directamente”.
La carrera política de Clouthier es una sucesión de desencuentros, que él
define como “lucha”.
–¿Su primer desencanto con la política fue
en 1988?
–Las primeras elecciones en las
que participé fue después de egresar de la universidad, en 1983. Apoyé a mi tío
para la municipalidad y se robaron las elecciones. En 1986 apoyé a mi padre
para las elecciones a gobernador de Sinaloa y se robaron las elecciones. Y en
1988 lo mismo, cargaron votos. Lo peor es que el país no ha cambiado mucho. Lo
que han hecho es sofisticarse. Y una de las personas más corruptas de este país
sigue controlándolo.
–¿Usted es de los que piensa que Carlos
Salinas sigue controlando en la sombra?
–Sin
duda.
La asistente de Clouthier
le trae un estudio estadístico que su padre encargó después de las elecciones
del 88. En él se muestran de nuevo ejes cartesianos, curvas y las desviaciones
de las curvas. Según el análisis, hubo irregularidades que deformaron los
resultados reales: un triple empate entre los candidatos. “Las elecciones se
debieron repetir, como pedía mi padre”. Un año después, Manuel Clouthier padre,
Maquío, que se había puesto al frente de un gobierno paralelo para vigilar al
ejecutivo de Salinas, moría, según la versión oficial, en un accidente de
tráfico. Manuel Clouthier hijo, siempre ha defendido que no fue un accidente.
–¿Sigue manteniendo que asesinaron a su
padre?
–Un sacerdote cercano a la familia, el padre
Toño, me dijo en una ocasión: “O fue un asesinato o la divina providencia es
del PRI”.
Clouthier,
que soporta los cerca de 40 grados de Culiacán vestido con una guayabera blanca
y sorbiendo mate, es un calco de su padre: grande, de ojos azules brillantes,
calvo, con barba cana. Sus detractores le critican ser altivo y arisco. Incluso
le tildan de hipócrita: algunos de sus ex empleados en El Noroeste le acusan de que el periódico les debe dinero y de que
él (fuera del consejo pero socio mayoritario) no ha dado la cara a pesar del
discurso que predica. Sus defensores avalan su honestidad y la claridad de sus
ideas. En ambos casos, reconocen su inteligencia.
Durante
una hora de entrevista, eleva el tono de voz con regularidad y ocasionalmente se
pone a la defensiva.
–Hemos
hablado mucho de su pasado porque una de las críticas que le hacen es que
aunque su discurso promueve lo nuevo, proviene
del sistema viejo.
–¡Ahí
está mi trayectoria! Repásela.
–Ya la he repasado. No es una crítica que yo
le hago, yo sólo le pregunto…
–Antes no había otra forma de
hacer política. Es como en la década de 1970, cuando mi padre pertenecía al
PRI. En los 70 sólo había PRI. Ahora es cuando hay una oportunidad que nos
hemos ganado.
–Y en la política de Sinaloa, ¿qué es lo
nuevo y qué lo viejo?
–Yo fui el primero en denunciar la
narcopolítica en un programa con Carmen Aristegui. Y se quedó sorprendida. He
escrito sobre esto.
De
nuevo Clouthier le dice a su asistente que le traiga otro documento, una copia de un artículo que escribió para El Universal titulado Lavado de Dinero: “El crimen organizado
en México va muy por delante de la autoridad…”, comienza. Después cita a dos
especialistas, Edgardo Buscaglia y Gayraud, y tras pasar revisión a los focos
rojos del lavado de activos (transporte, casinos, antros, equipos agrícolas,
etc.) concluye que el mayor lavador de dinero son las propias autoridades. “¿Cuál
es el mejor socio para hacer negocios? El gobierno”, dice con su habitual
estilo directo.
–¿Qué opina de la estrategia del gobierno para frenar el narcotráfico?
–Yo critiqué que Felipe
Calderón, en el sexenio de la guerra contra las drogas, no viniera aquí a
Sinaloa, la cuna del narcotráfico. El gobierno tiene una estrategia basada en
una sola pata y las mesas no se sostienen con una pata. Lo único que hacen es
un esfuerzo policial, y lo hacen mal. Hay que hacer una estrategia de cuatro
patas.
(En
el mismo papel que esbozó la curva J,enumera
esos cuatro ejes: policial, corrupción/lavado de dinero, economía: “México es
un país atractivo para los inversores pero no confiable”, y la prevención y educación
para los más jóvenes “que son los que estamos perdiendo”)
–El logro en Sinaloa que más han publicitado las autoridades es la
captura del ChapoGuzmán, ¿qué opina?
–Yo, cuando agarraron al Chapo, me reía de que la gente dijera
que era el que mandaba. Aquí hace tiempo que se sabe que no era él el que
mandaba. Del que menos se habla siempre es el que tiene más poder.
–¿Manda el Mayo Zambada?
–Pregúntele a la gente en la
calle. Aquí todos saben.
–La gente me ha dicho que es el Mayo,
le pregunto a usted…
(Éste
es el único momento en la entrevista en la que Clouthier parece poner filtro a
su pensamiento. Vuelve a repetir que “todo el mundo sabe”. Enseguida compone la
postura directa y didáctica).
–Y hay un tema del que parece que el gobierno no habla, los desplazados
por la violencia.
(En la misma hoja esboza un mapa
de Sinaloa y los divide en regiones. La división básica es entre las
poblaciones del valle y las de la sierra, de donde vienen los desplazados
producto de la guerra entre carteles por las zonas de cultivo de amapola y
marihuana.) A la gente del valle no le importó el problema hasta que los
desplazados llegaron aquí.
Antes de posar para los retratos con
la fotógrafa, Clouthier enseña un capítulo del libro Palabra de Clouthier, una recopilación de artículos que su padre
publicó durante muchos años. Las líneas están dedicadas a él. Maquío relata el
orgullo por su hijo, pero se lamenta de que le va a dejar un México terrible. “Esto
es el pensamiento político de Maquío. La gente está equivocada. Piensa que
arreglando la economía se arreglará la política. Pero es al revés. Por eso yo también
me dedico a la política”.
Cuando
Alejandra está a punto de retratarlo en su despacho sosteniendo un cuadro con
su Yo Acuso, el candidato
independiente sugiere que mejor lo fotografíe enfrente de una ilustración del
más romántico idealista de todos los tiempos. Un hombre llamado Alonso Quijano.
O,
mejor dicho, don Quijote. ***