Un grupo de científicos ha decidido dar un nombre a la reducción sin precedentes en la actividad humana que se ha observado durante la pandemia de COVID-19: “antropausa”.
En un artículo publicado en la revista Nature Ecology & Evolution, los autores afirman que, si bien es claro que la crisis sanitaria mundial ha tenido consecuencias devastadoras, la caída en la movilidad humana en tierra y mar, sin paralelo en la historia reciente, es una oportunidad invaluable para que los científicos estudien nuestro impacto en la vida silvestre del planeta.
“La reducción de la movilidad humana durante la pandemia revelará aspectos muy importantes de nuestro impacto en los animales y dará importantes lineamientos sobre cómo compartir espacios en nuestro atiborrado planeta”, señalan los autores en su artículo.
Durante la pandemia, muchas naciones de todo el mundo impusieron el confinamiento para mitigar la propagación de la enfermedad. Con frecuencia, sus efectos fueron drásticos, repentinos y generalizados, además de provocar una importante perturbación en las sociedades. Sin embargo, el impacto global en la vida salvaje aún no está claro, y es probable que las experiencias de las distintas especies varíen considerablemente.
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La percepción común, extraída de observaciones anecdóticas, ha sido que el confinamiento ha beneficiado a la vida silvestre, y existen innumerables publicaciones en redes sociales donde se documentan sorprendentes encuentros con animales. Las personas han informado avistamientos que van desde pumas en el centro de Santiago, Chile, hasta delfines en las inusualmente tranquilas aguas del puerto de Trieste en Italia y chacales merodeando alrededor de Tel Aviv, Israel, a plena luz del día.
“Cuando damos un vistazo por nuestra ventana o realizamos una breve caminata por el parque, observamos que la naturaleza parece haber cambiado, especialmente en los entornos urbanos. Aparentemente, no solo hay más animales de lo usual, sino que también hay algunos visitantes inesperados”, escriben los autores.
Sin embargo, también parece que algunos animales están cada vez más presionados durante la pandemia, y actualmente enfrentan nuevos desafíos.
Esto es particularmente verdadero para los animales que se encuentran en los entornos urbanos, como las ratas, las gaviotas o los monos, que se han vuelto tan dependientes de los alimentos que desechan los seres humanos, que es posible que tengan problemas para sobrevivir mientras persistan las condiciones actuales. Además, las dificultades económicas provocadas por la crisis podrían provocar un aumento en la caza furtiva de animales salvajes en algunos países de bajos ingresos, o una destrucción aún mayor de los ambientes naturales donde viven los animales.
“En este momento, es imposible decir cuáles observaciones han sido exageradas en las redes sociales y cuáles pronósticos de los expertos sobre la respuesta de los animales a escala mundial resultarán verdaderos. Sin embargo, resulta claro que los seres humanos y la vida silvestre se han vuelto más interdependientes que nunca, y que este es el momento de estudiar esta complicada relación. Se requiere urgentemente una investigación cuantitativa y científica”, escriben los autores.
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Si bien el abordaje de la crisis sanitaria mundial y de las consiguientes dificultades económicas debe ser la mayor prioridad para la sociedad, la comunidad internacional de investigadores puede utilizar estas extraordinarias circunstancias para comprender mejor cómo influyen las actividades humanas en la vida silvestre, señalan los autores.
“El período de confinamiento debido al COVID-19, o la ‘antropausa’, como la denominamos, nos permitirá investigar con detalles sin precedentes la forma en que los seres humanos y la vida silvestre interactúan en todo el mundo”, declaró a Newsweek Christian Rutz, del Centro para la Diversidad Biológica de la Universidad St Andrews en el Reino Unido y autor principal del estudio.
“Esta oportunidad de investigación fue provocada por circunstancias muy trágicas, pero pensamos que no podemos darnos el lujo de perderla, ya que puede proporcionarnos información muy importante para planificar un futuro sostenible para este planeta”.
Existen varios proyectos de investigación en colaboración que abordan este tema, entre ellos, la recién formada Iniciativa de Biorregistro COVID-19, en la que participan los autores del artículo mencionado. El objetivo de este proyecto es utilizar los datos recopilados por “biorregistradores”, que son dispositivos electrónicos miniaturizados que se colocan en distintos animales, como peces, aves y mamíferos, para vigilar sus movimientos, su conducta y factores fisiológicos como sus niveles de estrés.
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Los datos recopilados con estos biorregistradores antes, durante y después de la pandemia, proporcionarán a los investigadores nueva y fascinante información sobre las interacciones entre los humanos y la vida silvestre, así como los efectos del confinamiento.
Según los autores, este tipo de investigación en el que se utilizan datos de la “antropausa” podrían ayudar a los científicos a responder preguntas que anteriormente, han sido difíciles de confesar, como: “¿los movimientos de los animales en los entornos modernos han sido influidos predominantemente por la construcción de estructuras o por la presencia de los seres humanos?”
Asimismo, ayudará a los científicos a identificar a las especies que son afectadas gravemente por la actividad humana, y a comprender mejor cómo distintos animales son capaces de adaptarse al cambio.
Esta información permitirá que la humanidad desarrolle propuestas realistas y basadas en evidencias para mejorar nuestra coexistencia con la vida silvestre del planeta, de acuerdo con los autores, en un momento en el que nuestra especie transforma los entornos terrestres a un ritmo sin precedentes, señalan.
Comprender las relaciones entre los seres humanos y la conducta de la vida silvestre es clave para preservar la biodiversidad mundial, mantener la integridad de los ecosistemas y pronosticar cambios ambientales o brotes de enfermedades zoonóticas, es decir, las que se propagan de animales a humanos.
Este conocimiento es muy importante para conformar un futuro sostenible, además de que podrá generar miles de millones de dólares para la economía mundial. Sin embargo, hasta la fecha, los investigadores que estudian los efectos de la actividad o de la perturbación humana en la vida silvestre han tenido que basarse únicamente en enfoques observacionales.
En otras palabras, dichos estudios suelen limitarse a hacer comparaciones únicamente entre unos cuantos sitios de estudio que difieren en cuanto a su nivel de actividad, por ejemplo, áreas protegidas y no protegidas, o áreas urbanas y rurales, o a dar seguimiento a la respuesta en áreas donde los niveles de actividad han cambiado, probablemente debido a un cambio en su estado de protección.
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Sin embargo, la antropausa permitirá que los investigadores estudien los efectos en diferentes especies, ecosistemas y regiones geográficas, de acuerdo con Rutz.
“La información científica generada por estos proyectos de investigación en colaboración generará beneficios para la vida silvestre y para los seres humanos. Nadie pide que los humanos permanezcan en confinamiento. Es posible que descubramos que ciertos cambios bastante menores en la forma en que vivimos nuestra vida pueden generar importantes beneficios para los ecosistemas y para el bienestar de los seres humanos”, señaló.
Estos pequeños cambios podrían consistir en hacer pequeñas modificaciones a las redes de transporte, por ejemplo, que podrían disminuir significativamente los efectos perturbadores no intencionados en los movimientos de algunos animales.
Finalmente, los autores señalan que las iniciativas mundiales de investigación sobre la vida silvestre durante la antropausa pueden proporcionar datos que tendrán implicaciones mucho más allá del área de la ciencia de la conservación.
“Esto supondrá un desafío para que la humanidad reconsidere nuestro futuro en la Tierra”, escriben los autores. “Habrá oportunidades no previstas para reinventar la manera en que vivimos nuestra vida y para establecer una coexistencia mutuamente beneficiosa con otras especies”.
“Sería maravilloso si una investigación cuidadosa realizada en este periodo de crisis nos ayudara a encontrar formas innovadoras de dominar nuestro estilo de vida cada vez más expansivo para redescubrir lo importante que es un ambiente saludable para nuestro propio bienestar, y para reemplazar el sentimiento de propiedad con un sentido de pertenencia. Esperamos que la gente decida escuchar este llamado a la acción”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek