“Debes disfrutar compartir tu tiempo y talento con otras personas y saber que al hacerlo el mundo cambia”: Israel Lazo
El día que Andrés Aguilar entró en aquella habitación de hospital con una nariz roja, zapatotes y todo el atuendo de payaso, no sabía que su vida iba a cambiar para siempre.
Sentada en una cama, junto a sus padres, estaba una niña de aproximadamente ocho años que tenía graves quemaduras en casi todo el cuerpo y quien —más tarde se enteraría Andrés— desde el accidente que había sufrido no había vuelto a hablar con nadie y se negaba a moverse. Cuando notaron que se aproximaba hacia ella, le hicieron saber con gestos que no era oportuno que entrara, pero la niña miró de reojo hacia donde se encontraba y al verlo se sorprendió mucho.
En ese momento y con dificultad, la niña logró incorporarse y preguntó: ¿Quién eres?, ¿qué haces aquí? A lo que Andrés respondió “Soy el nuevo dueño del hospital y vengo a mostrar a los doctores el nuevo uniforme, señalando su atuendo de payaso”. La niña al oír eso, comenzó a reírse. En ese momento, la madre dijo: “¡Es un milagro!” A lo que la niña respondió: “No es un milagro, mamá, es un payaso”.
Desde aquel día, Andrés se inspiró y decidió formar Risaterapia, que es una asociación civil sin fines de lucro que tiene el objetivo de mejorar la calidad de vida y actitud de las personas. Ahí se forman los médicos de la risa que, entre otras actividades, visitan distintos hospitales para llevar alegría a los pacientes.
Mexicanos que llevan la Navidad a quienes más lo necesitan
Raquel Origel, directora general de esta asociación desde hace cinco años, piensa que es relevante dar alegría a las personas, pues a veces la gente está tan ensimismada en sus problemas que se olvida de los demás y, en realidad se puede ayudar a los otros con acciones tan sencillas como llevarles un poco de diversión.
En esta época decembrina, en la que la mayoría se contagia del espíritu navideño, muchas personas acuden a los hospitales, asilos de ancianos y asociaciones de voluntariado. “Se saturan los lugares de tantas personas que quieren ayudar”, refiere Israel Lazo, uno de los voluntarios de Risaterapia.
Israel se volvió un médico de la risa por invitación de una chica que había perdido la pierna. Un día acudió a uno de los talleres que da Risaterapia y, aunque esta chica falleció dos meses después, tras la experiencia él decidió quedarse y convertirse en coordinador de voluntarios. “Más que buscar una reciprocidad, lo hago porque me divierto, porque recibes más de las personas a las que quieres ayudar”, comenta.
Israel y Raquel concuerdan en que el voluntariado es una experiencia única que todos deberíamos hacer aunque sea una vez en la vida, pero no solo “hacerlo por hacer” sino que se debe hacer con pasión, encontrar alguna causa que te guste. “Debes disfrutar compartir tu tiempo y talento con otras personas y saber que al hacerlo el mundo está cambiando y tú lo estás cambiando de a poco”.
Raquel recuerda que en una ocasión en la que diez médicos de la risa estaban en un hospital de Tlatelolco y cantaban “Piel Canela”, los pacientes comenzaron “Me importas tú y tú y tú/ Y solamente tú, y tú, y tú”. De repente, los del cuarto contiguo se unieron. Entonces todo era baile y alegría. En definitiva, remata, el voluntariado hace que el mundo de la gente a la que se apoya sea mejor. Pero se debe remarcar que el primer beneficiario es el voluntario porque es una labor que enriquece el corazón.
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Si quieres volverte un médico de la risa o apoyarlos consulta la página web: https://www.risaterapia.org/