La
migración de mexicanos a EE. UU. está disminuyendo. El Centro Pew de
Investigación Hispánica ha hallado que desde 2009 más de un millón de mexicanos
naturales quienes vivían en EE. UU. ha regresado a México. Pero muchos otros
mexicanos nunca cruzaron la frontera entre EE .UU. y México en primer lugar.
¿Por
qué algunos migrantes mexicanos están optando por quedarse en casa? ¿Qué
significa ello para la frontera entre EE. UU. y México?
La
disminución en la migración a EE. UU. no está vinculada a simplemente construir
más barreras en la frontera. La demografía cambiante, la economía, las
dificultades de vivir en EE. UU. y una sensación cada vez mayor de oportunidades
en casa, entre muchos otros factores, están cambiando la migración mexicana a
EE. UU.
Cada
año millones de mexicanos viajan desde sus pueblos natales a otras partes del
país en busca de trabajo, educación y libertades personales que la vida
doméstica y las expectativas tradicionales a menudo limitan. Los migrantes
quienes deciden viajar a ciudades mexicanas, sitios turísticos como Cancún,
fábricas y ranchos tal vez no consigan los salarios que les esperan con solo
cruzar la frontera; pero también evitan las dificultades que a menudo se
derivan de adaptarse a EE. UU.
La
migración interna no es nueva, y moverse dentro de México tiene una gran
historia. Es algo que la gente rural ha hecho por generaciones, mientras que la
migración a EE. UU. creció solo en las décadas de 1980 y 1990.
Con
base en nuestra investigación publicada en la International Journal of
Sociology, argumentamos que la migración interna es una alternativa importante
y viable para personas que están en busca de seguridad y oportunidades y no
quieren o no pueden cruzar la frontera con EE. UU.
Niños platican después de la escuela en Santa Cruz Itundujia, en el estado de Oaxaca, México, el 28 de septiembre de 2016.
Migrantes oaxaqueños en México
Pasamos
un tiempo con familias en pueblos rurales en el estado sureño mexicano de
Oaxaca, y aprendimos que la migración interna tiene una larga historia en la
región. A mediados del siglo XX, los oaxaqueños hallaron oportunidades como
vendedores itinerantes viajando por toda la región y trabajando en plantaciones
costeras durante la temporada de cosecha.
Don
Betto, quien vive en la Sierra Madre del Sur, nos habló de sus viajes al sur de
México en las décadas de 1950 y 1960. (Nuestro estudio fue diseñado para
asegurarnos de que nuestros sujetos permanecieran anónimos, por lo que Don
Betto no es su nombre real. se han cambiado los nombres de todos los sujetos.)
Después de la temporada de siembra, él cargaba utensilios de cocina en su espalda,
vendiéndolos de puerta en puerta para ganar dinero con el que su familia
pudiera contar durante el año.
Para
la segunda mitad del siglo XX, muchos oaxaqueños se aventuraron un poco más
lejos de casa y se asentaron en la Ciudad de México. Hallaron empleos,
oportunidades de educación y, por lo menos para algunos hombres, novias.
Durante la década de 1990 y ya en el siglo XXI, los oaxaqueños continuaron
migrando. Y aun cuando muchos oaxaqueños buscaron oportunidades en EE UU, una
minoría se quedó en México y se asentó en ciudades turísticas como Cancún, o en
los campos agrícolas de Baja California.
Los
ingresos que obtenían los migrantes quienes se quedaban en México no compiten
con los salarios pagados en EE. UU. No obstante, muchos mexicanos tienen muy
claro por qué prefieren quedarse cerca de casa. Don Alejandro, un joven
oaxaqueño de la región del valle central del estado, describió por qué viajó
para hallar trabajo en la ciudad turística de Cabo San Lucas en Baja California
Sur en vez de cruzar a EE. UU.:
“En
el norte trabajas y pagas tus deudas, luego trabajas más para pagar más deudas…
aquí está bien; no es mucho pero es mío”.
Don
Maurico, un viejo tallista en madera del pueblo de San Miguel, incluso fue
todavía más claro, aderezando su crítica con un poco de sarcasmo:
“Mira
si voy allá [a EE .UU.], ganaré mucho dinero, pero es muy caro. Si me quedo aquí,
pues está bien. ¿Por qué querría ir y tener que pagar cientos de dólares por un
tostador? Estoy contento con ganar un poco aquí”.
Migrar sin abandonar el hogar
Los
oaxaqueños con quienes trabajamos durante nuestra investigación son unos
cuantos de los muchos mexicanos quienes migran dentro de sus fronteras
nacionales. El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Información
calcula que estos migrantes suman de 4 a 5 por ciento del total de la población
nacional cercano a los 130 millones de personas. En otras palabras, alrededor
de seis millones de mexicanos se mueven dentro de las fronteras nacionales. Y
aun cuando algunos de estos migrantes podrían decidir cruzar a EE. UU. en el
futuro, es poco probable, dados los retos legales de cruzar la frontera, así
como lo que Alana Semuels de The Atlantic describe como una vida solitaria para
los inmigrantes. Los mexicanos viajan dentro de las fronteras de su nación para
hallar oportunidades y mantener a buena distancia el estrés de cruzar a EE. UU.
En
México, no les preguntan sobre la condición de su ciudadanía. Comparten un
idioma común, cultura e historia. Quedarse dentro de México no les dará
riquezas, pero como Don Valeriano describe su situación, “él puede ser un líder
en casa”, y participar completamente en la vida civil de su pueblo.
Los
migrantes sopesan el riesgo y la oportunidad cuando deciden moverse. Promover
el crecimiento continuo de estas oportunidades dentro de México, y el
fortalecimiento continuo de la economía mexicana, pueden ayudar a construir un
futuro sin construir un muro.
Jeffrey H. Cohen es un profesor de
antropología, Universidad Estatal de Ohio, y Bernardo Ramirez Rios es un profesor
de antropología, Skidmore College.
Este artículo apareció originalmente en The Conversation.
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Publicado en colaboración con Newsweek / Published in colaboration with Newsweek