Un intento de robo reportado como algo menor se convirtió en una evidencia más del ingenio del narcotráfico en Tijuana. En el estacionamiento de Plaza Península, una llamada al 9-1-1 alertó sobre un vehículo con signos de haber sido manipulado. Lo que parecía una intrusión sin consecuencias terminó revelando un operativo de transporte de droga encubierto.
El propietario del auto, un VW Cabrio, se dio cuenta de que su cajuela estaba entreabierta y algunos objetos se habían movido de lugar. Al inspeccionar más a fondo, encontró una llanta que no le pertenecía. Dentro de ella, bolsas sospechosas alertaron su instinto: había sido convertido en una “mula ciega” sin saberlo.
Mula ciega: cuando el ciudadano común es el transporte
La práctica, conocida como mula ciega, consiste en ocultar droga en vehículos particulares sin el conocimiento del propietario, utilizando a personas comunes como transporte involuntario. Esta vez, el intento fue frustrado gracias a la rápida reacción del ciudadano y el monitoreo de seguridad.
Las cámaras de vigilancia de la plaza captaron el momento clave: un sujeto desciende de un vehículo y, con la ayuda de un guardia de seguridad del establecimiento, introduce la llanta en el auto del denunciante. El acceso a los estacionamientos se ha convertido, así, en el punto débil de la logística urbana frente al narcotráfico.
El cristal en cifras: 10 kilos y un arresto
La Policía Municipal inspeccionó el neumático, donde encontró cinco paquetes con una sustancia granulada que resultó ser cristal. El peso aproximado: 10 kilos. La droga fue asegurada de inmediato, y el presunto responsable, identificado como Ricardo “N”, de 49 años, fue detenido.
Ricardo no era un transeúnte cualquiera. Era un guardia de seguridad del mismo complejo comercial. Su participación activa en el intento de tráfico plantea preguntas incómodas: ¿cuántas veces ha pasado esto sin ser detectado?, ¿cuántos trabajadores de seguridad están cooptados?
Seguridad privatizada, vigilancia comprometida
El caso expone no solo una modalidad sofisticada del crimen organizado, sino también una grieta institucional: la privatización de la seguridad en espacios públicos no siempre garantiza neutralidad. Si el guardia actúa en complicidad con criminales, ¿quién vigila al vigilante?
La Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana Municipal aseguró que se respondió de inmediato a la alerta y reiteró su llamado a la población para usar el número de emergencias ante cualquier situación sospechosa. Pero en el fondo, el problema no es solo de reacción: es de prevención.
La frontera como laboratorio del crimen
Tijuana es un punto caliente para el trasiego de drogas hacia Estados Unidos, y el crimen organizado ha aprendido a mimetizarse con la rutina diaria. Centros comerciales, lotes de autos, estacionamientos públicos: cualquier espacio puede convertirse en plataforma de tráfico encubierto.
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La modalidad de mula ciega es solo una muestra de cómo los grupos criminales están innovando sus métodos, utilizando a ciudadanos comunes como cómplices involuntarios. La detención de un solo responsable no resuelve el problema de fondo: una arquitectura criminal que opera en lo cotidiano. N