¿Estás inquieto en el trabajo? No te sumes a la multitud de personas que realizan un cambio en su situación laboral sin antes leer este artículo.
AHORA que una gran parte de la población se está vacunando contra el covid-19 y las reglas de confinamiento empiezan a relajarse en varios países a pesar de la variante Delta, los trabajadores inquietos están cambiando de empleo o planean hacerlo. El índice de renuncias en abril de 2021 fue el más alto en 20 años, y el del mes de mayo fue aún mayor. De hecho, entre 25 y 40 por ciento de las personas que actualmente tienen un empleo buscan otro activamente, informa la empresa consultora Korn Ferry.
No es de sorprender que la economista laboral Betsey Stevenson, de la Universidad de Michigan, haya calificado el momento presente como la economía de “toma este trabajo y métetelo por donde te quepa”.
El cambio de trabajo conlleva un riesgo inherente que puede hacer que el desempeño de las personas y de los equipos se tambalee, como lo ha mostrado por casi 20 años nuestra investigación en la Escuela de Negocios de Harvard.
Además, las personas que cambian de trabajo cometen errores predecibles al ejecutar esta arriesgada maniobra, como no investigar lo suficiente acerca de la nueva empresa, cambiar de trabajo únicamente por un aumento de sueldo o para escapar de su trabajo actual, mostrar un optimismo poco realista con respecto a sus habilidades y posibilidades de éxito, y tener un pensamiento a corto plazo. Estos errores son resultado de distintas presiones que se han acrecentado debido a la pandemia y a su relativamente rápida recuperación.
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¿Qué puedes hacer para evitar estos errores? Estas son seis formas en las que la pandemia puede ponerte en riesgo a ti y a tus trabajadores debido a un cambio de trabajo reactivo, imprudente y agitado, y las maneras de contrarrestar su impacto de forma inteligente y cuidadosa para determinar si un cambio en el ámbito profesional es realmente adecuado para ti.
REACTIVIDAD EMOCIONAL
La psicología de la supervivencia es el estudio de lo que se requiere para soportar y recuperarse de circunstancias adversas que se han padecido durante largo tiempo, particularmente cuando se ignora cuándo llegará el alivio, o si este habrá de llegar algún día. Estas han sido las circunstancias en todo el mundo durante el último año y medio, y han conducido a “una economía qué ha sido impactada traumáticamente”, de acuerdo con Stevenson.
“No creo que hubiera sido posible imaginar algo como esto, una situación en la que las personas simplemente tuvieron que dejar de ir a trabajar por su propia salud y seguridad, y por la salud y seguridad de los demás”, señaló en una entrevista realizada el mes pasado en el programa The Ezra Klein Show.Cada aspecto de la vida, desde recorrer el pasillo de los abarrotes hasta caminar por las oficinas de los altos ejecutivos, tuvo que ser repensado, aparentemente de la noche a la mañana.
Cuando el alivio llega después de una situación prolongada de estrés y sufrimiento surgen poderosas emociones. Estas emociones pueden llevarnos a tomar decisiones reactivas e impulsivas si no comprendemos su origen.
Ira/resentimiento. ¿Últimamente has estado muy irritable? ¿Resentido? ¿Te has sentido incomprendido, infravalorado, vulnerado por los demás? ¿O eres relativamente estable y alegre, y te desconcierta la impaciencia y la intolerancia de tus colegas (y la de tus vecinos y de los miembros de tu familia)?
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“La ira, la agresividad y la hostilidad entre las víctimas es universal” una vez que aquellas han sido rescatadas de una adversidad padecida durante largo tiempo, de acuerdo con el psicólogo John Leach. “Sin embargo, la característica más común de esa ira es que se trata de algo irracional”.
Las anécdotas en las historias publicadas por los medios sobre los índices de renuncias refuerzan la agresiva narrativa de “toma este trabajo y métetelo por donde te quepa”. En un artículo típico se habla de un hombre que dejó su trabajo debido a “la culminación de meses de injusticias percibidas, las cuales, según él, pudo evaluar más claramente debido a la pandemia”. Su valoración pudo haber sido correcta. Existen muchas razones para la ira racional contra el manejo de la pandemia y el fracaso de distintas instituciones. Para muchas personas esto incluye su propio lugar de trabajo, un hecho que se ve reforzado precisamente por el tipo de personas que están renunciando: trabajadores que están en contacto con el público en las áreas de la hotelería, la alimentación y el comercio minorista, y en el otro extremo del espectro económico, trabajadores de servicios profesionales y de negocios.
Los riesgos de salud y las humillaciones sufridas por los trabajadores esenciales durante la pandemia resultan evidentes. Los profesionales de cuello blanco, muchos de los cuales pasaron a realizar su trabajo de manera remota, no experimentaron esos inconvenientes inmediatos, pero pasaron más tiempo en el trabajo y en reuniones de lo que lo habían hecho anteriormente, mientras desaparecían las barreras entre el hogar y el trabajo, y frecuentemente perdieron la sensación de contacto con su equipo y con toda la organización.
Las personas tienen buenas razones para estar furiosas, aunque también se enfurecerán cuando no las tengan. La ira irracional e injustificada flota a nuestro alrededor como las partículas de aerosol.
Necesidad de acción. Por primera vez en más de un año, el futuro parece un tanto predecible, o al menos, parece volver a los niveles anteriores de incertidumbre. Podemos volver a planificar, y citando a Leach, “la capacidad de planificar el futuro implica esperanza”. La incapacidad de realizar este tipo de planificación, de vernos obligados a vivir en una especie de eterno presente, resulta muy dolorosa. Todos estamos ansiosos de emprender acciones que nos impulsen hacia el futuro y simbolicen un rompimiento con el pasado reciente.
Estas dos reacciones emocionales se resumen en el uso actual de la palabra “venganza” como adjetivo: viaje de venganza, compras de venganza, perder el tiempo en la cama como venganza. Se espera que las “compras de venganza” (teléfonos, zapatos, e incluso boletos y turismo) impulsen la economía para el resto del año, informó Adweek. Las mujeres adquieren ropas “exuberantes” con “estampados coloridos… y jubilosos volantes”, y se están haciendo cortes de cabello dramáticamente cortos. The Wall Street Journal informó: “La pandemia hizo que muchos de nosotros nos sintiéramos indefensos. Una transformación en el corte de cabello otorga una sensación de poder”. (El corte breve original para mujer, conocido como bob, se popularizó después de la pandemia de gripe española de 1918).
IMPRUDENCIA COGNITIVA
La pandemia ha hecho que las personas se pongan furiosas y estén ansiosas de actuar. Mientras tanto, un año de semiaislamiento y de severa perturbación de las redes personales y profesionales las han privado de la información que necesitan para asegurarse de que estas acciones son adecuadas.
Visión de túnel. Por naturaleza, los seres humanos tenemos un sesgo egocéntrico, como lo sabe cualquiera que haya tenido un “compañero de oficina” de menos de seis años. La única experiencia a la que tenemos acceso directo es la nuestra, que distorsiona nuestra comprensión de la realidad en formas predecibles, como al sobreestimar nuestra aportación a las tareas de un grupo. (Pregúntale a cada uno de los miembros de una pareja que viva junta qué porcentaje de las tareas domésticas realiza: la suma será de más de 100 por ciento).
Cuando alguien menciona nuestro nombre en una fiesta, nosotros lo escuchamos por encima del ruido producido por la mezcla de voces. Podemos notar, retener y recordar con más frecuencia y claridad la información que se relaciona con nosotros que aquella que no es relevante para nuestro ser, y para la mayoría de nosotros la información positiva sobre nosotros mismos se almacena en la lista de marcadores de nuestro explorador mental.
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Perder el contexto. El trabajo remoto, y no solo este, sino también la ausencia de eventos de la industria, viajes de negocios, conferencias y eventos parecidos han separado a las personas del contexto de su vida profesional. Es más difícil tener charlas informales, “captar el ambiente de la sala”, percibir los cientos de trozos de información que solían dar sabor a la jornada laboral.
Esto hace que el egocentrismo sea algo mucho más común. Si un colega llega tarde al trabajo con un vaso de café extragrande, un zapato de un color y el otro de otro, y una mala actitud hacia todo el mundo, y si esa persona se dirige a ti de manera cortante en una reunión, tú no lo tomarías como algo personal. Sin ese contexto es fácil suponer que hay un conflicto interpersonal que no existe… o al menos, que no existía hasta que contraatacaste.
INQUIETUD INTERPERSONAL
A pesar de nuestro egocentrismo, los seres humanos somos una especie social, y formamos nuestra conducta a partir de lo que vemos que otros hacen y de lo que esperan de nosotros.
Contagio/temor a sentirse excluido. Los cambios de empleo y los recortes de personal aparecen en todos los medios de comunicación, y la disponibilidad de esas noticias, combinada con un fenómeno psicológico conocido como sesgo de confirmación, garantizan que veamos esos encabezados si ya estamos pensando en el tema. Si combinamos esto con la falta de información real acerca de lo que ocurre en nuestra empresa y en nuestra área, y añadimos el deseo general de realizar “acciones de venganza”, podremos comenzar a sentirnos tontos si no tratamos de obtener un nuevo anillo de oro.
Ansiedad social. Desde marzo de 2020, todo el mundo se ha estado entrenando para el aislamiento y la sana distancia, y para ver a las demás personas (a todas las demás personas) como una posible amenaza. Todos hemos perdido la práctica en las interacciones en persona. Las personas se han adaptado a un conjunto totalmente nuevo de normas sociales, y actualmente se encuentran en la incómoda fase de transición a una “nueva normalidad” que podría ser muy diferente. La ansiedad social se ha disparado.
Los conflictos interpersonales y la incomodidad resultan estresantes para casi todas las personas, e imposiblemente difíciles para algunas. El cerebro humano no responde a las amenazas sociales como puramente simbólicas. En lo que concierne a nuestra amígdala cerebral, son tan reales como un tigre dientes de sable.
Esto puede dificultarnos hacer frente a las suposiciones de otras personas, realizar preguntas de sondeo, pedir tiempo para reflexionar, y necesitamos todos estos elementos antes de tomar una decisión importante. Asimismo, un cerebro en modo de “pelear o huir” no integra bien la información compleja. Date tiempo para procesar las cosas.
CONSEJOS PARA MANTENER LA CORDURA
Nada de esto tiene la intención de desalentar de tajo a quienes piensan cambiar de empleo, sino simplemente advertir que, en este momento, ni el mercado laboral en sí mismo ni cualquier persona que forme parte de él son especialmente racionales. Algunas recomendaciones para el 40 por ciento que considera la posibilidad de un cambio:
Reconoce tus emociones. Así como no deberías comer cuando en realidad estés aburrido, no cambies de trabajo cuando en realidad te sientas solo. Si estás insatisfecho, dedica algún tiempo a considerar lo que realmente le falta a tu vida. Si te sientes furioso y resentido, revisa la realidad para encontrar las razones.
Comprende tus objetivos. Analiza tu yo anterior. Un diario es excelente si lo tienes; si no es así, vuelve a leer cualquier cosa que hayas escrito acerca del trabajo antes de la pandemia y ponte en contacto con los objetivos que tenías en ese momento. ¿Realmente han cambiado? Para evaluar lo que es más importante para ti considera lo que significa verdaderamente el éxito y qué tipo de “arribista” eres.
Investiga. Sumérgete en la investigación. Si es posible, dedica un día completo a ella. Investiga a la empresa a la que pretendes unirte y aquella en la que trabajas actualmente utilizando los mismos parámetros. Después ahonda en esta investigación: ¿los datos disponibles acerca de tu nueva empresa, que seguramente datan de 2019, reflejan realmente lo que es esta empresa en 2021? ¿Puedes hacer cambios que incorporen esas cosas en tu entorno actual? Si no es así, ¿podrás obtenerlas en el nuevo entorno? ¿Cómo lo sabes? (Por ejemplo, si no puedes poner límites ahora, no podrás hacerlo mágicamente en tu nueva empresa).
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Cuestiónalo todo. Supera tus propios sesgos generando las ideas y la información que tu cerebro no te ofrece de inmediato. Determina cuál sería el mejor y el peor de los casos, establece todas las razones para cambiar de trabajo, y después establece todas las razones para no hacerlo, pregúntate cuál sería el consejo que te daría el Hombre Araña… Haz cualquier cosa que te ayude a superar los hábitos de tu mente. Pide consejo a personas en las que confíes; si cuentas con un “consejo directivo personal”, este es el momento de reunirlo, y si no lo tienes, este podría ser el mejor momento para crear un grupo de apoyo mutuo para la toma de decisiones profesionales y personales.
Consúltalo con la almohada. El sueño consolida el aprendizaje. Conviene insistir en este punto. Una vez que te hayas sumergido en la información o en una reflexión profunda, siempre que sea posible, duerme toda una noche antes de llevar a la práctica lo que has aprendido.
Practica. Tu entrevista de trabajo no tiene por qué ser como la primera vez que vuelvas a comer en un restaurante a puerta cerrada. Prepárate y, si es necesario, ensaya cualesquier conversaciones o reuniones críticas. No para parecer tranquilo (nadie lo está en este instante), sino para mantenerte relajado en el momento. N
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek