Lo escuchamos y nos parece un hombre que está en conflicto con la realidad, con la manera en que funciona la modernidad y con el lugar terrible al que llevamos a nuestro planeta. Sin embargo, al platicar con este Jorge Drexler se descubre a un personaje sensible, melancólico y a la vez asido al presente, inmerso en una realidad de la que no puede dejar de opinar.
“La economía de medios es una época donde tenemos información instantánea de todo, la época del todo ya. Esto es una opción por no elegirlo todo, por quedarse con una parte de la realidad en vez de hacer surf sobre la realidad y saber muy poquito de muchas cosas, es aprovechar mucho de una sola cosa, como la guitarra”, explica el cantautor, que en 2005 obtuvo el Oscar por mejor canción original con el tema “Del otro lado del río”, que interpreta en la película Diarios de motocicleta.
Salvavidas de hielo —el más reciente disco del músico uruguayo que estará disponible en todas las plataformas a partir del 22 de septiembre— es el retrato fiel de sus ideas. Un abanico cuyos extremos van desde la migración con fines de supervivencia o la telefonía como fuente primaria de la comunicación humana, a la desaparición de los glaciares como efecto del calentamiento global.
Él mismo es producto de lo que habla: se encuentra en España, a donde emigró hace dos décadas, y se aferra al auricular para hablar desde el otro lado del atlántico sobre su nuevo material, en donde sólo empleó instrumentos de cuerda para crear música, entre ellos la jarana y la leona, los emblemáticos del son jarocho.
“La gente tiende a pensar que un disco solo con guitarras va a ser más melancólico que uno con orquesta con vientos y percusiones”, se apresura a decir. “Yo creo que es una generalización, es un poco esta cosa de que la música solo con guitarra tiene algo más íntimo y, en realidad, la intimidad no se da por este tipo de variables, no depende de los instrumentos. Hay discos solo con guitarra increíblemente expansivos y hay discos para orquesta y voz que son de una intimidad arrebatadora”.
Lo que detona el proceso creativo es como el disparo en la niebla de la cotidianidad. Tan impredecible que no permite otra cosa que la reacción, se encuentre uno donde se encuentre.
“El método de composición que tuve en estos meses fue así –cuenta Drexler: llevar a mis hijos a la escuela temprano y, de vuelta de la escuela al estudio prender la radio o bajar la ventanilla y escuchar a cualquier persona que se me cruzara en el camino. Me puse como norma que cualquier cosa que me encontrara podía servir para una canción”.
El rayo sobrevino una de tantas mañanas.
“Pasó con ‘Movimiento’ —cuenta de una de las piezas del álbum—. Encendí la radio y escuché una frase de una entrevista que decía: ‘En su último disco, que trata de los movimientos migratorios…’, y apagué la radio: ¡claro, las migraciones son movimiento y decidí hacer una historia de las migraciones de nuestra especie desde el punto de vista del movimiento! No llegué al estudio, me bajé en el bar en la esquina porque tenía la cabeza llena de ideas y escribí el texto de la canción”.
Drexler se emociona al entrar en detalle: “Les confieso que ‘Movimiento’ es la única canción que escribí en el piano, y cuando fui a grabarla intenté cambiar la afinación de la guitarra, es una afinación abierta de la guitarra y es cierto que es un modo armónico que no había antes visitado. ‘Pongamos que hablo de Martínez’ —otra de las piezas nuevas— también fue una canción que escribí porque encendí la radio y dijeron: ‘Estamos presentando el nuevo single del disco de Joaquín Sabina’, y dije: ‘¡Nunca le escribí la canción que hace años iba a escribirle!’ Llegué al estudio con media canción en la cabeza. La letra salió muy, muy rápido, en una hora”.
En Salvavidas de hielo encontramos variadas influencias de la música mexicana, en especial del son jarocho. Drexler cuenta que conoció el son jarocho a través de la décima, el formato de verso que se utiliza en el son jarocho para cantar y para improvisar.
“Nunca he ido a Veracruz y es una de las cosas que tengo pendientes”, confiesa, y baja la voz como apenado de su respuesta. “Por varios amigos me he ido interesando en el son jarocho. El tema ‘Estalactitas’, por ejemplo, no surgió del son jarocho, pero la presencia de la jarana y la leona me pareció sumamente importante para determinar el sonido de la canción y contrapesar ese sonido más pop que tiene la canción”.
Ya sea por la atmósfera musical o el contenido de las letras, esta producción guardo un halo de melancolía, aunque a Drexler le sorprenda escucharlo.
“No lo sé, mira: ‘Telefonía’, por ejemplo, no es una canción melancólica, aunque no importa mucho lo que yo piense”, reacciona. “En mi opinión celebra la nueva manera de comunicarnos y la enmarca en nuestra tradición como especie porque nos gusta estar comunicados, nos gusta hablar los unos con los otros de mil maneras, entre ellas con el teléfono. Me gusta ver la telefonía como descendiente de las señales de humo y de este afán que tenemos como especie de estar conectados. Ahora, Despedir a los glaciares sí es una canción dura y bastante melancólica. Hay de todo”.
El artista habla entonces del silencio como algo único, preciado, como el mejor regalo que se puede dar a alguien o recibir del público.
“En un show en vivo el silencio es importantísimo. La calidad del silencio es como la calidad del agua o la del aire, no te das cuenta de que está, hasta que es mala. Estamos en una época donde hay poco silencio, estamos sometidos a un permanente bombardeo de estímulos. Esto está relacionado con esa idea de reducir las variables de medios, de utilizar solo guitarras en el disco o solo bolígrafos Bic azules en la portada. También el videoclip de ‘Telefonía’ está hecho todo con bolígrafo azul”.
En congruencia con ello, Salvavidas de hielo es un emblema de simplicidad, en el que se utiliza solamente el elemento agua. Aun así, este álbum está lleno de paradojas, dice él mismo.
“Las contradicciones me parecen una parte importante para el razonamiento”, sostiene. “Yo no tengo una sola visión sobre la realidad y, entonces, esas contradicciones que hay entre canciones también las hay dentro de una canción, como ‘Silencio’, que es la canción más ruidosa, con más volumen y una base percutiva más agresiva que las demás”.
Drexler muestra una vez más el talento que lo ha llevado al lugar tan aclamado que ocupa en el mundo de la música, un álbum en que se presenta simple, sin complicaciones y sin excesos. Un álbum que muestra, a un mismo tiempo, lo que quisiera en su vida: la mezcla simple de guitarras y plumas Bic color azul.