El conflicto armado que inició el 2 de abril de 1982 con la llegada de tropas argentinas a las islas del Atlántico Sur, y terminó luego de 74 días con la victoria del Ejército británico, es hoy motivo de controversia puesto que el gobierno de Argentina reiteradamente ha hecho un llamado a Inglaterra para iniciar negociaciones acerca de la soberanía de las islas, y la monarquía británica se ha negado.
Argentina en los últimos nueve años —con la llegada de Néstor Kirchner al poder y el actual mandato de Cristina Fernández de Kirchner— ha desplegado una acción diplomática muy activa con el fin de revindicar a nivel global sus derechos sobre las islas, mismos que sustentan con base en consideraciones geográficas —tomando en cuenta que las islas se encuentran a unos 480 kilómetros del territorio continental argentino—, históricas y jurídicas.
Según dijo a Newsweek en Español en entrevista la embajadora de Argentina en México, Patricia Vaca Narvaja, cuando las Provincias Unidas del Río de la Plata tomaron posesión efectiva de las islas, el 6 de noviembre de 1820, el Reino Unido no efectuó protesta, como tampoco lo hizo en 1823 cuando reconoció a las Provincias Unidas, o cuando firmó con ellas el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, en 1825. Su primera protesta, aseguró, ocurrió el 19 de noviembre de 1831, y en 1833 Reino Unido ocupó las islas “expulsando a su población y no permitiendo su retorno”, además de que “violó una serie de tratados vulnerando así la integridad territorial de Argentina y su unidad nacional”.
Inglaterra por su parte sostiene que no ha accedido a las negociaciones debido a que no les queda duda alguna de que Gran Bretaña ejerce la soberanía de las islas, pero sobre todo porque el futuro de las mismas “solo puede estar en manos de sus 2500 habitantes”, conocidos como islanders. “Son ellos los únicos con derecho a decidir, y solo si ellos lo piden estaremos dispuestos a entablar negociaciones”, aseguró en entrevista con Newsweek en Español el subsecretario y jefe del Servicio Diplomático de Inglaterra, Simon Fraser.
También explicó que su país tomó posesión formal de las islas en 1765, estableciendo varios asentamientos durante el próximo siglo y medio antes de que Argentina se convirtiera en un estado libre e independiente y que, a la llegada de las tropas inglesas a las Malvinas, en 1833, no expulsaron a ningún nativo de la zona, ni obligaron a nadie a permanecer ahí. “En 1888 fue cuando Argentina hizo su única protesta formal sobre las Malvinas”.
Los evidentes desacuerdos entre ambas naciones sobre la versión de los hechos y la concepción desoberanía de las islas, aunado a recientes gestiones diplomáticas por parte de los gobiernos de Inglaterra y Argentina, han exacerbado los ánimos y traído a la memoria la guerra en la que murieron 649 militares argentinos, 255 británicos y tres civiles. También han avivado el conflicto bilateral que, según el primer ministro inglés, David Cameron, es producto de “un profundo error” ocurrido durante la dictadura de Leopoldo Galtier, y un claro signo de “colonialismo decimonónico”, según José Narro, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
LAS “AMENAZAS” DE INGLATERRA
Argentina recientemente alertó a la comunidad internacional sobre lo que denominó la militarización del Atlántico Sur; esto debido a que desde febrero Inglaterra “viene amenazando con el envío de uno de los destructores más poderosos y modernos de la Royal Navy, días después el príncipe William llegó a las Malvinas no vestido de príncipe, sino de militar, y en marzo fuimos alertados de la presencia de un submarino en las Malvinas con capacidad para transportar armas nucleares”, informó la embajadora argentina.
El príncipe William llegó a principios de febrero a las Malvinas para completar su formación militar durante seis semanas en la base aérea de Mount Pleasant como copiloto de helicópteros de rescate. Es el cuarto miembro de la familia real que visita las islas y su arribo fue lamentable para la comunidad argentina debido a que el heredero de la corona inglesa descendió del helicóptero con uniforme de militar. “Es lamentable que arribe con uniforme de conquistador y no con la sabiduría de estadista que trabaja al servicio de la paz y el diálogo entre las naciones”, expresó el gobierno argentino mediante un comunicado de prensa emitido por la Cancillería.
En el caso de la fragata HMS Montrose, esta finalmente zarpó rumbo a las islas dos días después de las conmemoraciones por el trigésimo aniversario de la guerra. En ella viajan 183 tripulantes y está equipada con sistemas de lanzamiento vertical de misiles Sea Wolf, torpedos submarinos y un helicóptero Lynx. Su envío es, según el comandante de la nave, Jonathan Lett, únicamente para “brindar una presencia tranquilizadora a la región y proteger los intereses británicos”. Sin embargo, para Argentina su presencia es contraria a la política de la región de apego a la búsqueda de una solución pacífica a la controversia sobre las Malvinas.
La posible presencia de un submarino nuclear en las Malvinas fue un tema tratado puntualmente por el ministro de Relaciones Exteriores argentino, Héctor Timerman, en la segunda Cumbre de Seguridad Nuclear. Ahí el Canciller alertó a la comunidad internacional y pidió a Londres que confirme la ausencia de armas nucleares en la zona en favor del tratado que establece a las islas como zona libre de armas nucleares y del régimen de no proliferación. “Al día de hoy Londres no lo ha hecho”, puntualizó Vaca Narvaja.
Además, otras acciones relacionadas con la exploración y la explotación ilegal de hidrocarburos, como fue el caso reciente de cinco compañías inglesas —entre ellas Argos Resources Limited y Rockhopper Exploration PLC—, y la explotación de recursos naturales renovables y no renovables del área, provocaron que Fernández de Kirchner exigiera que todo buque que pretenda transitar en los puertos ubicados en la Argentina Continental y Malvinas debe solicitar permiso, y también supusieron el inicio de acciones legales en contra de dichas actividades calificadas por Vaca Narvaja como “unilaterales en una zona de disputa”.
Simon Fraser habló de la militarización de las islas como una consecuencia de la invasión argentina de 1982 y aseguró que Inglaterra no tiene ni más personal militar (actualmente hay 1500 soldados ingleses en la zona) y ni ha incrementado la fuerza de defensa, “simplemente nos hemos asegurado de mantener nuestra capacidad para defender las islas en caso de que fuera necesario”. Sobre la visita del príncipe William asegura que fue simplemente un despliegue rutinario.
ARGENTINA “INTIMIDA” A LOS ISLANDERS
Las recientes gestiones diplomáticas emprendidas por el gobierno argentino fueron denominadas por el canciller del Reino Unido, William Hague, como “intimidaciones” a la población civil de las Malvinas y como “bloqueo comercial”.
Argentina se retiró de la Comisión de Pesca del Atlántico Sur, así como abandonó el acuerdo firmado en 1995 para cooperar con la exploración del petróleo, acciones que suponen para el gobierno británico una posible causa de graves perjuicios a los recursos pesqueros del Atlántico Sur, así como la violación de los principios del libre comercio internacional.
También alertó de la posible suspensión del acuerdo sobre vuelos entre Chile y las Malvinas firmado en 1999 y a través del cual la aerolínea Lan Chile ofrece servicio semanal entre ambos destinos. Finalmente el gobierno de Kirchner decidió no poner en marcha la suspensión para demostrar que Argentina no quiere perjudicar a ninguna comunidad, en cambio, ratificó la propuesta de incrementar de dos a tres los vuelos semanales a Malvinas desde Buenos Aires.
A principios de febrero se le denegó la entrada a dos cruceros británicos al puerto argentino de Ushuaia, así como se ha impuesto restricciones a los barcos provenientes de las Malvinas que viajan a través del Estrecho de Magallanes y se ha prohibido el ingreso de los barcos que porten la bandera de las Malvinas a los puertos de los países integrantes del Mercosur.
A finales del mismo mes el gobierno argentino pidió a 20 grandes empresas que sustituyan sus importaciones de productos británicos por otros de distinto origen, entre las cuales figuraban la productora suiza de semillas transgénicas Syngenta; la canadiense Finning, destacada como distribuidora de maquinaria Caterpillar, y el laboratorio argentino Roemmers.
Las acciones fueron calificadas por Simon Fraser como medidas sin bases legales que están diseñadas para intimidar a “una sociedad diversa, democrática y trabajadora” que no hacen más que aumentar las tensiones.
¿UNA CAUSA LATINOAMERICANA Y GLOBAL?
Tras la decisión del gobierno argentino de impedir la entrada de los barcos que portaban la bandera de las Malvinas, que ellos califican de ilegal, naciones latinoamericanas decidieron brindar su apoyo.
Los presidentes de los países integrantes del Mercosur —Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay— acordaron, en la cumbre celebrada en diciembre pasado, en Montevideo, tomar todas las medidas necesaria para bloquear el acceso a sus puertos a los buques provenientes de las Malvinas “en conformidad con el Derecho Internacional y sus respectivas legislaciones internas”.
Sobre la misma línea de apoyo a la que han denominado la “Causa de las Malvinas”, también la Organización de Estados Americanos se ha pronunciado a favor de que se establezca un diálogo entre ambas naciones, y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en marzo pasado reiteró, a través del consejo de ministros, su respaldo a “los derechos legítimos de Argentina en disputa de la soberanía de las islas” y repudió la negativa del Reino Unido a reanudar negociaciones “pretendiendo ignorar los llamamientos de la comunidad internacional”.
La Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL), la Federación Latinoamericana de Ciudades, Municipios y Asociaciones de Gobiernos Locales (FLACMA), la Asociación Chilena de Municipalidades y la Asociación de Profesionistas Egresados de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, así como los mandatarios de la región también han expresado su apoyo a Argentina.
Junto a ellos, seis premios Nobel de la Paz, como el argentino Adolfo Pérez Esquivel y la guatemalteca Rigoberta Menchú, se pronunciaron a favor del diálogo y negociaciones sobre la soberanía de las islas mediante una declaración enviada al primer ministro británico en la que instan a su gobierno a que retome el camino expresado por Cristina Fernández para lograr una solución justa y pacífica a través de la diplomacia. La declaración puntualiza que “no es una iniciativa contra el gobierno británico, sino una campaña por el diálogo y para derribar los muros de la intolerancia”.
Si bien desde el inicio de su reclamación Argentina contó con el apoyo de América Latina, así como de la extinta Unión Soviética y de varios países asiáticos, hoy la composición geopolítica y económica internacional ha cambiado, ya que el peso económico y político de los países asiáticos hoy es mucho mayor en el concierto internacional de naciones y América Latina ha iniciado un proceso de fortalecimiento de la soberanía y autodeterminación nacional y regional, promoviendo una mayor participación de los países y de la región, tanto en la composición como en la distribución del ingreso nacional y regional, respecto a la de los países desarrollados y con sus socios comerciales.
Así, la región ha implementado un modelo alternativo de desarrollo, basado en nuevas alianzas locales y subregionales, lo que le ha dado un nuevo y mayor peso al comercio regional suramericano y ha promovido también la creación de una plataforma regional de financiamiento y abierto nuevos mercados asiáticos y africanos.
Ante tal panorama Argentina se encuentra segura de que el apoyo de sus países hermanos es hoy en día mayor tanto por los nuevos instrumentos, instituciones y organismos multilaterales latinoamericanos autónomos que existen y se consolidan actualmente en la región, como por una conciencia común de que, según Patricia Vaca Narvaja,“Inglaterra está interesada en las islas Malvinas por su riqueza pesquera, petrolera, por su proyección en la Antártida y también por su ubicación geopolítica, por eso la cuestión Malvinas no es solo una reivindicación argentina, sino una causa latinoamericana y global”.
En opinión de Simon Fraser, los mandatarios de Latinoamérica comprenden la posición de Reino Unido, y “al igual que nosotros, prefieren tener relaciones constructivas”.
NACIONES UNIDAS DE MEDIADOR
A principios de abril el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ofreció mediar entre Londres y Buenos Aires “cuando las naciones estén dispuestas” e hizo un llamado a que se establezca un diálogo pacífico, al cual Inglaterra se ha negado.
El tema de las islas Malvinas se incorporó en la agenda del organismo con la Resolución 1514, aprobada el 14 de diciembre de 1960, que proclama poner fin a toda forma y manifestación de colonialismo, así como de la Resolución 2065, aprobada el 16 de diciembre de 1965 a través de la cual la comunidad internacional reconocía oficialmente la disputa territorial por las Malvinas, misma que descalificaba cualquier actividad unilateral.
Inglaterra se ha mantenido firme ante la no negociación aduciendo al punto 2 de la Resolución, que habla de la libre autodeterminación. Argentina basa su defensa en el punto 6 de la Resolución, que declara incompatible con su carta fundacional y principios cualquier intento de quebrantar la unidad e integridad territorial de una nación. “Esta es una cuestión de autodeterminación, son los islanders quienes han elegido seguir bajo la soberanía británica”, asegura Fraser.
Argentina, por su parte, en voz de Vaca Narvaja argumenta que el gobierno argentino no quiere que los habitantes de las islas Malvinas se vuelvan argentinos, pues lo que reclaman es la soberanía sobre los territorios y que ni ellos ni Naciones Unidas “reconocen, para este caso, la vigencia de la autodeterminación de los pueblos, porque cuando el Reino Unido invadió y ocupó las Malvinas expulsó a toda la población que allí vivía, transplantando a pobladores ingleses”.
Entre tanto, las tensiones siguen en aumento, y mientras Argentina se apoya en las resoluciones de la ONU y otros organismos internacionales como la OEA para defender la validez jurídica de su reclamo de soberanía, Inglaterra continúa firme ante la no negociación y ha dejado el futuro de las islas en manos de los islanders.