Principales culpables por la destrucción de los ecosistemas, las empresas también son esenciales para invertir la tendencia, porque el dinero público no alcanzará y ellas deben migrar a un modo de producción más verde. Lo saben muchas corporaciones pero también ONGs y expertos presentes en la cumbre de las Naciones Unidas (ONU) sobre biodiversidad celebrada en Montreal, Canadá, donde se negocia el futuro “pacto de paz con la naturaleza” para 2030.
“Uno de los retos de esta COP es también la movilización del mundo empresarial” porque “sea cual sea el resultado de la cumbre, tendremos que preguntarnos cómo frenar el declive de la biodiversidad”, explica Pierre Cannet, de la ONG WWF.
En esta búsqueda, “el rol de las empresas es fundamental: dependen de la biodiversidad y deben invertir en capital natural”, añade Didier Babin, geógrafo especialista en biodiversidad.
Para pasar de una “economía que devora la naturaleza” a una “economía neutra más positiva” se necesitan unos 900,000 millones de dólares anuales, explica Gilles Kleitz, de la Agencia Francesa de Desarrollo: una cuarta parte para la conservación de las zonas protegidas y 75 por ciento para ir hacia una economía más verde. Y los científicos también insisten en que el tiempo apremia.
Más de la mitad del Producto Interior Bruto (PIB) mundial depende en gran medida (15 por ciento) o moderadamente (37 por ciento) de la naturaleza y sus servicios, según el Foro Económico Mundial en un informe en 2020. Son 44 billones de dólares expuestos a la degradación de los ecosistemas. Según ese estudio, el sector de la construcción es el más expuesto (4 billones), seguido de la agricultura (2.5 billones) y de la alimentación y bebidas (1.4 billones).
“Claramente las empresas nos han escuchado”, celebra Elizabeth Mrema, responsable del Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU.
“Si no forman parte del acuerdo, sus negocios también se verán perjudicados”, dice a la AFP, señalando la presencia masiva del sector en esta COP15. Una novedad.
De la veintena de objetivos que se debaten en Montreal, uno prevé la obligación de que todas las grandes empresas e instituciones financieras evalúen y divulguen los impactos de sus actividades y sus dependencias de la naturaleza.
“NO HABRÁ NEGOCIOS EN UN PLANETA MUERTO”; PIDEN ADOPTAR TEMAS DE BIODIVERSIDAD
Este punto ya ha sido planteado por “Business for Nature”, una coalición de 330 empresas con un volumen de negocios conjunto de más de 1,500 billones de dólares. Entre ellas figuran Unilever, Ikea, Danone, BNP Paribas y el gigante siderúrgico indio Tata Steel.
“No habrá economía, no habrá negocios en un planeta muerto”, resumió Eva Zabey, de “Business for Nature”.
Por ello, pide “a los gobiernos que adopten un marco mundial ambicioso en materia de biodiversidad que proporcione seguridad política y obligue a las empresas a contribuir”.
“Necesitamos un marco para todos los actores del sector”, confirma Brune Poirson, directora de desarrollo sostenible del grupo Accor. “La COP debe ser un hito importante”, añade.
Para Eliot Whittington, del Cambridge Institute for Sustainability Leadership, “esta cumbre debe marcar un punto de inflexión” e “impulsar cambios fundamentales en el funcionamiento de la economía”. Las empresas necesitan que los gobiernos proporcionen las normas y los incentivos adecuados, apunta, para resolver los fallos del mercado y hacer posible el cambio”.
Aunque una parte del mundo económico empieza a dar a conocer su huella de carbono y su impacto climático, de forma más o menos satisfactoria y a veces tachada de “lavado verde o ecoblanqueo” (“greenwashing”), pocas compañías detallan las consecuencias de sus actividades sobre la biodiversidad. N