La competencia comercial entre China y EEUU seguirá en tanto cada parte estime que puede avasallar a su rival. El síntoma más obvio de esta lógica de fuerza es la proliferación de prácticas proteccionistas, pero tiene un derivado más profundo: el debilitamiento del patrón dólar.
En 1945 el sistema de Bretton Woods tuvo dos pilares: el dólar estadounidense como moneda clave y EEUU como fuente principal de liquidez. Durante la Guerra Fría, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la asistencia militar y la ayuda económica al extranjero sirvieron para este segundo propósito. Ese periodo conoció también el auge de la «economía petrolizada» pero hasta 1973. Una de las consecuencias de largo aliento de la guerra de Yom Kippur, fue la adopción del dólar como divisa para denominar el petróleo. Así, Arabia Saudita ofreció petróleo a cambio de acceso al mayor mercado petrolero y protección militar, ambos de EEUU. A través de este equilibrio geopolítico, el patrón dólar reforzó su estatus como moneda clave del comercio internacional hasta finales del Siglo XX.
En 2024, son ya evidentes los desafíos para el patrón dólar. Casi ochenta años después el mundo de posguerra es ya otro. Primero: gracias al fracking EEUU depende del suministro saudí solo en un 5,64%, mientras que China absorbe al rededor del 28% de las exportaciones saudíes. Segundo: Arabia Saudí y otros países del Golfo han ampliado sus inversiones en China en busca de la transformación estructural y la diversificación de sus economías. Tercero: el reciente acercamiento entre Arabia Saudita e Irán, con la ayuda de China por supuesto, ha debilitado la dependencia saudí de protección militar estadounidense. Cuarto: tras la crisis financiera de 2008, China buscó colocar su superávit comercial en bienes de capital e infraestructura en los países que forman parte de la «Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda» y más acá. Quinto: datos del Departamento del Tesoro señalan que la deuda pública de EEUU superó los 30 billones de dólares el 31 de enero de 2022, es decir el 121,31% de su PIB, proporción nunca antes registrada. Sexto: el envejecimiento ideológico del liderazgo estadounidense y su profunda polarización, hacen poco probable que se tomen las medidas necesarias y políticamente costosas para administrar eficientemente esa deuda. Todo ello mina paulatinamente la confianza de inversionistas privados y bancos centrales en los Bonos del Tesoro estadounidense dando espacio para una estrategia oportunista por parte de China.
Aunque es poco probable que los países de Medio Oriente dejen de usar el dólar como referencia del precio de su petróleo, el cambio en la estructura de intereses descrita en el párrafo anterior motiva a Arabia Saudí para aceptar el uso de yuanes en las ventas de petróleo a China. Países de África, Asia y Latinoamérica receptores de créditos blandos chinos para infraestructura, se ven «persuadidos» hoy a pagarlos en yuanes. El desplazamiento del dólar como moneda de pagos mundiales ya es notorio.
Gao Bai, sociólogo de la Universidad de Duke estima que si EEUU continúa emitiendo deuda nacional y manteniendo altas las tasas de interés profundizará el pesado servicio de la deuda y prolongará el creciente efecto negativo sobre los fundamentos domésticos de su crecimiento económico. Diagnostica que «mientras los altos aranceles conducen a una reducción de las exportaciones chinas a EEUU, también reducen los fondos disponibles para que China invierta en deuda de EEUU y la necesidad de mantener dólares estadounidenses». Ello define un círculo vicioso que, de cara a las elecciones presidenciales de noviembre de 2024, no se detendrá.
Este lento cataclismo parece ajeno a un liderazgo mexicano aislacionista y mazorral. El «austericido» consumado, una doble privación para México; primero la de los cuadros técnicos calificados para entender esta tendencia global y, segunda la de los medios para aprovechar las oportunidades y acotar los riesgos que el abandono del patrón dólar entraña. La idea fuerza a considerar aquí es que ser neutral no es una opción para un país integrado al mercado más grande del mundo vía el T-MEC y que está en la primera línea de enfrentamiento con China en la arena comercial. N
Mario Vignettes.
Doctor en Derecho Internacional (Cédula 4258715), analista estratégico (EC0329 folio 3728223) y educador. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.