Por Felipe Vega, Fundador y director de CECANI Latinoamérica, empresa de divulgación y formación de Organizaciones No Gubernamentales, Asociaciones Civiles y otras figuras no lucrativas.
La filantropía tiene y preservará un impacto muy significativo en las próximas décadas. Sólo en el 2020 en Estados Unidos, se registraron donaciones por 471 billones de dólares, lo que representa un crecimiento del 5% frente al año anterior.
Gracias a los incentivos tributarios en los países desarrollados, la filantropía se convirtió en una manera de escoger dónde invertir parte de nuestros impuestos. Y si hace décadas las naciones luchaban por ser las primeras en llegar a la Antártida y a la Luna, hoy son los dueños de las grandes fortunas quienes pretenden salvar el mundo.
Aunque la cultura de la donación en América Latina no está tan desarrollada como en otras partes del mundo, existe un margen de mejora en un momento en el que la mitad del espacio cívico latinoamericano se reduce. Esto porque la mayoría de los fondos se destinan a la educación, pero también deben atenderse temas trascendentales como el combate a la pobreza extrema, cambio climático, equidad racial y de género, entre otros.
De hecho, la pandemia puso en evidencia la importancia de las organizaciones de la sociedad civil por su capacidad de llegar a los más vulnerables a través de diferentes proyectos e iniciativas. Si el 2020 fue un año sin precedentes, en el que diferentes fundaciones y corporaciones desempeñaron un papel primordial y donde aumentaron significativamente las donaciones, la filantropía preserva un rol preponderante para catapultar los cambios sociales.
Así, el diseño de políticas públicas con participación de la sociedad civil, actualmente enfatizan los procesos de capacitación y los proyectos piloto y aumenta la visibilidad sobre la filantropía.
Hoy tenemos más filántropos e inversores de impacto listos para asumir más riesgos. Están comprometidos a priorizar el impacto social y ambiental sobre los rendimientos financieros. Incluso, se detectan más actores involucrados en el ecosistema de inversión social, no sólo fundaciones.
América Latina, con sus más de 200 millones de personas que según la CEPAL se situaron a fines de 2022 en la pobreza, requerirá soluciones más eficaces institucionalmente. Éstas no pueden ser proporcionadas únicamente por los gobiernos, por lo que la filantropía tiene un papel clave que desempeñar.
En este momento el cambio tecnológico, datos, impacto local y la filantropía de riesgo, son tendencias que se vislumbran en el panorama filantrópico latinoamericano. Vistas en perspectiva, reflejan el gran poder que potencialmente puede alcanzar la filantropía en América Latina.
Para lograrlo se requiere por orientación de los especialistas y lograr la colaboración entre las diferentes partes del “universo de la filantropía”.