Por supuesto que es divertido burlarse de bracitos cortos y regordetes del aterrador Tyrannosaurus rex, pero una nueva investigación sugiere que tal vez no te atreverías a mofarte estando cerca de esos bracitos cortos y regordetes, los cuales eran capaces de abrir heridas gigantescas –de casi un metro de largo y varios centímetros de profundidad- en las presas del dinosaurio.
Hace poco, el paleontólogo Steven Stanley, científico de la Universidad de Hawái, argumentó queT. rex pudo haberse puesto muy violento con esos brazos. A fines de octubre, durante una presentación en la conferencia anual de la Sociedad Geológica de Estados Unidos, Stanley afirmó que los célebres brazos del dinosaurio no eran tan insignificantes como los imaginamos y que, de hecho, poseían varias características que los volvían excepcionalmente desagradables en un encuentro.
Stanley se pronunció contra una tendencia científica reciente que ha estado restando importancia a los bracitos, los cuales suelen ser descritos como “vestigiales”, restos evolutivos que ya no se utilizan y que, no obstante, no han desaparecido por completo, como nuestro coxis.
Por principio de cuentas, Stanley impugnó que los brazos fueran tan pequeños como solemos considerarlos, pues cada uno habría medido más de un metro de largo; y, además, presentaban otras características que los hacían mucho más poderosos de lo que hemos supuesto.
Dentro de esos brazos hay huesos muy fuertes, los cuales habrían resistido perfectamente una actividad muy vigorosa. Stanley también opina que, en los encuentros cercanos con presas, cuandoT. rex no había tenido mucho espacio de maniobra, el empleo de esos brazos corto habría resultado de lo más eficaz.
Y considerando lo que había en las puntas de cada uno de esos brazos diminutos, Stanley señaló que su fortaleza habría sido el golpe cortante. Esto se debe, en parte, a que el hombro deT. rex –cosa inusual para los dinosaurios de su tipo- era casi una articulación del tipo esfera y cavidad, como la que tenemos en nuestros hombros, la cual que nos confiere la movilidad suficiente para balancear el brazo en un trazo más amplio que un medio círculo.
De vuelta en los extremos, Stanley describió las terribles navajas que habrían convertido la maniobrabilidad y la fuerza de esos brazos minúsculos en armas capaces de provocar heridas enormes. Cada zarpa medía unos 8 centímetros de largo y tenía la forma de una garra, para causar el máximo daño posible. No solo eso, a diferencia de sus parientes más cercanos,T. rex solo tenía dos zarpas en cada mano, en vez de tres. Esto puede parecer una limitación, pero no lo era: cada una de las zarpas golpeaba con una fuerza de vez y media, pues el golpe se distribuía entre dos armas.
A pesar de sus esfuerzos, Stanley no ha convencido a todos los que hacen bromas sobre los bracitos. “Esperaría que causara algún daño decente si golpeara, pero para utilizar [el brazo],Tyrannosaurus habría tenido que presionar el pecho contra el flanco de la víctima”, dijo el paleontólogo Thomas Holtz, de la Universidad de Maryland, en entrevista conNational Geographic. “Y en semejante posición,Tyrannosaurus no habría podido usar su armamento mucho más impresionante: esas mandíbulas tremendamente poderosas”.
Solo para estar seguros, tal vez lo mejor habría sido permanecer fuera del alcance de los brazos y las mandíbulas de unT. rex.