Las tradiciones no son parte del pasado. Todos los tiempos conviven entre sí y así deberían de asimilarlo las personas; no debiera existir una disociación entre lo de ahora y lo de antes porque en realidad todo es un continuum. Ese es uno de los mensajes esenciales que la agrupación de huapango arribeño Guillermo Velázquez y Los Leones de Xichú compartió a través de una clínica, como parte de la programación del Festival de la Ciudad organizado por el IMAC.
“Ese es el error creernos esa disociación que nos empobrece, que nos atrofia, esa disociación no debe darse de ninguna manera porque finalmente es un error pensar que el tiempo consiste en estratos, pasado, presente, fututo, todo está en interacción”, dijo en entrevista el poeta huapanguero.
Traer consigo lo aprendido para mezclarlo con este tiempo actual es una condición de haber nacido en este tiempo, ser consciente de ello sin olvidar lo que significa tener una herencia recibida.
La herencia que Guillermo recibió lo hizo incursionar como trovador de huapango allá por el año de 1976 que le permitió recibir de los cultos y sabios poetas campesinos lecciones fuertes de arte y humanidad.
“Yo desde hace añísimos incorporo en varias décimas de las que hago o he hecho estos elementos precisamente para hacer ruido, para llamar la atención, para hacer sentir que no debemos considerar a lo tradicional como lo antiguo, como lo obsoleto, como algo que hay que ponerle atención porque es una reliquia”.
Lo que más puede enriquecer a las personas en el desarrollo de los diferentes ámbitos de su vida es estar en todo momento con una actitud creativa, no esquemática, prefabricada y mucho menos condicionados por lo que el sistema en que vivimos quiere que aprendamos de forma permanente.
Para Velázquez no es que haya tradiciones que se estén perdiendo en realidad eso es lo que en realidad la tendencia quiere hacer creer a las personas.
“Yo soy un enemigo de las personas que hablan de rescatar, de que las tradiciones están agonizando, están moribundas, no es cierto, hay que ir y estar ahí y sumarse a lo que hay que hacer, a lo que pone en juego la vida”.
Finalmente, como parte de esa experiencia compartida con las nuevas generaciones habló Guillermo de la necesidad de preservar lo que nos hace distintos, en un mundo donde todo tiende hacia la globalización.
El huapango arribeño al menos en Xichú encallado en la parte serrana de Guanajuato es una tradición viva que durante 35 años ha dado espacio a un festival de huapango que comenzó como un homenaje a los viejos poetas olvidados y ahora es un punto de encuentro incluso para creadores de otros países (y no sólo de huapango, también de rap) que cierran el año, del 29 al 31 de diciembre entre décimas.