EN DICIEMBRE, el presidente Donald Trump anunció que quiere enviar astronautas a vivir en la luna y, a la larga, incluso en Marte. Por supuesto, no aclaró si también quiere enviar al asesor especial, Robert Mueller, para una estancia prolongada en alguno de esos lugares.
Los humanos no han vuelto a la luna desde 1972, así que para entender mejor cómo sería la vida allá, Newsweek habló con otro Mueller: Robert P. Mueller, importante tecnólogo de la NASA con experiencia en robótica, construcción de avanzadas planetarias, y muchos otros aspectos prácticos de la exploración espacial.
—¿De dónde obtendrían agua las personas que vivan en la luna?
—Hay agua disponible en el espacio, pero es necesario extraerla. Tienes que cavar el suelo y sacar el agua. Y después tienes que purificarla. Ese es uno de los recursos principales que tenemos [allá arriba]. La otra ventaja del agua es que, si la electrolizas, puedes convertirla en hidrógeno y oxígeno, y eso es un propulsor para cohetes. El agua es crucial para todo.
—¿Cómo cultivarían alimentos?
—Puedes cultivar alimentos de manera muy eficaz con luces led. Hemos hecho investigaciones que demuestran que la luz púrpura es la mejor: es el espectro de longitud de onda de la luz en que las plantas crecen muy bien. Utilizamos hidroponía. También usamos la aeroponía. Y estamos investigando si incluso es posible cultivar plantas en la tierra local, pero eso sigue en el grado experimental.
“Sin duda tendremos granjas en el espacio, por dos motivos: necesitamos la comida para la tripulación, y también porque tener plantas en el espacio ofrece ventajas psicológicas importantes. Eso se ha demostrado en la Estación Espacial Internacional”.
—¿Cómo serían las instalaciones en la luna?
—Tenemos estructuras bidimensionales, cosas como plataformas de aterrizaje, caminos, estacionamientos, áreas libres de polvo… Luego tenemos las estructuras tridimensionales, como los hangares, hábitats, refugios contra radiación… una estructura presurizada donde la tripulación puede vivir y guardar el equipo.
—¿Qué deben tomar en cuenta los científicos cuando diseñen estos edificios?
—Debes tomar en cuenta el ambiente extremo… Los robots construirán la base, y después llegarán los humanos para vivir en ella. Por supuesto, por ahora no tenemos la capacidad para hacer eso, pero estamos desarrollando soluciones en el laboratorio. Creo que estaremos listos en unos 10 o 20 años.
—¿Qué hay de extremo en el ambiente?
—Hay cambios de temperatura extremos en la luna, por ejemplo. Puedes pasar de [-130 a 125 grados centígrados] con solo ir de las áreas de sombra a las iluminadas.
“No hay atmósfera; todo es vacío. Y, además de eso, tienes que resistir la radiación del espacio profundo. Existen dos tipos de radiación. Tenemos los eventos de partículas solares que provienen de nuestro astro, y también los rayos cósmicos galácticos que llegan del espacio profundo. Encima, los micrometeoroides que caen en la luna. También hay terremotos lunares, así que tienes que diseñar estructuras capaces de sobrevivir a un pequeño sismo lunar.
—¿De qué estarían hechos los edificios?
—Pretendemos construir con recursos locales, con materiales indígenas. En la primera etapa, es probable que enviemos módulos fabricados en la Tierra y luego, pondremos bajo ellos los refugios construidos localmente con regolito, una roca triturada que encuentras en la superficie de la luna y en Marte. Conforme evolucione la tecnología, ya no enviaremos materiales de la Tierra. Seremos completamente autosuficientes y podremos enviar solo unos cuantos robots, porque tendremos suficiente energía del sol y grandes cantidades de material de la luna o de Marte.
“En este momento, la impresión 3D parece ser el candidato principal para [construir] esas estructuras. Serían grandes impresoras robóticas 3D, o hasta podríamos imprimir una impresora 3D en 3D. [Podríamos] llevar una impresora 3D pequeña que imprima todos los componentes, y luego armar una gran impresora 3D y usarla para construir una estructura grande.
—¿Cuán grandes serían los primeros asentamientos?
—Igual que hemos hecho en la Estación Espacial Internacional, enviaríamos astronautas financiados por los gobiernos, y ellos serían los pioneros. Y esos pioneros montarían la base y demostrarían que todo funciona.
“Luego, enviaríamos otras personas, entidades comerciales, turistas, investigadores, científicos y cualquiera que tenga el dinero para ir. Después, se convertiría en una empresa comercial. Surgiría una economía espacial que utilizaría los recursos locales del espacio, y empezaría a desarrollarse la actividad comercial en la luna, en las órbitas lunares y, a la larga, en Marte”.