En una devastada Berlín con la bandera roja soviética ondeando en sus astas durante la primavera de 1945, Joseph Stalin y Georgy Zhukov, su general más reconocido, habían alcanzado el cenit de un triunfo que Moscú sigue celebrando con pompa y circunstancia hasta el día de hoy. Sin embargo, casi tres meses después, el Ejército Rojo abrió un capítulo final en sus maniobras de la Segunda Guerra Mundial, el cual permanece inconcluso.
El 8 de agosto de 1945, la Unión Soviética declaró la guerra a Japón, desplegando a más de un millón de soldados en Manchuria, ocupada por Japón y situada en la región noreste de China. El ejército japonés, de 700,000 hombres, fue superado debido a que sus compatriotas que se encontraban en territorio japonés enfrentaron los catastróficos ataques nucleares realizados por los aliados en Hiroshima y Nagasaki.
Con la derrota inminente de Japón, los soldados de Stalin permanecieron en los territorios a los que Rusia rebautizó como Islas Kuriles, que desde entonces ha reclamado como propias.
Las cuatro islas, conocidas en Japón como Territorios del Norte, pertenecen a Japón en virtud de un tratado con Rusia firmado en 1855. Después de la Segunda Guerra Mundial, las islas, al igual que un puñado de territorios que no pertenecían a la Unión Soviética antes del inicio de la guerra, fueron sometidas a un drástico cambio.
Para 1949, la Unión Soviética había deportado a Japón a todos los residentes de origen japonés. La disputa continúa hasta el día de hoy, lo que significa que Rusia y Japón aún no cuentan con un documento oficial de paz que reconcilie su relación en el periodo posterior a la guerra.
El primer ministro japonés Shinzo Abe ha sido uno de los interlocutores más frecuentes del presidente ruso Vladimir Putin, ya que éste programa una reunión con el líder en prácticamente cualquier cumbre o evento a los que ambos asistan. Tokyo creó incluso un puesto ministerial a principios de este año, cuyo programa consiste exclusivamente en negociar con Rusia.
Más recientemente, Abe ha señalado que su objetivo es convencer a Putin para que se dé cuenta del valor de cerrar filas contra la postura nuclear de Corea del Norte. Sin embargo, una solución a la disputa que rodea a las islas sigue eludiendo a ambos, y el embajador William Courtney, miembro adjunto de alto nivel de la Corporación RAND, señala que quizás haya que culpar a los antecedentes del Kremlin de evitar hacer concesiones.
“La disputa de las islas y la idea de utilizar acuerdos de comercio y energía para resolverla se han considerado desde el período soviético”, afirma Courtney. “En Moscú, el Kremlin se ha mostrado reacio a realizar cualquier concesión territorial, en gran parte debido a que dichas concesiones enfrentan la enérgica oposición de un grupo de ultranacionalistas pertenecientes a las fuerzas de seguridad y a muchos otros organismos. Putin tiene un verdadero desafío planteado por personas que son más nacionalistas que él”.
Con dos importantes olas de protestas ocurridas el año pasado y dado que el periodo de gobierno de Putin terminará en marzo próximo, el Kremlin se opone a tomar cualquier decisión que pueda constituir una señal de debilidad.
Japón y Rusia están interesados en encontrar socios comerciales cercanos en la región Asia-Pacífico para contrarrestar el dominio de China. Rusia ha cortejado la inversión japonesa en su región oriental, que está subdesarrollada, mientras que Japón busca proveedores de energéticos.
“El gas es un asunto muy importante”, afirma Courtney. “Japón importa alrededor de 10 por ciento de sus energéticos de Rusia, y ha habido un problema con la construcción de gasoductos por parte de Rusia debido a la disputa. Si el Kremlin fuera inteligente, resolvería este problema y buscaría convertirse en proveedor de gas para Japón, como lo es actualmente para Europa”.
Gazprom, la empresa petrolera rusa dirigida por el Estado, envía más de un tercio (34 por ciento) del gas de toda la Unión Europea y actualmente planea inaugurar dos gasoductos más con dirección al oeste. Hiroshige Seko, Ministro de Economía, Comercio e Industria de Japón, dijo este lunes que a Tokio le interesaría recibir más gas natural licuado de Rusia, y que la disputa de las islas es el principal obstáculo.
“En el período soviético y en la actualidad, el Kremlin ha tomado decisiones teniendo más en cuenta los aspectos políticos que los económicos”, afirma Courtney. “Desde el punto de vista económico, tiene sentido para Rusia resolver este problema con Japón. Sin embargo, es probable que Putin esté más preocupado por su situación política. Es probable que esté más preocupado por lucir fuerte debido a la presión de los ultranacionalistas”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek