Unas 50 parejas de Afganistán se casaron en una ceremonia única —bodas colectivas — el lunes 25 de diciembre, en plena Navidad, en un gran edificio en Kabul, una práctica cada vez más extendida para reducir los costos astronómicos de los matrimonios tradicionales.
El marco imponente de los grandes salones para bodas de la capital afgana se conjuga con la austeridad de las ceremonias colectivas en este país de Asia en pleno marasmo económico. La ceremonia tuvo lugar en presencia de numerosos guardias y milicianos talibanes armados con fusiles automáticos.
Desde que los islamistas talibanes volvieron al poder en agosto de 2021, la música está prohibida en el país. Frente al City Star, imponente edificio de columnas y cubierto de dorado, cerca del aeropuerto, un centenar de hombres vestidos con su mejor atuendo tradicional, el salwar kameez, esperaban el inicio de la ceremonia sin la presencia de ninguna mujer. Rohulá Rezayi, de 18 años, explicó que “no tenía opción porque habría sido difícil hacer frente a los gastos”.
“Un matrimonio tradicional nos habría costado por lo menos entre 200,000 y 250,000 afganis (2,900 a 3,500 dólares). Aquí costará entre 10,000 y 15,000 afganis” (143 a 215 dólares), detalló el joven con el tradicional “sombrero de Kandahar”.
Este afgano de la minoría hazara, oriundo de la provincia de Ghor, gana apenas 350 afganis por día (5.50 dólares) haciendo trabajos de pintura. “Invitamos solamente a 35 personas de nuestras dos familias, de lo contrario habría costado entre 300 y 400”, indica el novio, que llevaba flores de plástico en el bolsillo del pecho de su elegante chaleco a cuadros sin mangas sobre una túnica blanca inmaculada.
LAS NOVIAS PERMANECEN INVISIBLES
Al igual que otras parejas, reciben como regalo de boda un pastel y un kit con pasta de dientes, shampoo y crema hidratante, pero sobre todo una alfombra, una manta y electrodomésticos.
Las donaciones a cada pareja de la fundación Selab, organizadora del evento, equivalen a 1,650 dólares, suma importante en uno de los países más pobres del mundo.
Cientos de hombres envueltos en un “patu” (gran manta de lana color crudo o gris topo) asistieron a la ceremonia en la enorme sala festoneada de guirnaldas pero glacial.
Después de las recitaciones del Corán, el discurso de un funcionario talibán del ministerio de Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio fue acompañado de gritos de “Alá Akbar” (Dios es el más grande) de la asistencia, una novedad en estos matrimonios. Durante la ceremonia, las novias permanecieron invisibles, confinadas con las mujeres de su familia en un ala del City Star.
Los periodistas no pudieron ver, fotografiar ni filmar a las jóvenes una vez casadas, cuyo rostro está tradicionalmente cubierto de un velo verde y dorado.
“Desde hace 13 años la Fundación Selab lucha contra la cultura de la dote y de la competición en los gastos”, indicó a periodistas Sayed Ahmad Selab, su presidente.
LAS BODAS COLECTIVAS SON UNA GRAN ALTERNATIVA ECONÓMICA EN AFGANISTÁN
No es raro que las bodas sigan reuniendo en Afganistán a más de 1,000 invitados y cuesten hasta 22,000 dólares. En el caso de la boda colectiva del lunes, 600 parejas habían solicitado participar.
“Establecemos 14 condiciones”, explicó el jefe de la fundación. “El novio no debe ser drogadicto, ni enfermo mental, ni desempleado y debe ganar al menos entre 300 y 500 afganis al día”, detalló.
Algunos de los afortunados participantes del evento tuvieron que esperar años para obtener la autorización, cono Samiulá Zamani, un campesino de 23 años de la provincia de Kabul.
“¡Hace tres años que espero este día! No teníamos dinero para celebrar. Es uno de los días más felices de mi vida”, confesó el joven, con la palma de la mano decorada con henna. N
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