Imagine esta escena: en un restaurante al norte de la
capital, un ex alcalde de un municipio del estado de Aguascalientes da un sorbo
a su café de olla mientras narra cómo de ser el hombre más inteligente y
simpático de ese municipio se fue convirtiendo en un florero olvidado en su
lujosa oficina.
“Desde que eres alcalde electo todo el mundo te sonríe,
todos te saludan, se ríen de tus chistes por más malos que sean, te piden
favores. Te vuelves todopoderoso y así es durante el primer año, quizás hasta
la mitad del segundo de tu administración.
“Conforme se acerca el tercer año y cuando el partido nombra
al nuevo candidato, se te acaba la inteligencia. ¡Vaya, incluso hay
subordinados que ni siquiera te contestan las llamadas! Es muy duro. Cuando
salí, de plano tuve que visitar a un sicólogo”, dijo.
Tal vez este ex alcalde, sin saberlo, padeció el síndrome
hibris o hubris, que aunque no está catalogado como una enfermedad mental, sí
tiene mucha relación con el narcisismo.
“Los síndromes no son generalizados a toda la población;
pueden estar determinados a un sector de la población o a un sector geográfico,
los sectores que son más vulnerables a ciertas características, entonces es
cuando se empieza a determinar el síndrome, es como un conjunto de
padecimientos”, inicia su explicación María del Carmen Rodríguez Juárez,
sicóloga clínica de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, coordinadora del
programa Universidad Saludable.
“En esta caso el síndrome de Hubris viene de Hibris que era
un término acuñado en Grecia a aquellos actores que estaban en el teatro y que
trataban de alardear y llamar más la atención que los demás, eran como personas
arrogantes, de ahí viene el síndrome Hubris”.
A decir de Rodríguez Juárez es más notorio en personas
expuestas al escrutinio público, sin embargo no es privativo de políticos o
periodistas. Puede pasar por un almacén donde hay pocas personas, llegando
hasta a negocios y empresas y más bien tiene que ver con situaciones de poder.
“Hubo un médico que también es político, inglés, que empezó
a identificar que había ciertas características similares en varios políticos o
personas que tenían un poder de mando alto en alguna institución, alcaldía o
país. Se empezó a investigar que esas características eran similares unos entre
otros y entonces creó o determinó como síndrome de Hibris o Hubris.
“Tiene muchas características relacionadas con un trastorno
de personalidad específico que se llama trastorno narcisista de la
personalidad, éste sí está identificado en el manual de diagnóstico de
enfermedades mentales, en el DSM4 y CIE10, la diferencia es que en el síndrome
de Hibris es temporal (…) es bajo las características de mando y de obtención del
poder”.
Las características de este síndrome son prácticamente las
mismas que el narcisismo: sentimientos de superioridad, se sienten más
inteligentes que el resto de las personas, más atractivos y, por supuesto, más
poderosos.
“Son personas que van a reducir al mínimo las oportunidades
de los demás para escalar o ser mejores. Solo ellos pueden ser los mejores y
son ellos los que pisotean a otros para que no accedan al poder, usan la
autoridad recursos y beneficios solo para su provecho, son personas que van
obtener más poder entre más abusen de él, usando su poder pueden encarcelar a
alguien o despedirlo y eso le da más poder y el punto es que el poder no es
eterno”.
El síndrome se manifiesta mientras se tiene poder, por lo
que al perderlo, el “baño de realidad” desencadena otro tipo de patologías.
“Una vez que se acaba o se va perdiendo la persona empieza a
tener indicadores importantes y relacionados con ansiedad, depresión y estrés.
No empiezan a recibir los mismos aplausos, las mismas victorias, las cámaras ya
no los ven, la gente ya no va a entrevistarlos, la gente empieza a olvidarlos y
ellos empiezan a tener una baja de autoestima de inmediato”.
Es por el síndrome Hubris, señala la especialista, que se
puede ver a gobernantes insultando públicamente a sus subalternos o a
periodistas utilizando el micrófono para destruir reputaciones sin medir de
momento las consecuencias.
“Las personas con un trastorno narcisista o son personas que
se ven dañadas profundamente, porque una vez obtenido todo, de pronto ya no
tienen nada, ni económicamente, ni emocionalmente ni en todas las áreas del ser
humano”, concluyó.