SERIE CAMINO ELECTORAL
Seis años atrás, Asly Parra cursaba el sexto grado de primaria.
Era año electoral igual que este y en su familia decían que apoyarían a un candidato porque era guapo.
Los partidos aprovechan el atractivo físico para ganar simpatía entre los electores, y nombres que antes se leían en revistas de corazón, ahora aparecen en las boletas electorales.
El ex bailarín de un espectáculo estriptis, Sergio Mayer, hoy es postulado como candidato a diputado federal por un distrito de la Ciudad de México.
Saben que la imagen de sus candidatos a cargos como diputados o alcaldes, tiene peso en las urnas, y ahora algunos institutos electorales quieren lanzar campañas que promuevan el voto joven a través de selfies.
Ven potencial en la combinación redes y jóvenes para incrementar su participación en la elección federal de este año.
La popularidad es otro de los activos que a veces se impone a la belleza en la política.
El futbolista Cuauhtémoc Blanco es alcalde de Cuernavaca y se registró como candidato a la gubernatura de Morelos; la actriz Carmen Salinas, es diputada de representación proporcional.
Tampoco es extraño que los partidos decidan por candidatos cuyas parejas sentimentales son figuras del espectáculo.
En el 2012 fue el combo ganador.
Ese año ganó la presidencia el político al que los votantes gritaban “Peña bombón, te quiero en mi colchón” y “No seré la Gaviota, pero puedo ser tu guajolota”, en alusión a su esposa Angélica Rivera, una actriz de telenovelas.
“A mí realmente no me importaba porque no podía votar”, dice Asly, quien trabaja de niñera en lo que define su futuro académico.
Ahora piensa distinto. Con tanta información a la mano, la idea de votar por alguien sólo por su popularidad o imagen queda de lado.
En junio cumplirá 18 años y estará lista para votar porque ya tramitó su primera credencial electoral al igual que otros 38 mil jóvenes en Baja California.
Tradicionalmente los jóvenes han sido quienes menos participan, aunque especialistas consultados para este reportaje creen que las redes sociales se convertirán en un elemento capaz de persuadirlos para salir a votar.
Asly es un ejemplo.
Su interés por la política tiene que ver con los debates que se generan en redes sociales cuando alguien comparte una nota periodística, un meme o video de algún precandidato.
“Ves comentarios en Facebook sobre el voto, o empiezan a burlarse de un partido y sale otro defendiéndolo. Todo lo que he aprendido ha sido gracias al internet”, cuenta.
Dice que va a participar porque el abstencionismo beneficia a la corrupción y que si no acude a las urnas, el voto que no dio terminará apoyando a algún partido con el que no simpatiza.
“Cuando no podía [votar] era como, ‘si gana él pues ni modo. Ya ganó y no pude hacer nada’, pero ahora, sabiendo que mi voto puede hacer la diferencia, me siento responsable”.
El próximo primero de julio podremos votar para presidente de México a Andrés Manuel López Obrador (Morena-PES-PT), Ricardo Anaya (PAN-PRD-MC), José Antonio Meade (PRI-PVEM-Panal), y los independientes que ratifique el INE el 29 de marzo, un día antes de que inicie la campaña.
Para esa competencia presentaron su registro Margarita Zavala, Jaime Rodríguez y Armando Ríos Piter, pero el INE aún revisa las firmas que presentaron para sus candidaturas sin apoyo de partidos.
Aunque los independientes visitaron Baja California en busca de apoyo, esta entidad que está más cerca de Estados Unidos que de la capital del país, no se distingue por tener una alta participación en los comicios.
El padrón electoral del estado cerró en 2 millones 746 mil 913 personas, un registro que incluye a quienes tramitaron su credencial para votar, sin importar que recojan o no el documento.
Para febrero, casi 62 mil personas aún no iban por ella. Los que sí, forman parte de la lista nominal. Pero de ese universo, no todos quieren votar.
José Manuel Barrón tiene 32 años, ha votado tres veces y no piensa volverlo a hacer.
Dice que tiene su credencial del INE porque es un requisito para realizar otros trámites, buscar trabajo o ingresar a bares.
“Perdí el interés de votar porque [los políticos] prometen muchas cosas que no cumplen”, explica José Manuel.
Su malestar es parte de una aversión compartida por otros bajacalifornianos y que se refleja el día de los comicios.
“El desencanto de la sociedad es una de las características más importantes del fenómeno abstencionista”, afirma Víctor Alejandro Espinoza, investigador del Colegio de la Frontera Norte (Colef) y especialista en procesos políticos regionales y estudios electorales.
Luis Carlos Ugalde, consultor y expresidente del Instituto Federal Electoral (IFE), opina que la corrupción dio fin a la confianza en los políticos.
Otros prefieren culpar a la viralidad de los mensajes que critican al gobierno en internet.
“Las redes sociales se han transformado en un megáfono del descontento”, dice Francisco Guerrero, estratega del candidato priista, José Antonio Meade. Considera que la difusión de esos mensajes ha contribuido a formar un repudio hacia la política y sus partidos, aunque en realidad, hoy más que nunca podemos monitorear las decisiones y comportamientos de quienes nos gobiernan, y a veces en tiempo real, gracias al internet.
En 2015, Baja California ocupó el último lugar de participación ciudadana a nivel nacional, registrando apenas un 31% de asistencia en las urnas, según datos del INE.
Al hartazgo que nos lleva a participar menos que otros estados, se suman factores como la migración, desarraigo, violencia y el asociacionismo, según el académico.
Este último se refiere al fenómeno que ocurre cuando la gente prefiere contribuir a la sociedad a través de organizaciones no gubernamentales y filantrópicas.
Por eso, aunque la lista nominal reúne a más de dos millones de personas que podrían votar en Baja California, únicamente 762 mil lo hicieron en 2015 para elegir a sus diputados federales.
No siempre fue así.
El investigador de El Colef dice que en 1992, Baja California tuvo la participación más alta en su historia en unas elecciones locales.
El Instituto Estatal Electoral de Baja California (IEEBC) solo tiene registro desde 1995, pero el académico apunta que en 1992 votó un 70% del electorado.
Esa votación se dio justo después de que el panista Ernesto Ruffo Appel obtuvo en Baja California la primera gubernatura de alternancia en México.
“Mi hipótesis es que la ciudadanía le dio un valor diferente al voto. Revaloró el sentido de votar porque en 1989 encontró que votar sí tenía sentido hacerlo”, opina Espinoza.
Luego empezó a caer nuevamente hasta llegar a la actualidad.
En la elección local de 2016, el estado tuvo una participación del 32%, según el IEEBC.
“Esperamos que este año sea mejor […] Siempre, en elecciones presidenciales votan más que las intermedias, entonces seguramente van a ser más altas” dice Jorge Calderón León, vocal del registro federal del INE en Baja California.
Es ahí donde jóvenes como Asly entran en juego.
Ella forma parte de un bloque generacional que según estadísticas del INE, es de los menos participativos de todos.
En las elecciones federales de 2015, los jóvenes que votaron por primera vez tuvieron una participación del 44%, es decir, de tres puntos porcentuales por debajo de la media nacional.
Mientras que aquellos entre los 20 y 29 años de edad participaron todavía menos, 11 puntos porcentuales por debajo de la media nacional.
Aun así, el investigador de El Colef piensa que este año los electores más jóvenes podrían dar una sorpresa.
Tiene la expectativa de ver un aumento en la participación de quienes tienen entre 18 y 29 años.
Espinoza ha estudiado el comportamiento de los electores en Baja California a lo largo de su historia y cree que la ciudadanía en ese rango de edad hoy está más interesada en participar que antes.
“Este segmento no estaba votando en Baja California, pero en 2o12 vemos por primera vez que hay un aumento importante [de 12 puntos porcentuales] con respecto a 2009”, dice Espinoza.
Desde su punto de vista, esto fue resultado de la influencia que tuvieron las redes sociales en esa elección; de las movilizaciones y las discusiones que surgieron de ellas.
Un ejemplo de esto fue el movimiento #YoSoy132, uno que surgió de un grupo estudiantil de la Universidad Iberoamericana (UIA) y que promovía la democratización de los medios.
Son grupos organizados por la ciudadanía que, de acuerdo al investigador, cobran reconocimiento gracias a la viralidad de las redes sociales.
Ugalde, ex presidente del IFE, duda que los jóvenes pueden provocar un cambio porque los movimientos han sido accidentales y de poca duración.
“No veo todavía que los millennials vayan a ser un factor decisivo en la política mexicana […] A veces tendemos a idealizar, y eso es falso. Hay que ser muy realistas: los jóvenes en México no deben ser catalogados como buenos por ser jóvenes”.
Pero Francisco Guerrero, estratega del candidato presidencial priísta, cree que Facebook y Twitter sí son capaces de convencer a esos electores.
“Soy de los que piensa que México se va a sorprender mucho de lo que vamos a ver en campañas, porque la participación en redes [sociales] se ha hecho exponencial, mucho más que lo que vemos en medios tradicionales” dice.
La sociedad ya no se informa de manera exclusiva a través de la radio o televisión, y qué decir de los impresos.
“La información ahora fluye por otros lados y vamos a ver qué tanto impacto llega a tener en los resultados electorales y en la participación” dice Espinoza.
Esta hipótesis coincide con lo que Asly cuenta sobre su círculo de amistades. En esas plataformas comparten noticias y las debaten para evaluar a qué candidato apoyar.
Clemente Ramos Mendoza, Consejero Presidente del IEEBC, dice que la institución que preside ya se ha dado cuenta del poder que tienen las redes sociales para persuadir al electorado más joven.
Aunque las próximas elecciones no son competencia del instituto estatal, dice que han adaptado su estrategia de promoción del voto a esa realidad.
“Hay muchas ideas. Una es la de Tómate una ‘selfie‘ por la democracia”, cuenta Ramos.
Esa campaña pide que el ciudadano se tome una foto después de votar, la comparta en redes sociales y “rete” a que otros amigos hagan lo mismo.
Los contenidos que circulan a través de redes sociales han evolucionado. Un elector puede convertirse en ‘influencer’, es decir, una persona que marca tendencia con relación a lo que publica en sus cuentas, y esto lo saben tanto el órgano electoral como los partidos.
Es el tipo de propuestas que nos tocará ver como publicidad en Facebook durante el periodo de campañas del 30 de marzo al 27 de junio.
También está la Red de Jóvenes por la Democracia, que fue creada por el IEEBC en 2016 para impulsar la participación cívica en ese segmento de la población.
Shawn Bakhtiar Romero, representó en marzo a los 70 jóvenes de Tijuana que tomaron protesta como miembros de esa red.
Opina que las redes sociales juegan un papel importante como espacios de difusión.
“Pero hay un detalle: que la información puede ser o no ser real, sobre todo en Facebook. No todo lo que se ve en Facebook es real entonces tenemos que tomarlo en consideración” dice Bakhtiar.
Asly reconoce que basa muchas de sus opiniones en los debates que encuentra en redes sociales, pero confía en tener el criterio para discriminar la información.
“Tomo lo que me ayuda y lo que no me sirve, a un lado”.
Pero, ¿qué tan conectados están realmente los jóvenes?
Para sorpresa de nadie, 85% de los mexicanos de entre 18 a 24 años son usuarios de internet, según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) con datos de 2017.
Sin embargo, así como influye para que unos voten, es capaz de reforzar el hartazgo de otros. Ese es el caso de José Manuel Barrón, el tijuanense que no quiere votar.
“En redes sociales publican muchas cosas y [los ciudadanos] pierden el interés”, dice.
Ha visto que a raíz del internet cambió la forma en que se realizan las campañas políticas. Ahora los memes son capaces de persuadir.
Asly está de acuerdo con eso.
La canción Movimiento Naranja se convirtió en tono de celular, provocó chistes, fotomontajes y fue un tema de conversación recurrente entre sus amigos.
“Si lo hubieran sacado unos dos meses antes de votar, el Movimiento Naranja habría estado en tu cabeza y hubieras dicho vamos a votar por ellos”, opina Asly.
Pero el tema que más complica el camino a lograr una “verdadera democracia” es la falta de educación cívica, según Espinoza.
El académico dice que los gobiernos lo han querido así por ser lo más conveniente para sus intereses.
“Entre menos pensara la gente en términos de problemas públicos, menos problemas tenía el sistema”.
La trampa es que a los partidos con estructuras organizativas fuertes, no les conviene que las personas salgan a votar. Por eso han limitado el acceso a la educación que promueva la participación ciudadana, opina.
“Estoy hablando del PAN y del PRI, porque si no hay voto social, con el voto duro, —el de sus propios militantes— ganan la elección”, explica el analista.
Por eso encuentra importante ofrecer una formación que permita a la ciudadanía entender el valor de su participación para la democracia.
Asly dice que en su caso, influyó el haberse rodeado de jóvenes más informados que ella sobre temas electorales.
“Hay jóvenes que quieren hacer la diferencia, que van a votar por lo que [piensan] que es mejor. Este año he escuchado a muchos que dicen ‘Sí. Hay que votar y hay que investigar antes’”, dice Asly.
Informarse para basar el voto en aspectos más importantes que el atractivo físico de quien se postula para un puesto público.
Este año, en el que se disputa el cargo más importante de la República y el electorado estará entre tachar boletas o simplemente dar “Me gusta” a un meme.