El megalodón, inmortalizado como un tiburón monstruoso en la película que lleva su nombre, era sin duda una temible criatura de los mares. Sin embargo, un nuevo estudio de sus restos fósiles, publicado este lunes 22 de enero, lo describe como más delgado de lo que se conocía.
Desaparecido del océano hace 3.6 millones de años, los investigadores calcularon su talla en entre 15 y 20 metros de largo, un amplio margen de error explicable por el pequeño número de fósiles que quedan, dientes y vértebras incompletas.
Sobre todo, se le asignó el mismo perfil imponente que al único gran tiburón que existe en la actualidad, el blanco. Pero no es así, el estudio publicado en la prestigiosa revista Paleontología Electrónica muestra un animal más esbelto, similar al actual tiburón mako. También conocido como “tiburón marrajo”, es una especie con longitudes que van de los 3.2 a 3.8 metros de largo, y pesa desde 60 hasta 135 kilos.
“Nuestro equipo reexaminó el registro fósil y descubrió que el megalodón era mucho más delgado de lo que se suponía hasta ahora”, explicó en un comunicado el biólogo Phillip Sternes, de la Universidad de California en Riverside.
La película homónima de 2018, con el actor Jason Statham como protagonista, retrató un megalodón gigantesco de 25 metros de longitud que persigue a humanos actuales.
“Aún habría sido un depredador formidable en la cima de la antigua cadena alimentaria marina”, agregó Sternes.
“EL MEGALODÓN PUDO NO HABER NADADO TAN BIEN COMO EL TIBURÓN BLANCO”
El megalodón “puede no haber sido un nadador muy poderoso, comparado con el gran tiburón blanco”, apuntó el investigador Kenshu Shimada, paleobiólogo de la Universidad DePaul en Chicago.
Asimismo, los estudios indican que quizás no necesitaba cazar muy a menudo debido a su largo tubo digestivo, acorde con su tamaño. Esto mismo habría sido su debilidad, ante la llegada de depredadores más grandes y rápidos. Una teoría que explicaría la extinción del Otodus megalodon, es que sus presas se volvieron escasas, pero Sternes propone otro escenario.
“Creo que una combinación de factores llevó a su extinción, pero uno de ellos puede haber sido la aparición del gran tiburón blanco, que quizás era más ágil y, por lo tanto, un mejor depredador que el megalodón”, indicó.
Tener una imagen exacta de la verdadera forma del animal requiere contar con un esqueleto más completo que los pocos elementos disponibles, acotó Shimada. “El hecho de que no sepamos exactamente qué apariencia tenía el Otodus megalodón le da rienda suelta a nuestra imaginación y a la de los cineastas”, tal como al director de Megalodón, Jon Turteltaub. N