Cómo los seres humanos han evolucionado una inteligencia más alta en comparación con nuestros parientes vivos o extintos ha sido una cuestión muy debatida entre los científicos. Aun cuando se sabe que las capacidades intelectuales están vinculadas directamente con la evolución de nuestro cerebro —en el transcurso de 7 millones de años, ha triplicado su tamaño, con los mayores retos sucediendo en los últimos dos millones de años—, se desconoce exactamente qué sucedía dentro de regiones específicas que vieron desarrollarse capacidades cognitivas.
En un intento de llenar algunos de los huecos, un equipo internacional de científicos, encabezado por Andre Sousa de la Universidad de Yale, ha comparado el cerebro humano con el de chimpancés y macacos. El equipo buscaba regiones moleculares que son distintivamente humanas, actividad cerebral que es específica de la humanidad.
Sus hallazgos, publicados en la revistaScience, revelan algunas diferencias claves que podrían dar pistas de cómo y por qué los humanos son únicos. “Nuestros cerebros son tres veces más grandes, tenemos muchas más células y por lo tanto más poder de procesamiento que un chimpancé o mono”, dijo Sousa en una declaración. “Pero también hay pequeñas diferencias distintivas entre las especies en cómo funcionan las células individuales y forman conexiones”.
El equipo analizó los cerebros de seis humanos, cinco chimpancés y cinco macacos. Crearon perfiles de 247 muestras que representan una amplia variedad de regiones cerebrales, incluido el córtex prefrontal, el cual está asociado con el aprendizaje superior en humanos.
Aun cuando hay muchas diferencias entre las especies, dos genes en particular resaltaron. La tirosina hidroxilasa (TH) y la DOPA descarboxilasa (DDC) están involucradas en la producción de dopamina, una hormona conocida por tener un papel importante en varios comportamientos, incluida la memoria, el razonamiento y la inteligencia en general.
Estos genes tuvieron una “regulación hacia arriba” en humanos mucho mayor que en primates no humanos en el neocórtex y el cuerpo estriado, los cuales están involucrados en el movimiento voluntario. Esta diferencia, dicen los investigadores, podría hasta cierto punto explicar la inteligencia en humanos. “Es muy probable que la expresión neocortical de este gen se perdió en un ancestro común y reapareció en el linaje humano”, dijo Sousa.
El equipo concluyó que la dopamina en particular está involucrada en los “aspectos distintivamente humanos de cognición y comportamiento” y al analizar las regiones del cerebro involucradas, han mostrado cambios evolucionarios relacionados con la dopamina que podrían subrayar las diferencias entre nosotros y otros primates. El equipo dijo que sus hallazgos podrían dar una base para estudios futuros en la neurociencia de los primates, y nuestra propia evolución.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek