Sabemos que hay mucho plástico en el mar, y también que las tortugas marinas (y otras especies en peligro de extinción) se lo están comiendo. No es raro encontrar en las playas tortugas muertas y con los intestinos repletos de plástico.
Lo que no se había aclarado es si el plástico que ingieren las tortugas marinas es la causa de muerte o si es coincidencia que, al morir, haya plástico en su interior. Otra manera de plantear esto sería: ¿Cuánto plástico es demasiado para las tortugas marinas?
La pregunta es muy importante, porque el hecho de que haya montones de plástico en el océano no debe llevarnos a la conclusión de que los animales mueren por comerlo. Algunos animales lo ingieren y eso no significa, necesariamente, que todo animal que come plástico morirá. Sin embargo, si calculamos la cantidad de plástico que mata a una tortuga, podemos empezar a despejar la incógnita sobre el efecto de la ingestión de plástico en las poblaciones de tortugas marinas.
Para nuestra investigación, publicada el 13 de septiembre en la revista Nature Scientific Reports, estudiamos alrededor de 1,000 tortugas marinas que habían muerto y fueron arrastradas a las playas de Australia, o que habían sido descubiertas en redes de pesca. Examinamos unas 260 de ellas personalmente; las demás estaban registradas en la base de datos Turtle Stranding de Queensland. Investigamos cuidadosamente la causa de muerte de todas las tortugas y, en las que examinamos, contamos la cantidad de fragmentos de plástico que habían consumido.
Algunas tortugas murieron por causas que no tenían relación alguna con el plástico. Es posible que unas hayan muerto por el impacto contra un barco, o porque se habían enredado en sedales y redes de pesca abandonadas. Incluso hubo casos de tortugas marinas que murieron después de ingerir accidentalmente un pulpo de anillos azules. Con todo, otras más, indiscutiblemente, murieron por comer plástico, debido a que este material perforó u obstruyó sus intestinos.
Por otra parte, aun cuando la ingestión de plástico no fue la causa de muerte, algunas de las tortugas marinas que murieron en accidentes -como golpes de barcos o ahogadas en redes de pesca- tenían gran cantidad de plástico en sus intestinos. Y esos cadáveres nos permitieron determinar cuánto plástico puede comer un animal sin perder la vida ni la función.
La siguiente gráfica describe el concepto. Si un animal se ahogó en una red de pesca, la probabilidad de que muriera por los plásticos es de cero, y eso lo coloca en el extremo inferior izquierdo de la gráfica. Pero si el plástico había obstruido el intestino de la tortuga, la probabilidad de morir por plásticos es de 100 por ciento, y eso se refleja en el extremo superior derecho.
Por último, en los animales que murieron con plásticos en los intestinos, pero existían otras posibles causas de muerte, la probabilidad de morir por plásticos es de 0 a 100 por ciento. Ya que no tenemos certeza alguna, esas tortugas pueden caer en cualquier punto de la gráfica. Una vez que todos los animales están incluidos en la gráfica, podemos determinar si hay la probabilidad de muerte por plásticos se incrementa a medida que aumenta la cantidad de plástico en los animales.
Probamos esta hipótesis en nuestra muestra de tortugas marinas. Para ello, analizamos la relación entre la probabilidad de muerte por plásticos -determinada en la necropsia- y la cantidad de fragmentos de plástico que hallamos dentro de los animales.
Cosa nada sorprendente, encontramos que, conforme aumentaba la cantidad de plástico que había ingerido la tortuga, mayor era la probabilidad de que hubiera muerto por los plásticos. Y así, calculamos que la ingestión de 14 objetos de plástico equivalía a una probabilidad de muerte de 50 por ciento para una tortuga marina de talla promedio (alrededor de 45 centímetros de largo).
Eso no significa que una tortuga pueda comer 13 pedazos de plástico sin sufrir daños. Hasta un solo fragmento puede matarla. De los animales que estudiamos, dos habían ingerido solo un pedazo de plástico, y eso bastó para matarlos. En un caso, el plástico perforó el intestino y en el otro, el plástico blando había obstruido el intestino de la tortuga. Nuestros análisis apuntan a que, si una tortuga marina come un solo pedazo de plástico, su probabilidad de morir es de 22 por ciento.
Hubo algunos otros factores que influyeron en la probabilidad de que el plástico matara a los animales. Por ejemplo, las tortugas jóvenes comen más escombros que las adultas, y la tasa también varía entre las distintas especies de tortugas marinas.
Ahora que sabemos cuánto plástico es demasiado, lo siguiente es aplicar esta información a los cálculos mundiales sobre la tasa de ingestión de desechos de las tortugas marinas, y determinar el nivel de amenaza que representan los plásticos para las poblaciones de tortugas marinas en peligro de extinción.
Britta Denise Hardesty es la investigadora científica principal del programa Océanos y Atmósfera de CSIRO; Chris Wilcox es investigador científico de CSIRO; Kathy Ann Townsend es profesora de ecología marina en la Universidad de la Costa del Sol en Brisbane, Queensland, Australia; y Qamar Schuyler es investigadora científica del programa Océanos y Atmósfera de CSIRO.
Este artículo fue tomado de The Conversation y republicado bajo licencia de Creative Commons. Lee el artículo original.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek