No tengo la menor duda de que la clave del desarrollo y crecimiento de los países en el mundo actual se debe a la capacidad de innovar y crear conocimiento que mejore o resuelva algún problema. Quienes lo han entendido, poseen economías fuertes, con un gran crecimiento que potencian las condiciones de su población. Tal es el caso de China, un país que hace algunas décadas estaba sumido en la pobreza y que hoy se ha vuelto en el referente de innovación y calidad educativa.
Estados Unidos por décadas fue el centro de la innovación en el mundo, y esto lo logró fortaleciendo un ecosistema de creación que se componía de los mejores perfiles sin importar el país de origen.
Las universidades estadounidenses se convirtieron en el centro de esa innovación, que, con la ayuda de empresarios, del gobierno, y de una logística integral de las propias universidades, se lograron avances que siguen sosteniendo gran parte del potencial que tiene aún Estados Unidos.
Hace unos días el presidente Donald Trump amenazó a la Universidad de Harvard con quitarle beneficios fiscales (“debería perder su estatus de exención fiscal y ser gravada como una entidad política”), luego de que días antes retirara 2.200 millones de dólares en subvenciones federales plurianuales tras acusarla de “permitir que el antisemitismo florezca en el campus”.
La Universidad de Harvard aparece en el QS World University Rankings 2025 (el más importante que se realiza para conocer la calidad de las universidades) como una de las 4 mejores universidades del mundo, precedido solo por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), Imperial College London, y la Universidad de Oxford. Harvard ha formado a 162 premios Nobel, 48 ganadores del Premio Pulitzer, 7 ganadores de la Medalla Fields, 252 becarios Marshall, y 369 becarios Rhodes. También es famosa por sus cursos de Humanidades, Ciencias Sociales y Ciencias Naturales. Algunos de sus egresados son Mark Zuckerberg, Barack Obama y Bill Gates, aunque este último no se graduó ya que abandonó la universidad en 1975. Sin embargo, la universidad le otorgó un título honorífico en Derecho.
La Universidad de Harvard ha sido un referente mundial para el desarrollo y la innovación por lo que este ataque del presidente de Estados Unidos en un tremendo error estratégico al ecosistema que ha sido la base del éxito estadounidense.
El origen de los ataques se debe a las protestas de los estudiantes con respecto a la guerra de Israel en Gaza, lo que ha enfurecido al presidente Trump, quien busca presionar a la universidad para que limite las opiniones y protestas de los docentes y alumnos.
En los pocos meses de Donald Trump a cargo de la presidencia de Estados Unidos ha emitido acciones que han tambaleado la economía mundial y las relaciones internacionales de este país, pero particularmente considero que si el presidente Trump inicia una guerra contra las universidades de su país que son quienes soportan el desarrollo, seguramente se enfrentará con el peor error estratégico de su gestión, llevando a frenar al motor de la economía de su país.
Seamos honestos, Estados Unidos sigue manteniendo su posición como potencia mundial por el conocimiento que genera (aunque China le ha estado desbancando cada vez más del rol hegemónico de la innovación), por lo que una guerra de ataques contra su propio ecosistema de invocación seguramente impulsará a que muchos investigadores tengan que salir a buscar mejores condiciones para trabajar, con consecuencias terribles para Estados Unidos.
Seguramente el ecosistema de creación de Estados Unidos que se compone de las principales universidades apoyará a Harvard, llevando este problema a escalar a niveles que podrían destruir, en un mediano plazo, a la propia economía norteamericana.
Esperemos que como varias veces lo ha hecho, los ataques de Trump se queden en los medios y no sean una realidad, esto por el bien del conocimiento, de la innovación y del desarrollo de la humanidad.
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Juan Camilo Mesa Jaramillo es rector de Global University. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.