Año tras año millones de migrantes en el mundo salen de sus ciudades y países en búsqueda de mejores oportunidades para ellos y sus familias, planteando así nuevos retos para la mejora coordinada de las condiciones económicas y sociales de los lugares de origen y destino, y ofreciendo nuevos escenarios de desarrollo para todas las sociedades.
Como consecuencia de la progresiva globalización de los mercados laborales y las sociedades, así como de los avances en las comunicaciones y el transporte, en los últimos años ha aumentado considerablemente el número de migrantes que desean sobreponerse a la adversidad y mejorar su calidad de vida.
Si bien es cierto que la migración es posiblemente tan antigua como la humanidad, hoy en día se habla de aproximadamente 750 millones de migrantes internos y cerca de 250 millones de migrantes internacionales —50 millones son indocumentados—, cifras sin precedentes que han aumentado exponencialmente en los últimos 10 años y que hacen evidente la importancia de determinar las formas de maximizar los beneficios para el desarrollo de la migración y minimizar sus efectos negativos.
Este fenómeno social, cultural, económico y político, al tener sus orígenes en la desigualdad y en la pobreza, plantea la urgente necesidad de ser examinado en sus aspectos multidimensionales con el fin de determinar por un lado cuáles son los retos a los que se enfrentan los gobiernos y las sociedades, y por otro, las oportunidades que representa la migración a nivel de desarrollo —siendo las remesas su beneficio más tangible valuado, en 2012, en 530 000 millones de dólares a nivel global— para promover acciones prácticas tanto a nivel nacional como internacional.
La reciente presentación del proyecto de legislación para reformar la ley de migración del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, con el que por segunda ocasión ofrece “sacar de la oscuridad a los migrantes”, puso nuevamente sobre la mesa la necesidad de incorporar las cuestiones de la migración internacional en los planes de desarrollo nacional y en las estrategias de combate y reducción de la pobreza, y alertó sobre el carácter global de un fenómeno que, por su alcance y complejidad, afecta prácticamente a todos los países del mundo.
“En muchos países en
desarrollo no se generan empleos decentes y en cantidades suficientes para que las personas no migren”.
México, como el vecino del sur de Estados Unidos, pero además como país de origen, tránsito, destino y retorno de migrantes, es el principal interesado en saber cuál será el futuro de esta ley, que hace cuatro años no prosperó, cuando Obama la presentó por primera vez, en 2008, ante el Congreso, y que por lo tanto no benefició a los aproximadamente 11 millones de migrantes indocumentados procedentes de distintas partes del mundo —unos seis millones son mexicanos— y que viven en condiciones de inseguridad y vulnerabilidad por la falta de acceso a servicios públicos y un salario digno, y sin garantías para el respeto a sus derechos humanos.
¿Por qué migrar?
La falta de oportunidades y el deseo de mejorar la calidad de vida siguen siendo las dos razones principales para que especialmente los migrantes indocumentados decidan salir de sus países de origen a “probar suerte” en las naciones más desarrolladas, asegura Thomas Weiss, representante de la Organización Internacional para las Migraciones en México, en entrevista con Newsweek en Español.
Es así como actualmente estamos hablando de un fenómeno que abarca más o menos 1000 millones de seres humanos, lo que representa que una séptima parte de la población mundial —calculada en 7000 millones de habitantes— se pueda caracterizar como migrante.
Otras de las causas fundamentales de la migración internacional son las asimetrías existentes entre los niveles de desarrollo y las necesidades de los mercados laborales, así como las tendencias demográficas, en especial las diferencias marcadas en las estructuras por edades de las poblaciones de distintos países, y la búsqueda de mejores posibilidades de salarios y capacitación especialmente por parte de las personas altamente calificadas.
“Esas son algunas de las múltiples causas que dejan en claro los motivos de los millones de migrantes para dejar prácticamente todo y salir de sus países, pero basta decir que es suficiente con que en muchos países en desarrollo no se generen empleos decentes en cantidades suficientes para que las personas migren”.
La migración como motor de desarrollo
Lejos de que la migración sea tan solo un problema por combatir, representa también un motor importante de desarrollo por aprovechar.
El reconocimiento de la relación y las sinergias entre la migración y el desarrollo hace posible que los migrantes, como protagonistas de esta era de la movilidad, ofrezcan oportunidades para las sociedades en todo el mundo mediante la contribución de su desarrollo personal —con el aumento de sus ingresos, el acceso a nuevos conocimientos, la familiarización con una nueva cultura, su ingreso en el ámbito empresarial y el trazo de nuevas metas—, y también al desarrollo de las sociedades de origen y destino a través del envío de remesas y el aporte de fuerzas laborales en las sociedades de acogida en donde en su mayoría realizan el trabajo que los nacionales ya no quieren hacer.
“Pero todo esto es posible siempre que las políticas de migración partan de un enfoque basado en los derechos humanos y en la cooperación entre los países de destino, origen y tránsito, ya que solo así los migrantes pueden gozar de sus derechos y también cumplir con sus obligaciones”, explica Thomas Weisse.
Y es que es, precisamente, el que los migrantes no gocen del acceso a los servicios públicos y de que se les prive de sus derechos humanos lo que provoca que las dinámicas migratorias no puedan ser aprovechadas con fines de desarrollo y el que la migración se haya convertido en un fenómeno complejo en el que los efectos negativos son mucho más visibles que los positivos.
“Cuando la migración representa una vía única para las personas se convierte en un problema; sin importar los riesgos del traslado y las condiciones de trabajo, deciden partir con tal de no permanecer en la miseria”, asegura el representante de la misión de la OIM en México y agrega que la fuga de cerebros, la separación de las familias y los múltiples riesgos que corren los migrantes en su traslado a los países de destino son sin duda los aspectos más negativos de la migración.
La migración de personas muy calificadas de los países en desarrollo, en particular provenientes de los sectores de la salud y la educación, se debe a la insuficiente financiación oficial en dichos sectores y pone en peligro la cantidad y calidad de los servicios de los países de origen. Mientras, la separación de las familias obedece a la insuficiente oferta de empleos para poder sacar adelante a los seres queridos. Los riesgos que corren los migrantes en su traslado son consecuencia del fortalecimiento de controles fronterizos y requerimiento de documentación, así como a la imposibilidad económica de costearse un viaje en condiciones para llegar al destino deseado.
Por eso, conocer los efectos de la migración internacional para el desarrollo económico y social se vuelve, en ese sentido, clave para determinar cuáles son los medios apropiados para maximizar el desarrollo sostenido y sostenible como el aspecto más prometedor de las dinámicas de migración y reducir considerablemente los elementos perjudiciales de un fenómeno que responde al deseo de mejorar, no para empeorar, las condiciones de los seres humanos.
“El Estado por sí solo no puede proteger ni garantizar el respeto de los derechos
de los migrantes”.
En septiembre próximo tendrá lugar —en la ciudad de Nueva York— un nuevo diálogo de alto nivel sobre la migración internacional y el desarrollo para hablar acerca de los efectos de la migración internacional para el desarrollo económico y social, las medidas que se deben adoptar para asegurar el respeto y la protección de los derechos humanos de todos los migrantes, los aspectos multidimensionales de la migración internacional y el desarrollo, la promoción y establecimiento de alianzas, y el fomento de la capacidad e intercambio de las mejores prácticas a nivel internacional.
El papel de la sociedad civil y los gobiernos
Ante un fenómeno como la migración, la participación de las organizaciones no gubernamentales, las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado se convierte en agente fundamental de su proceso de desarrollo, así como en socios indispensables para asegurar la realización de los beneficios de la migración internacional y el respeto de los derechos fundamentales de los migrantes.
“El Estado por sí solo no puede proteger ni garantizar el respeto y la protección de los derechos de los migrantes, precisa innegablemente del papel de la sociedad civil organizada y del sector privado para hacerlos valer mediante la elaboración de políticas públicas que respondan a las necesidades reales de los migrantes”.
Los gobiernos por su parte están a cargo de establecer un entorno normativo en el que se determine quién tiene o no el derecho de entrar a un país, así como la responsabilidad de gestionar la migración en función de las prioridades de seguridad, de aspectos de desarrollo, de preservación de entornos laborales justos y dignos y del cumplimiento y respeto de los derechos humanos de todas las personas migrantes.
Principalmente para el correcto ejercicio de los derechos humanos es que el trabajo conjunto de los gobiernos y la sociedad civil organizada, la Iglesia y el sector privado se vuelven indispensables, ya que las autoridades públicas no pueden estar presentes en todos los espacios. “Es ahí, donde el Estado no tiene posibilidad de estar presente, que el papel de la sociedad civil, las iglesias y el sector privado cobran todo su sentido”, asegura Weisse.
En un mundo ideal hay un intercambio de información, una cooperación fuerte entre autoridades públicas, el gobierno, la sociedad civil y organismos internacionales; pero, desafortunadamente, en muchos países esa cooperación es insistente porque no es fácil unir dinámicas o fuerzas de representantes de varios sectores que no necesariamente comparten las mismas visiones en cuanto a la migración.
Según Weisse, ese ha sido uno de los grandes retos de la gestión migratoria: unir a todos los actores para fomentar el intercambio de información y para elaborar políticas públicas y respuestas prácticas a los retos y desafíos de la migración que puedan beneficiar a todos los migrantes.
En este sentido, organismos intergubernamentales como la United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC), United Nations International Children’s Emergency Fund (Unicef) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) tienen un papel fundamental en términos del establecimiento de puentes y mecanismos de intercambio de información, de plataformas de contacto para permitir, en un ambiente no vinculante, la cooperación entre estos dos grandes tipos de actores indispensables que son el sector público y la sociedad civil organizada.
El enfoque de la migración internacional basada en los DH
La migración internacional, el desarrollo y el respeto y cumplimiento de los derechos humanos fundamentales van de la mano cuando se trata de una migración que busca responder a las necesidades de generar empleos en condiciones dignas y justas y asegurar los medios de vida sostenibles en todos los países.
Por ello, las actividades de los organismos internacionales y de los gobiernos están enfocadas a garantizar el respeto de los derechos humanos de los migrantes y la promoción de un enfoque basado en dichos derechos para la correcta gestión internacional del fenómeno.
Pero ¿cómo proteger y garantizar los derechos de los migrantes? Para Thomas Weisse es cuestión de ejercer tres tipos de intervención: compartir información entre naciones; capacitar a todas las personas que están en contacto con migrantes —funcionarios, jueces, policías, fiscales, agentes, empleadores, medios de comunicación y sociedad civil— para que conozca los derechos, los riesgos, las obligaciones y los aportes al desarrollo de las personas migrantes; e intercambiar dinámicas migratorias entre países de origen, tránsito, destino y retorno de la misma región para la correcta elaboración de políticas públicas que tomen en cuenta las necesidades específicas y las aristas de la migración y de la situación de todas las personas migrantes.
“Es indispensable conocer acerca de cuáles son los derechos, pero también las responsabilidades de los migrantes frente a la ley en la ruta migratoria y en los países de destino; el saber dónde están los proveedores de servicios y la sociedad civil; pero también dónde se encuentran los representantes de las fuerzas del orden y los empleadores con todas sus responsabilidades y también derechos sobre el trabajador”, dice Weisse, pues de esa manera se genera la posibilidad de proteger los derechos, tarea que no se puede lograr si estos se ignoran.
La falta de información es un problema al que se enfrentan gobiernos y sociedades para proteger a los migrantes.
La falta de información es, precisamente, uno de los problemas más complejos a los que se enfrentan tanto los gobiernos como las sociedades para la protección de sus migrantes, esto debido a que, para el diseño de políticas públicas, la formulación de recomendaciones, el establecimiento de las dinámicas migratorias, el garantizar el bienestar y la protección de todas las personas migrantes y el fomentar la cooperación entre estados y la cooperación internacional, es estrictamente necesario saber cuántos migrantes, dónde y en qué condiciones se encuentran.
Es un fenómeno que se presta a la cooperación internacional, como los flujos informales transfronterizos, entonces tiene sentido, en términos de la gestión del fenómeno, tener cooperación entre países de origen de tránsito y de destino.
Indispensable, la cooperación internacional
Otro de los aspectos indispensables para que la migración pueda ser aprovechada en sus aspectos positivos es la cooperación internacional, pues su carácter como un fenómeno transfronterizo supone ser tratado desde una perspectiva de cooperación bilateral y multilateral.
Hay en el mundo 16 llamados procesos consultivos regionales sobre asuntos migratorios, los cuales están vigentes en todas las regiones del mundo para reunir de manera regular a representantes del sector público y de la sociedad civil organizada con el fin de intercambiar información y pensar en diversas maneras de mejorar la gestión del fenómeno.
En el caso de América Latina y el Caribe se puede hablar de la presencia de procesos consultivos regionales acerca de asuntos migratorios exitosos como el Proceso Puebla, establecido en 1996 en la ciudad de Puebla, que fue impulsado por el gobierno mexicano y que hoy en día reúne a 15 países en torno al fenómeno migratorio presente en una de las regiones más dinámicas, en términos de migración internacional, con el fin de intercambiar información y diseñar respuestas en términos de políticas públicas.
El éxito del Proceso Puebla está basado en que ha logrado ir más allá de las pláticas en una sala de conferencias desarrollando e implementando programas operativos muy concretos que han beneficiado a muchísimos migrantes en situación difícil.
“Casos como el de Puebla dejan claro que la visualización internacional del fenómeno, a partir de su abordaje desde la perspectiva de los países de origen, tránsito y destino, hace que ningún país se sienta ajeno a un fenóme-no que es por naturaleza transnacional, y que por lo mismo atañe a todos”.
Retos múltiples
Los retos que suponen contrarrestar los aspectos negativos de este fenómeno son múltiples, como múltiples son los desafíos para lograr organizar la migración de tal manera que sus efectos positivos beneficien tanto a todas las personas migrantes como a las sociedades de origen y destino.
Sin embargo, para Thomas Weisse puede bastar el entendimiento de los gobiernos y de la sociedad sobre el hecho de que el respeto de los derechos humanos de las personas migrantes, así como el conocimiento de cuáles son sus responsabilidades y obligaciones, son elementos claves para promover activamente el desarrollo.
“La visualización internacional hace que ningún país se sienta ajeno a un fenómeno que atañe a todos”.
“Es curioso ver cómo pasan los años y los retos siguen siendo los mismos. Tal vez sea porque no se ha logrado entender que el combate y el aprovechamiento de un fenómeno como el de la migración no está basado en el uso de la fuerza o en el endurecimiento de los controles fronterizos, sino en el entendimiento de que existe una estrecha relación entre la migración, el desarrollo y los derechos humanos”, concluye el también especialista en derechos humanos.
Quizá la aprobación de la reforma a la ley migratoria de Obama pueda ser un ejemplo de que es posible el entendimiento de dicha relación, que fortalece los beneficios de la migración y permite que esta suponga un motor de desarrollo y se convierta en un asunto de elección propia y deje de ser una elección única por motivos de necesidad extrema.