Ignacio Ruelas Olvera
Estamos padeciendo cotidianas denuncias, sin pruebas; denostaciones, sin argumentos, de los temas más sensibles y críticos de la vida social, de las universidades, los expertos, la religión, incluso, críticas desmedidas a la razón misma. Fe y razón son un matrimonio perfecto por separación de bienes. Veámoslo así, todo pensamiento científico tiene como eje la fe de la misma manera que cualquier creencia la tiene en Dios. Así como la ilustración, la comunicación tienen la fuerza presupuestal de Nietzsche sobre “la muerte de Dios”. Se trata de un mundo en el que se puede discutir con Dios, de la misma manera que con la Razón. No es científico, ni ético, ni moral, ni político, cuestionar a la masa anónima sobre la preferencia, ¿Dios o el diablo?
La posmodernidad invierte el algoritmo, pone en peligro, sobre todo en política, su mala práctica de “la muerte de la razón”, pues la considera como la cancelación del diálogo, el funeral de la razón. La razón es una arquitectura humana, misma que nos reclama salvarla de la crisis de confianza que padece. La ciencia nunca acepta los absolutos, pues rompe con la dialéctica que fragua el conocimiento. Descartes nos lo enseñó: “de la ignorancia a la duda razonada”, el conocimiento evoluciona, se demuestra, Hegel, aporta, “tesis, antítesis y síntesis”, Marx, por su parte, dos pasos más: “llegar a ser y avance de conocimiento”. La fe sigue la cartografía de la ciencia para demostrar la existencia de Dios, luego el verdadero crisol es la razón, luz del “estar en el mundo”.
Sobrevivir en la cotidianidad la descalificación a todo lo que no le entalle a uno de los interlocutores, es escena anti-democrática, se funda en la cancelación dialógica, por imposibilidad de la réplica. La derogación del dialogo secuestra la vida ciudadana, aniquila el crecimiento cívico, crucifica la participación, necropsia la deliberación, incinera el debate. De este mapa tanatológico sigue el desprestigio, el basureo, la denostación, el deshonor, de todo “logos” disidente. Tengo la certeza que, como ejercicio de “Big Brohter”, quedará en algún expediente histórico los testimonios por pretender la transformación de la irracionalidad en razón. El gran peligro es que si matamos la razón asesinamos ciencia, teología, filosofía, técnica… El diálogo, “fe y razón”, entre Habermas y Ratzinger en 2004 nos da luz LED de esta falsa controversia conceptual, son una sintonía.
Argumentar un día a favor y otro en contra sobre un mismo tema es ilógico y farsante. Criticar sin razones es deshonestidad, una anti-virtud. Es un compromiso ciudadano estudiar el discurso no verbal, es importante para encontrar la ética del emisor. Por medio de la mirada se comunica mucho, más de lo que se cree, la comunicación no verbal queda expresada en la manera que se articulan miradas y dicciones faciales. No olvidemos los consejos de los abuelos, “el mentiroso piensa mucho más de lo que dice”, pero olvida su gesticulación. Las emociones invaden la escena y ponen en reparto las incoherencias. Según las técnicas de actuación teatral la expresión de falsas emociones tiene una vida efímera de instantes, por razón que las “nano” expresiones faciales ponen en evidencia las mentiras, los engaños, los muestran, se les desvelan ante sus ojos. La sonrisa en la escena política es un mascaron para esconder la emoción, otra vez los abuelos, “risa nerviosa, engaño seguro”.
La sonoridad de la voz externa emociones y las descubre en la intensidad de graves y agudos, no olvidemos que el habla tiene ritmo, disfonías, matices, coordinación con la humectación de los ojos, situaciones vivenciales que muestran dificultades cuando tienen ocultamientos, ansiedades…, provocan descuidos gramaticales que ponen en evidencia los engaños. Las gestualidades de las manos están presentes siempre, de alguna u otra manera. El mentiroso se incomoda, aun cuando lo niegue, el movimiento corporal muestra el ocultamiento de la normalidad. El papel escénico de las cejas, las pestañas, los labios, la lengua que apoya con hidrataciones, el movimiento de los dedos, las manos en los bolsillos, tocarse parte de la cara, pequeños rascados, el movimiento de las piernas, ponen en evidencia el engaño, el receptor debe verificarlo para evitar el astucia, es una responsabilidad ciudadana. La postura indaga y escolta la comunicación con el otro. Es común que cuando se engaña el cuerpo se tensa y se apoyan en los brazos.
Las palabras son inocentes, la comunicación no es imparcial, la intención de ambas es deshonesta, las visten agresivas, falsas, engañosas… La ciudadanía de Aguascalientes está próxima a vivir las campañas electorales por las que se renovarán los once Ayuntamientos del Estado, es preciso que hagan una llamada urgente, una convocatoria ciudadana a partidos y candidaturas a cualificar el discurso, exigir propuestas adecuadas, ética cordial, compromiso, comportamientos a la altura de un pueblo laborioso y generoso como el nuestro.