HAZ LA SEÑAL de la paz. Parece bastante inofensivo: un ademán con dos dedos. Pero hacerlo para una foto podría resultar en un hackeo.
En enero pasado, un equipo del Instituto Nacional de Informática de Japón demostró que es posible obtener datos de huellas digitales a partir de fotografías hechas con cámaras digitales de alta resolución. Las huellas dactilares copiadas fueron casi cien por ciento exactas a una copia de huellas originales, aun cuando el sujeto se encontraba parado a tres metros de distancia de la cámara.
Pero todavía no es momento de ceder al pánico, dice Anil Jain, quien tiene seis patentes de tecnologías para reconocimiento de huellas dactilares. “La posibilidad de que eso suceda es muy, muy pequeña”, señala. “Todo debe ser perfecto; la iluminación, la distancia entre la cámara y la persona, la orientación del dedo y otros factores”.
Sin embargo, la moraleja es: todo sistema de seguridad tiene fallas, incluidos los biométricos. Usamos datos de huellas dactilares para desbloquear nuestros smartphones e, incluso, para alquilar casilleros en un parque temático. Escanean nuestros iris cuando cruzamos fronteras o ingresamos en edificios de alta seguridad. “Es una solución intermedia entre comodidad y seguridad”, comenta Thomas Patrick Keenan, autor de Technocreep: The Surrender of Privacy and the Capitalization of Intimacy. “Lo que me preocupa es el hecho de que la biométrica jamás cambia. No es como el número de una tarjeta de crédito”.
En los últimos años, la industria de la biométrica se ha transformado al recurrir a tecnologías como escáneres que detectan si un dedo es real y está unido a una persona viva (en vez de ser una réplica de silicona o un dedo amputado).
La startup canadiense Nymi ha ido más allá con una pulsera que mide el patrón individual de tu ritmo cardiaco, permitiéndote abrir puertas, o activar terminales de cómputo y otras herramientas de autenticación con solo colocar la muñeca. Y otras compañías están desarrollando sistemas que aprovechan identificadores biométricos más inusuales, como nuestra forma de hablar, usar el teclado y hasta nuestro olor.
Si esta nueva era de la biométrica puede hacer realidad la promesa de una mayor seguridad, habrá motivos para hacer la “V” de la victoria.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek