Han pasado cinco años desde la muerte de Eduardo Galeano, quien en realidad se llamaba Eduardo Germán María Hughes Galeano. Uno de los periodistas y escritores más influyentes de la izquierda latinoamericana, oriundo de Montevideo, Uruguay, nació el 3 de septiembre de 1940 y falleció el 13 de abril de 2015.
El autor que transmitió sus ideas a través del periodismo, la prosa, el activismo político e incluso la poesía, inició su prolífica carrera a los 14 años, cuando vendió su primera caricatura política al semanario El Sol, del Partido Socialista.
Galeano, descendiente de una familia de clase alta, católica y de origen europeo, trabajó en una fábrica, fue dibujante, pintor, mensajero, mecanógrafo y cajero de un banco, donde “preparaba café y después lo hervía para provocarle diarrea al director”, contó el uruguayo en su obra Días y noches de amor y de guerra.
Antes de ser reconocido a escala mundial como Eduardo Galeano, firmó sus primeros trabajos como Gius, por las complicaciones fonéticas que significaba su apellido Hudges. A los 19 años, sin poder cumplir su ambición de escribir, fue a un hotel e ingirió veneno “como para matar a un caballo”. Se salvó tras una serie de diligencias médicas. Tras esa experiencia, se olvidó del caricaturista Gius y nació Eduardo Galeano.
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Comenzó su carera como periodista al inicio de la década de 1960. “Entonces pude escribir y empecé a firmar con mi segundo apellido, Galeano, los artículos y los libros”. Y esa fue “una manera de decir: soy otro, soy un recién nacido, he nacido de nuevo”, describe en el mismo libro.
El semanario Marcha publicó los primeros trabajos de Galeano. Ahí también se leerían las colaboraciones de Mario Vargas Llosa y Mario Benedetti.
A los 31 años escribió su libro más reconocido, Las venas abiertas de América Latina, donde por medio de crónicas describe una América Latina colonizada por Europa y saqueada en sus recursos naturales. Se inició así su narrativa desde el siglo XIX y hasta la época contemporánea.
Dos años más tarde a la publicación de su obra, en 1973, se dio un golpe de Estado en Uruguay y el escritor fue llevado a prisión, resultado de la política de izquierda de su obra. Lo que lo llevaría tiempo después a exiliarse en Argentina.
Entre los encuentros memorables que tuvo Galeano en aquel país sobresale uno con Juan Rulfo, una figura emblemática para el uruguayo. Alguna vez llegaría a decir:
“Juan Rulfo dijo lo que tenía que decir en pocas páginas, puro hueso y carne sin grasa, y después guardó silencio.
“En 1974, en Buenos Aires, Rulfo me dijo que no tenía tiempo de escribir como quería, por el mucho trabajo que le daba su empleo en la administración pública. Para tener tiempo necesitaba una licencia y la licencia había que pedírsela a los médicos. Y uno no puede, me explicó Rulfo, ir al médico y decirle: Me siento muy triste, porque por esas cosas no dan licencia los médicos”.
Tal era su admiración por el mexicano que, durante una entrevista, cuando le pidieron elegir a los escritores más importantes en su formación literaria, contestó: “Juan Rulfo, Juan Rulfo y Juan Rulfo”.
En 1996, Galeano afirmó: “Mi maestro es más Rulfo que Carpentier. La influencia mayor no es de un uruguayo, sino de un mexicano. Me dio una lección de sobriedad y economía verbales. Él me enseñó que se escribe con el lápiz, pero que ante todo debe cortarse con el hacha”.
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El reconocimiento y admiración eran mutuos. Juan Francisco Rulfo, hijo del escritor Juan Rulfo, confesó al periodista Mario Casasús: “Encontramos en la biblioteca un libro de mi papá dedicado a Eduardo Galeano, nunca lo envió a Montevideo”.
Otro de los momentos trascendentales de la vida de Galeano fue su regreso a Uruguay, en 1985, donde vivió hasta su muerte, el 13 de abril de 2015. Después de su llegada, integró la “Comisión Nacional Pro Referéndum”, que tenía como objetivo revocar la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, promulgada en diciembre de 1986, que impedía el juzgamiento de los crímenes cometidos durante la dictadura militar en su país (1973-1985).
Aunque el análisis político siempre estuvo presente en su obra, no dejó de entrelazarlo con la ficción y la literatura. El libro de los abrazos es ejemplo de ello. Un libro compuesto por 191 relatos breves e ilustraciones donde se lee política, religión, cultura y cuestionamientos sociales, pero también literatura.
Su prolífica obra tuvo traducciones en numerosas lenguas que mostraron la forma magistral de combinar la narración, con el ensayo, la poesía y la crónica. “Sus textos siempre trataron de recoger las voces del alma y de la calle, ofreciendo una síntesis de la realidad y su memoria”, reconocería la editorial Siglo XXI, donde vieron la luz sus libros.
Fue dos veces premiado por la Casa de las Américas de Cuba y por el Ministerio de Cultura del Uruguay. Recibió el American Book Award de la Universidad de Washington, los premios italianos Mare Nostrum, Pellegrino Artusi y Grinzane Cavour, el premio Dagerman, en Suecia, y la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid.
A ello se sumó su elección como primer Ciudadano Ilustre de los países del Mercosur y fue también el primer galardonado con el premio Aloa, de los editores de Dinamarca, el Cultural Freedom Prize, otorgado de la Fundación Lannan, y el Premio a la Comunicación Solidaria, de la ciudad española de Córdoba.
La Universidad de Guadalajara le otorgó el título de doctor honoris causa post mortem, por su trayectoria como escritor y periodista, así como por sus aportaciones a la comprensión de la realidad latinoamericana en su contexto histórico, económico, político y social.
Galeano falleció a los 74 años de edad. Fue velado en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, “la inmensa sala de mármol en la que se celebran los actos más solemnes de la República de Uruguay”, describió El País.
Aquel año, el entonces senador José Mujica lo describió como un elegido que a lo largo de los últimos 40 años nos dignificó en América Latina. Y aseguró que era un autodidacta que se fue puliendo a sí mismo y masificó una cultura difícil de encontrar en un universitario.
OTROS DATOS RELEVANTES
—En 1976, Galeano formó parte de la lista de los condenados del escuadrón de la muerte de Videla, motivo por el cual partió hacia España.
—En 2007 parecía haber superado el cáncer de pulmón luego de una cirugía que formó parte de su tratamiento.
—En 2014 declaró que no leería nuevamente su obra más emblemática. “No sería capaz de leerlo de nuevo. Caería desmayado”. Durante una visita a Brasil, explicó que esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima. “Mi físico no aguantaría. Sería ingresado en el hospital”.
—Sus obras más reconocidas son Las venas abiertas de América Latina y Memoria del fuego, que fueron traducidas a más de 20 idiomas.
—En su libro El futbol a sol y sombra demuestra su gran amor por ese deporte. “Como todos los uruguayos, quise ser jugador de futbol. Yo jugaba muy bien, era una maravilla, pero solo de noche, mientras dormía”.