Las heridas sociales, políticas y económicas aún aquejan a este país que vivió aquel 19 y 20 de diciembre la mayor fractura social de su historia.
“Fue una crisis que se acercó mucho a la disgregación social. A principios de 2002 los argentinos nos preguntábamos si Argentina seguiría existiendo”, explicó Alejandro Grimson, antropólogo social, académico e investigador del concejo nacional científico y técnico (Conicet).
Esa crisis la detonó una combinación de factores, entre ellos la confiscación de depósitos bancarios en dólares, una inflación sin freno que golpeó a los sectores de más bajos ingresos, la incapacidad de afrontar una descomunal deuda para financiar el déficit fiscal y dentro de este marco, se hacía insostenible mantener el tipo de cambio en el que un peso era igual a un dólar.
Argentina redujo su extendida clase media de un plumazo y empujó a la marginación a vastos sectores sociales.
El ministro de Economía Domingo Cavallo, que firmó el 1 de diciembre de 2001 el decreto de necesidad que bloqueó los fondos bancarios, conocido como ‘corralito’, sigue negando responsabilidad en aquella crisis.
“Me tendrían que hacer un monumento por haberme jugado todo el prestigio que traía y todo el apoyo que tenía”, dijo Cavallo este martes a radio Nacional.
En las grandes urbes emergieron los ‘cartoneros’, familias empobrecidas que buscaron en la recolección de cartón una forma de supervivencia ante el drama de perderlo todo.
Quince años después y pese a beneficios sociales tras 12 años de gobiernos populistas, los cartoneros son parte del paisaje urbano de Argentina donde casi un tercio de la población de 42 millones de habitantes es pobre y 6.3 por ciento sigue hundido en la indigencia.
“Que se vayan todos”
La crisis desató la furia social con un baño de sangre en las calles que dejó 30 muertos por la represión policial, mientras el presidente conservador Fernando De la Rúa (1999-2001), escapaba de la Casa de Gobierno en helicóptero.
Le siguieron cinco presidentes en una semana de decadencia política que culminó con la bancarrota y la declaración del default por 100,000 millones de dólares.
En las calles la policía reprimía saqueos en un marco de extrema pobreza con ajuste económico, inflación y reducción de salarios.
El congelamiento de depósitos bancarios desató la ira de la clase media al grito de “que se vayan todos” y golpe de cacerolas.
“Tras esa furia de ‘que se vayan todos’ hubo un proceso de recomposición del sistema político y construcción de mayorías: Néstor Kirchner ganó la presidencia con el 22 por ciento de los votos en 2003 y se fue en 2007 con altísima popularidad”, recordó Grimson sobre el expresidente fallecido en 2010.