Los cetáceos —grupo que incluye a los delfines y las ballenas— son animales inteligentes, de cerebros grandes, que forjan vínculos de amistad y observan tradiciones sociales parecidas a las humanas. También juegan, cuidan a las crías, cazan de manera cooperativa y enseñan a otros a hacer distintas cosas. “Emiten silbidos característicos”, afirma Michael Muthukrishna, coautor de un estudio y profesor adjunto de psicología económica en la Escuela de Economía de Londres. “De hecho, se identifican por nombres”.
El nuevo estudio, publicado en Nature Ecology and Evolution, explica que el tamaño del cerebro del delfín determina su actividad social. Un equipo de investigadores de la Universidad de Mánchester, la Universidad de Columbia Británica, la Universidad de Stanford y la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres recogió los datos de años de estudios sobre el tamaño encefálico de 90 especies de ballenas y delfines, así como de los estudios de científicos de campo que investigaron la gran diversidad de conductas sociales de los delfines y las ballenas salvajes, incluidos el uso de lenguaje, los objetivos compartidos, la enseñanza de congéneres, actuar con empatía, y la toma de decisiones basada en el consenso. Tras asignar un valor a cada especie, y fundamentados en la frecuencia con que realizaban estas acciones sociales, los científicos pudieron trazar la sociabilidad y el tamaño del cerebro. La gráfica reveló que, conforme aumentaba el tamaño del cerebro, lo mismo ocurría con la amplitud y la cantidad de las conductas sociales.
Los hallazgos también nos enseñan algo sobre las personas. Sugieren que la evolución del tamaño del cerebro humano y nuestros instintos sociales podrían estar vinculados. Sin embargo, los delfines no van a volverse animales bípedos y antropomorfos con una sociedad avanzada como la humana. Si bien las sociedades de ballenas y delfines son socialmente similares a la humana, los animales acuáticos carecen de ciertas capacidades necesarias para la evolución humana. Pueden comunicarse bien y cazar de manera eficaz, pero carecen de pulgares, los cuales son indispensables para crear herramientas complejas. Además, la capacidad de cocinar fue un hito importante en la evolución humana, y esto es una ventaja que siempre tendremos respecto a los delfines. “Ellos nunca descubrirán el fuego —dice Muthukrishna— porque es muy difícil encender una llama bajo el agua”.
—
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek