EXISTE un lugar en el mundo en donde se violan los derechos humanos, se humilla y maltrata a las personas, y donde las temperaturas oscilan entre los 50 grados centígrados. A pesar de ello, desde hace 40 años 200,000 personas sobreviven con una sobrepoblación cuatro veces más grande para el espacio que tienen, cuentan con apenas 11 litros de agua al día, y muchos de ellos están parapléjicos, tetrapléjicos o ciegos.
Es la única nación donde la Organización de las Naciones Unidas no puede intervenir a pesar de conocer las atrocidades que ahí se cometen.
Se trata de la República Árabe Saharaui Democrática, ubicada en el Sahara occidental entre Argelia, Mauritania y Marruecos, país que los invadió.
Ahí un soldado marroquí puede violar, torturar, amenazar, maltratar a un hombre o a una mujer saharaui delante de un casco azul de la ONU sin que este pueda intervenir ni pueda informar.
La República Árabe Saharaui Democrática busca la independencia de España desde principios de la década de 1970, y ha sido invadida por Marruecos y Mauritania.
Los habitantes de esta zona del mundo han resistido cuatro décadas de exilio en medio de torturas, mutilaciones, desnutrición, trabajos forzados, enfermedades físicas y mentales. Actualmente la zona ocupada está rodeada por un muro que mide 2700 kilómetros, es la segunda muralla más grande del mundo, solo superada por la Muralla China.
En la república Saharaui no se permite el acceso de la prensa, a ningún
diplomático o político, tampoco a comisiones de derechos humanos ni a nadie que tenga que ver con Amnistía Internacional. Por eso los saharauis viven rodeados de al menos dos millones de minas antipersonales. Dentro de sus territorios está la cárcel negra, una prisión considerada como el lugar donde peores violaciones a los derechos humanos se comenten en todo el mundo.
México es de los primeros países en reconocer a los saharauis como nación, y aunque 80 naciones los avalan, no hay país que se pronuncie a favor de su libertad, solo han solicitado un referéndum para que los ciudadanos puedan votar libremente y decidir si quieren ser una nación independiente o desean sumarse a Marruecos como una provincia más.
Esta historia, que parece sacada del pasado pero que ocurre actualmente, está debidamente documentada en Gurba, la condena, un documental del director y productor español Miguel Ángel Tobías, quien logró entrar de incógnito a la zona ocupada de la República Saharaui.
Desde ahí narra con personas reales hechos verídicos donde se violan los derechos humanos a la vista de todos. Esta historia está hecha para reivindicar a todos los refugiados del mundo en favor de la libertad.