REX TILLERSON,elegido por el presidente electo Donald Trump para ocupar la Secretaría de Estado, personifica dos importantes preocupaciones sobre el gobierno entrante: conflictos de intereses y relaciones con el presidente ruso Vladimir Putin.
Al haber sido durante largo tiempo el director ejecutivo del gigante petrolero Exxon Mobil, Tillerson tiene una estrecha relación personal con Putin, de acuerdo con los socios de negocios de este último en Rusia, quienes pidieron mantenerse en el anonimato debido a que siguen viviendo en ese país. “Probablemente más estrecha que cualquier otro estadounidense”, señala un banquero occidental de alto rango que ha trabajado en ese país durante casi 20 años y se ha reunido frecuentemente con Tillerson. “No hay ningún otro civil estadounidense”, señala un financiero veterano de la industria petrolera, “que pueda hablar con Putin por teléfono”.
Ambos hombres, señala el banquero occidental, son pragmáticos. “El principal trabajo para cualquier ejecutivo petrolero de alto nivel es lograr una mayor capacidad [petrolera], y Tillerson debe hacerlo en Rusia y en Irak, independientemente de las diferencias políticas —dice—. Y Putin sabe que el principal negocio de Rusia son los recursos naturales, por lo que necesita los conocimientos y habilidades occidentales para extraer el petróleo de la tierra”.
Exxon ha hecho negocios en Rusia por más de 20 años, pero con Tillerson al mando, las operaciones en Rusia de la empresa se han expandido en gran medida. El petrolero, originario de Texas, ha dedicado gran parte de su carrera de 40 años en Exxon a manejar la cuenta rusa.
Sus amistades en ese país parecen haber rendido frutos. En 2011, Tillerson voló a Sochi para realizar un acuerdo por 723 millones de dólares que otorgaba a Exxon Mobil acceso a enormes recursos no explotados bajo el Ártico, en asociación con Rosneft, el gigante petrolero propiedad del Estado ruso. A cambio de ello, Rosneft invirtió en las operaciones en el extranjero de Exxon Mobil. Tillerson negoció el acuerdo con Igor Sechin, exoficial de la KGB que trabajó con Putin en la oficina del alcalde de San Petersburgo en la década de 1990 y ascendió hasta convertirse en uno de los cortesanos más poderosos del Kremlin. Putin ha “recibido a Tillerson varias veces para establecer diálogos de negocios”, dijo en una declaración Dmitry Peskov, vocero del Kremlin, y en septiembre de 2012, Putin presentó personalmente la medalla de la Orden de la Amistad de Rusia al ejecutivo de 64 años por sus servicios a los negocios. En 2014, Sechin dijo a los accionistas de Rosneft que le gustaría recorrer en motocicleta los caminos de Estados Unidos con Tillerson”.
La estrecha relación del Kremlin con Tillerson no es simplemente un subproducto cordial de un lucrativo acuerdo de negocios, sino que es la base misma de los negocios de Exxon en Rusia. “Todo lo relacionado con los recursos naturales requiere la aprobación personal de Putin”, afirma Bill Browder, director ejecutivo de Hermitage Capital, que era el mayor inversionista de cartera extranjera en Rusia antes de ser expulsado en 2006 por revelar un amplio fraude fiscal realizado por funcionarios gubernamentales.
Otras importantes empresas petroleras occidentales se han topado con importantes problemas en Moscú. En 2006, Royal Dutch fue obligada a vender una participación mayoritaria del proyecto de exploración Sakhalin-2 a la empresa gasera Gazprom, propiedad del Estado, mientras que, en 2008, BP fue presionada para deshacerse de sus activos cuando el Servicio de Seguridad Federal realizó una serie de incursiones en sus oficinas. BP fue expulsada de la sociedad, la cual fue adquirida posteriormente por Rosneft en 2013.
Sin embargo, Exxon nunca tuvo esos problemas, en gran medida, gracias a sus contactos en el gobierno. “Exxon es demasiado grande como para intimidarla”, señala un abogado ruso de alto nivel que trabajó para TNK-BP en la década de 2000 (el abogado solicitó mantenerse en el anonimato porque aún trabaja en el sector energético ruso). “Y Rosneft necesita los conocimientos técnicos de Exxon porque se está quedando sin petróleo fácil de alcanzar”.
Por ejemplo, el Yastreb-1, la ultramoderna plataforma de perforación de Exxon, ubicada en la costa noreste de la Isla Sakhalin, en el extremo oriente de Rusia, es una de las más grandes del mundo, con una altura de más de 48 metros. Y el pozo Z-12, propiedad de la empresa en el campo petrolero de Chayvo, estableció un nuevo récord mundial de perforación de largo alcance, al perforar un pozo de 11 680 metros de profundidad.
Al permitir que Rosneft invierta en importantes proyectos de Exxon en el extranjero, ambas empresas están profundamente entrelazadas entre sí, lo cual “equivale a una especie de póliza de seguros mutua”, afirma el abogado de TNK-BP. “Rosneft está protegida contra incursiones desde el interior de la élite rusa gracias a sus inversiones en el extranjero, mientras que Exxon está protegida contra… el tipo de desastres que le ocurrieron a BP y Shell”.
Pero Exxon recibió un duro golpe a principios de 2014 cuando Estados Unidos y la Unión Europea impusieron sanciones contra Rusia debido a la anexión de Crimea por parte de esta última. Tillerson tuvo que suspender nueve de cada diez proyectos conjuntos de exploración. Más adelante, en ese mismo año, Exxon solicitó sin éxito al Departamento de Estado una excepción para el proyecto de perforación en Sakhalin, que encontró petróleo apenas dos semanas antes de que la empresa fuera obligada a retirarse. De acuerdo con una demanda presentada en 2015 ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores de Estados Unidos, Exxon Mobil perdió hasta mil millones de dólares en sanciones.
Tillerson se convirtió en un abierto crítico de las sanciones. En un gesto de solidaridad con Rusia, asistió al Foro Económico Internacional de San Petersburgo en 2016, desafiando las sanciones y un boicot estadounidense no oficial a la reunión de inversionistas patrocinada por el Kremlin. Esta acción, junto con la decisión de Exxon de firmar acuerdos directamente con el Gobierno Regional de Kurdistán en Irak, a pesar de las objeciones del Departamento de Estado, podría llevar a un proceso de confirmación bastante accidentado. Aun peor para Tillerson: estas audiencias se producirán en un momento en el que el Congreso investigará la función de Rusia en los ataques de piratas informáticos contra Hillary Clinton, la candidata opositora de Trump, y el Comité Nacional Demócrata.
La amistad de Tillerson con Putin y los miembros de alto nivel de su régimen ha irritado a los republicanos del Congreso, que temen que se produzcan grandes cambios en la política exterior de Estados Unidos. Los europeos, nerviosos por la agresiva postura de Moscú en Siria y la retórica anti-OTAN en Occidente, también están preocupados. Asimismo, existe la posibilidad de un conflicto de intereses: Exxon y Tillerson, cuya participación declarada en las acciones de la empresa asciende a 218 millones de dólares, con un paquete de pensión que suma otros 70 millones de dólares, podría obtener enormes ganancias si se eliminan las sanciones y se reanudan los negocios con Rusia.
“No es posible tener opiniones sólidas un día y cambiarlas según tu trabajo”, afirma Browder. “Putin ha dejado muy clara su lista de deseos: quiere que se eliminen las sanciones, que la OTAN retire sus fuerzas de las áreas que rodean a Rusia, que se rechace la Ley Magnitsky [que sanciona a los funcionarios rusos corruptos] y una compensación por las pérdidas económicas que Rusia ha sufrido debido a las sanciones. Me imagino que al menos algunas de esas peticiones serán muy aceptables para el nuevo gobierno”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek