Hay niños también, mártires colaterales de una guerra que ellos no entienden.
Ubicado a pocos kilómetros de la frontera con Siria, exactamente a solo 35 kilómetros, el hospital Centro Médico Ziv ha dejado a un lado los odios y rencores contra su enemigo y ha abierto las puertas a víctimas de la guerra en Siria para atender tanto a civiles como a combatientes.
A principios de febrero, los soldados israelíes ubicados en esa frontera se vieron ante el dilema de responder y auxiliar o no a las víctimas que llegaban pidiendo ayuda. En un inicio solo les prestaban los primeros auxilios, pero ante la gravedad de las heridas comenzaron a trasladarlos al Centro Médico Ziv donde su director, el doctor Óscar Embon, nos cuenta que ante todo son servidores que han hecho el juramento hipocrático y que el servicio lo merecen todos, vengan de donde vengan. Y así fue como este hospital se ha preocupado por ellos; el número de víctimas de febrero a la fecha supera el centenar, muchos ya han sido dados de alta.
Las víctimas, en algunos casos, son recibidas en estado crítico, con extensas heridas de metralla en todas partes del cuerpo. Hay pequeñitos también, víctimas colaterales de una guerra que ellos no entienden. Platicamos con Ahmed. Las bombas destruyeron su aldea, solo le sobrevive un tío, quien prefiere no revelar su nombre, pues si regresan a Siria, dice, serán tratados como traidores. Cada historia, aquí, representa una dura y triste realidad.
Ahmed tiene cuatro años, su casa se le derrumbó encima tras un ataque, no supieron si amigo o enemigo. Su carita está poblada de las cicatrices y heridas ocasionadas por las esquirlas y escombros. Las enfermeras lo han adoptado y lo consienten con sonrisas y juegos, y probablemente pronto sea dado de alta. Cuando salga del hospital, la preocupación será a dónde ir. No tiene casa, su tío tampoco. Él plática a nuestro micrófono que el pueblo prácticamente desapareció y no hay nada a qué regresar. Desterrados en su propia tierra, se convertirán en otros más de los migrantes de aquí.
El doctor Óscar Embon, director del Centro Médico Ziv, informa que el caso de Ahmed y su tío no son únicos, pero tampoco hay algo que ellos puedan hacer al respecto; sin embargo, considera un avance el poder recibir el agradecimiento tanto de pacientes como el reconocimiento de la Cruz Roja Internacional.
“Durante casi un año hemos estado tratando a los sirios heridos que son traídos a nosotros por el ejército israelí, la mayoría de ellos en estado crítico. Algunos sufren lesiones graves y complicadas que requieren cuidados prolongados por los médicos en los diferentes departamentos, y a veces equipos interdisciplinarios trabajan juntos en la sala de operaciones. Los resultados son buenos y los sirios heridos expresan su agradecimiento al personal médico”, nos comenta el médico.
En las zonas de conflicto el deber los llama y es así como hospitales como este, ubicados justo en la frontera, izan banderas blancas en señal de paz. A pesar de eso, este centro médico ya ha sido bombardeado en el pasado, pero el personal no se detiene, no lo para ni las balas, ni un proyectil, ellos continúan trabajando.
El Dr. Embon, con pasión en los ojos y su andar despreocupado, nos lleva a las salas donde son atendidos los sirios heridos y observamos que son procuradores de justicia atados sin distingo. Las víctimas reciben apoyo por parte del personal paramédico, trabajadores sociales, psicólogos y fisioterapeutas durante su estadía. El apoyo es incluso emocional, parte importante en el tratamiento de las víctimas, pues sufren el doble trauma de la experiencia de la guerra y estar en el país enemigo.
Es la eterna lucha por la inalcanzable paz en la región.
Hannia Novell es periodista y conductora del noticiario Proyecto 40. Twitter: @HanniaNovell