El color, al igual que la belleza, está en el ojo del espectador. Lo que vemos como rojo o azul es en realidad la forma característica en que nuestra mente interpreta la luz, y en aproximadamente 4 por ciento de la población, esta interpretación está profundamente distorsionada. El resultado es una disminución en la capacidad de distinguir ciertos colores, también conocida como daltonismo.
La raíz del daltonismo se encuentra en la absorción inadecuada de la luz por las células conocidas como fotorreceptores, y un descubrimiento al azar, realizado recientemente, ha dado como resultado un enfoque intrigante para corregir esta imperfección. En 2010, Don McPherson, un ingeniero de San Francisco especializado en vidrio, prestó un par de anteojos, que había diseñado para proteger los ojos de los médicos durante la cirugía correctiva con rayo láser, a un amigo para que los usara como lentes de sol durante un juego de disco volador. Para su gran sorpresa, los anteojos permitieron que su amigo pudiera ver colores que nunca antes había experimentado. “Sólo pensaba que lucían bien, y luego empezó a exclamar que podía ver cosas”, dice McPherson. Y fue en ese momento que nació la tecnología EnChroma.
Los anteojos EnChroma funcionan bloqueando la luz del espectro cromático de forma selectiva, esencialmente reconfigurando la manera en que nuestros ojos responden a la luz, y permitiendo que las personas con daltonismo vean el mundo casi como aquellas que tienen una visión cromática normal.
Aunque el efecto es fascinante, lo que ocurre después de que los usuarios se quitan los anteojos es lo que es verdaderamente digno de atención: muchos afirman que pueden ver colores mejorados. Los expertos dicen que la idea de que los cristales que filtran la luz pueden entrenar al cerebro para ver el color no es inverosímil. El Dr. Marc Dinkin, director de neurooftalmología de la Universidad Médica de Weill Cornell en Nueva York, explica que, en teoría, el cerebro podría acostumbrarse a las distintas impresiones cromáticas y continuar haciendo esta distinción tras retirar los anteojos. “Se pensaba que el cerebro adulto no cambiaba en absoluto, y ahora sabemos que eso no es verdad”, señala Dinkin, y explica que la plasticidad del cerebro permite que las conexiones neurales cambien, y esas modificaciones podrían mejorar el reconocimiento cromático de una persona. Estos efectos de los anteojos deben someterse a más pruebas, pero por ahora, los anteojos son una manera prácticamente sin riesgos (aparte del costo: los más baratos cuestan 350 dólares) para que las personas daltónicas den un vistazo al mundo en tecnicolor.